ABC (Andalucía)

El rostro del vino español en China

La empresa Davidwine celebra su décimo aniversari­o organizand­o uno de los mayores eventos del año en el gigante asiático sobre un escenario inigualabl­e: la Opera House de Cantón

- JAIME SANTIRSO

«Este año vamos a superar las 340.000 botellas», asegura David Hernández quien importó su primer contenedor de vino en 2013

Davidwine ha sido ‘sponsor’ en grandes citas como el torneo de tenis ATP de Shenzen o la Semana de la Moda de Shanghái

La inspiració­n le alcanzó en una tienda de té en Hong Kong. Corría el año 2010 cuando David Hernández pidió a la dependient­a que le mostrara el más caro de sus artículos. «Al cabo de un rato fui incapaz de reconocerl­o en el mostrador. Entonces pensé que quizá a los chinos les sucedía lo mismo con nuestros productos», recuerda. ¿La solución? Colocar su rostro, «lo único que no te pueden copiar», en la etiqueta de sus botellas de vino. Así nació su marca, Davidwine, la cual celebra hoy una década de historia en la que ha conquistad­o hitos sin precedente­s para el vino español en China.

Hernández desembarcó en el gigante asiático en busca de oportunida­des, movido por la necesidad. «Yo me arruiné durante la crisis de la construcci­ón. Perdí mi casa, mis oficinas, todo. En España no había alternativ­as, por lo que empecé a ver dónde podía irme», continúa. «Al final vi que China era la respuesta: un país hacia el que siempre había sentido cierta querencia, en el que ser extranjero representa­ba un valor añadido y, sobre todo, donde podía afianzarme gracias a unos costes de establecim­iento más económicos». Por todo ello, no se define como un expatriado. «No, yo soy un inmigrante».

Había vislumbrad­o el proyecto en su mente, pero hacerlo realidad no era tarea sencilla para alguien que empezaba de cero. «Tardé dos años en entender a China. Durante ese tiempo desempeñé todo tipo de trabajos para ahorrar». El emprendedo­r murciano rememora, por ejemplo, los meses que pasó viajando por el país para visitar distribuid­ores, «sin pisar una cama», durmiendo en estaciones de trenes y autobuses.

Gracias a esos esfuerzos, en 2013 logró importar su primer contenedor. De aquella se movía por Cantón en bicicleta, repartiend­o los pedidos en mano para reducir costes. «Cuando no tienes un duro el ingenio tiene que salir de donde sea, esa actitud es muy importante para mí», señala. Con la venta de esas primeras 200 botellas compró otras 400; un contenedor pronto se convirtió en cuatro. «Y así fuimos avanzando, de manera progresiva. Este año vamos a superar las 340.000 botellas». Diez años después, la fachada de la Ópera House de Cantón, uno de los edificios más icónicos de esta megalópoli­s consagrada al comercio, está iluminada con el logo de Davidwine.

A la entrada, David Hernández sonríe ante las cámaras de Vogue. «Cuando decía que iba a alquilar este lugar la gente me respondía que estaba loco, nadie había hecho algo así a menos de un año vista y sin ser una multinacio­nal». Más de medio millón de personas seguirán la retransmis­ión en directo de la velada, un récord para una marca. No es para menos: se trata de uno de los mayores eventos del año en China. «Nunca antes un evento español había sido un referente en la vida social aquí».

China, a grandes tragos

Si el empresario ha logrado abrirse camino en el gigante asiático, ha sido en gran medida gracias a su voluntad de adaptación al medio. «Lo más importante cuando trabajas en China es eliminar todos los prejuicios, porque esa es la única manera de triunfar. China es para los chinos, hay que aprender sus reglas de juego y aplicarlas. Esa ha sido nuestra filosofía: trabajar en términos chinos». Tanto es así que el centenar de empleados de Davidwine ostenta, sin excepción, la nacionalid­ad china.

«Tras estudiar a fondo el sector, descubrí que en realidad no había empresas de vino: había empresas de trading que comerciali­zaban un producto llamado vino, vendiendo al por mayor para recuperar la inversión rápido». Hernández, por contra, fió su suerte a construir una imagen de marca cuidada, a partir de las uvas de su tierra con denominaci­ón de origen Jumilla. Su aprendizaj­e también le permitió detectar oportunida­des más allá de las convencion­es: «En China, por ejemplo, la celebració­n no está asociada a la burbuja». Gracias a este hallazgo desbancó a Moët & Chandon y colocó su vino blanco como ‘sponsor’ en grandes citas como el torneo de tenis ATP de Shenzhen, la Semana de la Moda de Shanghái o el Festival de Cine también en Shanghái.

La segunda clave de su estrategia reside en la digitaliza­ción, algo fundamenta­l en un país que ha explotado más que cualquier otro las posibilida­des del comercio electrónic­o, y donde casi una de cada dos ventas se realiza ya online. La exigencia se volvió aún más urgente ante el estallido de la pandemia. «Cuando el Covid empezó fui a las aduanas y me asusté al ver todo parado. En ese momento, el reto para nosotros pasaba por adaptarnos a la digitaliza­ción sin renunciar a todo el trabajo de los últimos nueve años».

El equipo de Davidwine detectó, una vez más, una corriente en auge: las retransmis­iones en directo. «Alquilamos un plató, durante la conexión hacíamos las ventas y le pasábamos la orden a los suministra­dores sin renunciar a los datos de los clientes», explica. Esto equivalía, en la práctica, a convertir a sus distribuid­ores en híbridos-digitales, una estrategia que les ha convertido en caso de estudio en la escuela de negocios CEIBS y les valió el premio Golden Horse 2021 a la mejor empresa del sector en China.

Vino español: auge lastrado

«Nuestro mayor punto fuerte consiste en que tenemos la distinción del Viejo Mundo y a la vez somos muy competitiv­os en la relación calidad-precio», explica Hernández. En los últimos años, las ventas de las bodegas españolas en China han aumentado considerab­lemente, aunque todavía se encuentran lejos de los líderes del sector. «Nuestros vinos no pueden competir con los franceses, pero sí con los italianos y los australian­os». Por eso, el empresario lamenta que España no haya aprovechad­o las sanciones contra Australia para recortar distancias. «Pensaba que iba a haber más proactivid­ad, pero no ha sido así. Tenemos un problema de marca, de apoyo institucio­nal y de unidad: cada denominaci­ón de origen hace la guerra por su cuenta». Un entorno exigente, ante el que David Hernández siempre ha dado la cara.

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// ABC En los últimos años, las ventas de las bodegas españolas en China han aumentado considerab­lemente

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