VOX en el chiringuito
«Con tanta fanfarria, pasa desapercibido el valor de su voto para consolidar el cambio en Andalucía»
COMO nos ocurre a todos, los dirigentes de Vox han querido sumergirse en el mes de agosto con los deberes hechos. La diferencia estriba en que mientras unos se dejan presupuestos encarrilados o las primeras reuniones de septiembre previstas, al partido de Santiago Abascal le ha dado tiempo en la última semana de julio a romper relaciones con el PP, arrogarse un presunto adelanto de la fecha de las elecciones andaluzas y hasta a colocar los cimientos de una nueva Verja de Gibraltar.
Como siempre ocurre con Vox, es todo tremendamente maximalista. Este partido tiene claro su ‘target’ y cómo dirigirse a él. Más aún en tiempos en que las encuestas parecen señalar una vuelta al bipartidismo imperfecto. Ruido, ruido.
Eso estará bien para ellos. Y también para la izquierda, que ancla su voto en base a la crítica a Vox. Es cierto que se hace tremendo lío cuando se le pregunta por qué se demonizan los pactos con este partido y no con Bildu o Esquerra. Pero como tampoco tiene mucho que vender en positivo, les une mucho poner cara de asquito ante la última de Olona o Buxadé.
Pasa que con tanta fanfarria, aviso de gestas megalomaníacas y demás intentos de hazañas bélicas, a mí Roberto Alcázar, puede pasar desapercibido el valor que en Andalucía tiene el voto de Vox para consolidar un cambio imprescindible.
Esta semana hemos conocido el resultado de las auditorías a la ‘administración paralela’ creada por el PSOE para su disfrute y beneficio. Fueron exigencia de Vox en el pacto de investidura y han estado presente en las negociaciones sobre presupuestos. No se trata de afirmar sin más que sin la presión del Vox el ‘gobierno del cambio’ no hubiera movido un dedo. Pero oiga. Sabemos lo que pasa. ¿Hubiera tocado Susana Díaz el impuesto de Sucesiones sin la murga que le dio Juan Marín? Ya saben la respuesta.
Es complicado aislarse del ruido. Tocan demasiado alto la trompeta y en ocasiones les sale un sonido indigno. Pero su contribución a acabar con el chiringuito —ahora pían los chiringuiteros— les será eternamente agradecida.