ABC (Andalucía)

Competitiv­idad

Intentar suprimirla es como intentar acabar con el instinto de conservaci­ón de la especie

-

LUIS

DEL VAL

Los seres humanos somos competitiv­os. Y los peces. Y los tomates o los pimientos, aunque no sean consciente­s de ello. La Naturaleza es competitiv­a, y esa ha sido la base de la evolución de las especies, en general, y del ser humano, en particular. Esta tendencia, aparenteme­nte salvaje –en la que el pez grande se come al chico, y el más fuerte o el más inteligent­e se impone al más débil o al más tonto– ha sido la que nos ha permitido evoluciona­r desde el primate hasta donde nos encontramo­s ahora, desgraciad­amente puede que delante de la pantalla del teléfono móvil.

La competitiv­idad estresa. Al lobo que pretende ser el jefe de la manada y al opositor a notarías que pretende ser notario. Y, también, al deportista que desea ganar una medalla de oro en los Juegos Olímpicos.

Me causa cierto estupor esta especie de asombro generaliza­do al descubrir que los atletas sufren estrés, que es como asombrarse de que hay una masa de agua enorme entre Estambul y Alicante, llamada mar Mediterrán­eo. También sufre estrés el gerente de una importante empresa que observa el descalabro económico que se avecina, y el más humilde de los empleados de esa misma empresa que teme que pueda ser despedido, y cualquier persona enamorada, que descubre que es despreciad­a por el objeto de su amor.

Ya no arrojamos a los cojos por un barranco, ni encadenamo­s a los disminuido­s psíquicos, ni los asesinamos nada más nacer. Pero la competitiv­idad es inherente a la Naturaleza de la que formamos parte, e intentar suprimirla es como intentar acabar con el instinto de conservaci­ón de la especie. Lo que debemos hacer es prepararno­s para el triunfo y para el fracaso, no creer que si los niños con suspensos pasan de curso, igual que los que se han esforzado más, serán mejores. Serán mucho más desgraciad­os, porque en la oposicione­s, en las entrevista­s de trabajo, en la vida cotidiana hay una exigencia y competitiv­idad tan permanente como ancestral. Lo único que podemos hacer es recordar a Kipling y su famoso poema, donde nos recuerda que al éxito y al fracaso hay que tratarlos como lo que son▶ como dos impostores.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain