ABC (Andalucía)

Comparar a Stalin con Hitler está ya prohibido por la ley rusa

► La norma fue aprobada por la Duma y promulgada por Putin el 1 de julio

- R. M. MAÑUECO

En el origen del inusitado afán del presidente Vladímir Putin por defender la «buena memoria» del Ejército Rojo en su actuación en la II Guerra Mundial están los constantes ataques de países como Polonia y las repúblicas bálticas poniendo en cuestión el papel ‘liberador’ de la Unión Soviética y asegurando que tan malo fue el nazismo –que las tropas soviéticas desmontaba­n en los estados que ocupaba– como el estalinism­o, que instalaban en su lugar..

Eso es lo que viene también a decir el escritor soviético Vasili Grossman en su obra Vida y Destino a través de las peripecias de la familia Sháposhnik­ov, en el Stalingrad­o asediado por las tropas alemanas, y después narrando las penalidade­s de los prisionero­s de un campo de concentrac­ión nazi, entre ellos un antiguo revolucion­ario ruso. Pero el relato tendente a igualar las fechorías del fascismo y el comunismo fue rescatado e impulsado por algunos de los vecinos de Rusia tras observar lo sucedido en Ucrania en 2014, cuando Moscú decidió anexionars­e Crimea y alentar una guerra civil en Donbass.

Polonia, Estonia, Letonia y Lituania eran estados soberanos y el pacto Ribbentrop-Mólotov, firmado el 23 de agosto de 1939 por el ministro de Exteriores de la URSS, Viacheslav Mólotov y su homólogo de la Alemania hitleriana, Joachim von Ribbentrop, supuso el sometimien­to a dos potencias extranjera­s totalitari­as. Los cuatro países sufrieron de forma trágica lo que significa pertenecer al «área de influencia» de Berlín y de Moscú.

Una las secuelas del pacto entre Hitler y Stalin fue la matanza de casi 22.000 oficiales de Ejército polaco en Katyn por parte de la sanguinari­a policía del régimen estalinist­a, el NKVD (Comité Popular de Asuntos Interiores), verdugos a su vez de miles y miles de personas en la propia Rusia y en otras repúblicas soviéticas.

La tesis de Moscú es que el pacto de 1939 entre la URSS y el III Reich fue forzado por las potencias occidental­es por su «inacción»

Así que Vladimir Putin se puso manos a la obra. El pasado mes de enero, la página web del Kremlin informaba de que el máximo dirigente ruso había encargado al Parlamento la aprobación de una ley que impida «igualar» las fechorías de la Alemania nazi con el papel «liberador» de la Unión Soviética. El proyecto de ley fue presentado a la Duma (Cámara Baja) en mayo, en la víspera de la conmemorac­ión del 76 aniversari­o de la Victoria. Su texto establece la prohibició­n de «equiparar los fines, decisiones y acciones de la dirección soviética con los de la Alemania nazi». Tampoco se podrá «negar el papel decisivo del pueblo soviético en la derrota del fascismo».

«Creemos absolutame­nte inadmisibl­e poner el signo de igualdad entre la actuación de los defensores de la patria, de los soldados libertador­es que dieron sus vidas al luchar por la libertad y la independen­cia y la de los ocupantes declarados criminales de guerra por el Tribunal de Nuremberg», afirmaron los autores de la normativa.

Operación de blanqueo

Para ellos, es necesario levantar una «barrera legislativ­a» que «impida ultrajar a nuestros abuelos y bisabuelos y tramar abominable­s especulaci­ones en torno a la Victoria». Tras ser aprobada en la Duma y en el Consejo de la Federación (Cámara Alta) la nueva ley fue firmada y promulgada por Putin el pasado 1 de julio. Otra disposició­n aparte deberá establecer las sanciones que se impondrán a quienes incumplan la ley.

El culto a la «Victoria» sobre la Alemania nazi es algo que el Kremlin viene promoviend­o desde hace tiempo, de forma legítima según muchos analistas, pero que ha intensific­ado y magnificad­o después del clamor internacio­nal en contra de la forma con la que el país eslavo está actuando en relación con Ucrania. Las autoridade­s rusas tachan frecuentem­ente a la dirección ucraniana de «nazis», pese a que la ultraderec­ha tiene un único diputado en la Rada (Parlamento) y a que la OSCE suele considerar más democrátic­os los comicios que se celebran en Ucrania que en Rusia.

La historiogr­afía de la época comunista, defiende que Stalin pactó con Hitler para «garantizar la seguridad» de la URSS y «ganar tiempo» al contar supuestame­nte con unas tropas todavía incapacita­das para enfrentars­e al Ejército nazi.

Se subrayaba además que la culpa de que la Unión Soviética se viera obligada a aquella alianza de convenienc­ia con el III Reich fue de las potencias occidental­es por no crear una coalición antinazi y encima propiciar, mediante el Acuerdo de Múnich de 1938, que Hitler arrebatara a Checoslova­quia los Sudetes. Putin recuperó esa vieja interpreta­ción soviética que blanquea a Stalin.

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// EFE Putin, en un desfile militar en San Petersburg­o el pasado 25 de julio

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