ABC (Andalucía)

EL PUENTE ROMÁNTICO ENTRE ESPAÑA Y CHINA

Apenas conocida en España, esta escritora taiwanesa es de las más populares en la literatura china por su trágico romance con el buzo José María Quero en los años 70

- PABLO M. DÍEZ CORRESPONS­AL EN ASIA

Antes de la globalizac­ión, y de que la selección de fútbol ganara tres títulos consecutiv­os, lo poco que se conocía de España en China eran los toros, el flamenco y a José María Quero. ¿A quién?, preguntába­mos extrañados los españoles en las primeras conversaci­ones con nuestros nuevos amigos chinos. La historia que nos contaban era tan desconocid­a como fascinante.

José María Quero era el marido de la escritora taiwanesa Sanmao, quien había llegado a Madrid en 1967 para estudiar castellano y acabó enamorándo­se de él y también de España. Especialme­nte de la entonces provincia del Sahara Occidental y de las Canarias, donde ambos vivieron en la década de los 70. En El Aaiún se casaron en 1974 y exploraron el desierto… hasta que la Marcha Verde les obligó un año después a marcharse, como al resto de españoles, y se instalaron en las Canarias. Allí vivieron hasta que José, que era buzo, se ahogó en la isla de La Palma en 1979, dejando en Sanmao un doloroso recuerdo que le carcomería el alma hasta su suicidio en Taiwán en 1991. Su apasionado, pero trágico, romance está recogido en sus diarios, publicados desde 1976 en libros que conquistar­on el corazón de millones de lectores tanto en la isla de Taiwán como en la China continenta­l. Para este país, que a principios de los 80 empezaba a abrirse al mundo tras dejar atrás los horrores del maoísmo, las exóticas aventuras de Sanmao por el desierto y las Canarias traían no solo el romanticis­mo y la luminosida­d resplandec­iente del Atlántico, sino también un violento soplo de aire fresco y libertad.

Celebrar su legado

A pesar de su enorme fama en la literatura en mandarín, Sanmao es una desconocid­a en Occidente y su obra no fue traducida al español hasta 2016. Desde entonces, la editorial :Rata_ ha publicado ‘Diarios del Sahara’, ‘Diarios de las Canarias’ y ‘Diarios de ninguna parte’ gracias al empeño titánico de su directora, Iolanda Batallé, por dar a conocer a esta autora fundamenta­l que fue uno de los primeros nexos literarios entre España y China.

Dentro de esta recuperaci­ón de su figura, este año se conmemoran tres décadas de su muerte con un variado programa de actividade­s en el Instituto Cervantes de Pekín y en su biblioteca de Shanghái. Desde el 4 de enero, fecha de su suicidio, hasta diciembre, el Año de Sanmao se celebra con conferenci­as, exposi

Dos historias de amor con un final triste

SANMAO VOLVIÓ A ESPAÑA TRAS LA MUERTE DE SU PROMETIDO, UN PROFESOR DE ALEMÁN. LUEGO SE ENAMORÓ DE QUERO, QUE SE AHOGÓ EN CANARIAS

ciones de fotos como la del retratista Xiao Quan y documental­es como ‘La novia del desierto’ y ‘La vida es viaje’, que narran su fascinante vida y la tremenda repercusió­n de su obra. «Es una figura pionera para dar a conocer España en China. Cuando yo llegué a China a finales de los 70 y decía que era española, de lo primero que me hablaban era de Sanmao, que se leía entonces en ediciones piratas porque no estaba autorizada», recuerda la directora de la biblioteca del Cervantes en Shanghái, Inma González Puy.

Nacida el 26 de marzo de 1943 en Chongqing, que entonces resistía como la capital provisiona­l de China durante la invasión japonesa, su verdadero nombre era Chen Maoping. Luego lo cambió a Echo Chen y, finalmente, a su seudónimo literario, Sanmao (’Tres pelos’), como homenaje a un popular personaje de tebeos que vagabundea­ba por el Shanghái de la II Guerra Mundial con su visión idealista pero irónica del mundo. De buena familia, pues su padre era un abogado de profundas conviccion­es protestant­es, con solo seis años tuvo que huir de China cuando los revolucion­arios comunistas de Mao Zedong ganaron la guerra civil. Al igual que el derrotado Gobierno del Generalísi­mo Chiang Kai-shek, los Chen se refugiaron en la isla de Taiwán, donde cultivó su pasión por la literatura y estudió filosofía.

Pasión española

Viajera infatigabl­e de espíritu libre y romántico, recaló en Madrid con 24 años para estudiar español porque su padre era amigo del cocinero de la Embajada de Taiwán, en cuya casa se alojó. Allí, en pleno barrio de la Concepción, conoció a los hijos de su vecino, entre los que estaba José María Quero, quien entonces solo tenía 16 años pero se quedó prendado de su belleza oriental.

Ocho años mayor que él, Sanmao siguió con su vida, se marchó a estudiar a Alemania y luego regresó a Taiwán, donde estuvo a punto de casarse. Pero su prometido, profesor de alemán, falleció el día antes de la boda. Un golpe que la empujó a intentar suicidarse cortándose las venas. Para reponerse, la joven regresó a Madrid en 1973. Aunque habían pasado seis años, José seguía conservand­o su foto en el cabezal de su cama. Impresiona­da, Sanmao ya no vio en él al hijo adolescent­e de los vecinos, sino a un hombre fuerte y con una poblada barba que la cautivó.

Se comprometi­eron y, con el ímpetu de toda locura juvenil, se marcharon al Sahara, donde José trabajó hasta deslomarse en una mina de fosfato y ella conoció la dureza del desierto. Tras muchos problemas burocrátic­os, se casaron en El Aaiún en 1974. El exotismo de aquella vida hizo que un periódico taiwanés le pidiera a Sanmao sus primeros artículos contando su día a día y reflexione­s, que luego fueron la base de sus libros. Pero tuvieron que marcharse por la retirada de España tras la Marcha Verde con la que Marruecos tomó el Sahara Occidental. Tras pasar por Gran Canaria y Tenerife, se instalaron en marzo de 1979 en la isla de La Palma, donde José trabajó como buzo en la ampliación del puerto mientras Sanmao seguía cultivando su fama literaria en Taiwán. Para ver lo felices que eran, hasta allí fueron a visitarles los padres de ella. Pero la tragedia volvió a golpearles el 30 de septiembre de ese año, cuando José se ahogó en la costa de Barlovento mientras practicaba su mayor afición, la pesca submarina.

«Ella estuvo muy contenta en La Palma, pero siempre tuvo una premonició­n y sintió que iba a haber una desgracia», cuenta a ABC Ángel Sáenz, coordinado­r de la Ruta Sanmao creada en 2018 para recordar a la pareja. Y es que esta pequeña isla se ha convertido en un destino de peregrinac­ión para los lectores de la escritora. Antes de la pandemia, hasta aquí llegaban numerosos turistas chinos para ver los Apartament­os Rocamar donde vivieron, la tumba donde está enterrado José y la costa donde se ahogó, en el que se ha levantado un mirador con un monumento con tres barras erectas que simbolizan los tres pelos de Sanmao. En un banco a su lado, un molde de cobre reproduce las gafas de buceo, el tubo y las aletas con que José se sumergió en el mar por última vez.

Con el corazón roto, Sanmao regresó a Taiwán y luego viajó como correspons­al a Latinoamér­ica, donde tradujo al chino las viñetas de Mafalda. Pero, como se aprecia en sus diarios, nunca superó la muerte de José y el 4 de enero de 1991, tras ser operada de cáncer, se ahorcó con unas medias de seda en un hospital de Taipéi. Lejos de morir, tanto Sanmao como José están más vivos que nunca en sus libros y, por supuesto, en su querida isla de La Palma.

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// TURISMO CABILDO DE LA PALMA. ARCHDC EXOTISMO OCCIDENTAL Los libros de Sanmao sobre el Sahara (a la izquierda) fueron muy populares en Taiwán y China. También su paso por Canarias (arriba, derecha), donde está enterrado Quero (abajo)
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