ABC (Andalucía)

Viva el botellón

Va por dentro el otro botellón que importa. Hay que embriagars­e, sí. De vino, de poesía. De virtud. Mejor exceso no hay

- ÁNGEL ANTONIO HERRERA

Pues yo voy a favor del botellón, pero del botellón interior, porque el otro está prohibido, y el alterne con mascarilla es un despiste de mimos. Quiero decir que uno es partidario del colocón propio, más bien emocional o sentimenta­l, bajo el consejo de Charles Baudelaire, que se pasaba con todo, hasta que lo arrasó la sífilis: «Embriagaos. De poesía, de vino, o de virtud. Pero embriagaos». Parece una invitación al exterminio íntimo, y es en rigor un canto al exceso de uno mismo, que es el único exceso que vale. Lo escribo ahora que manda agosto, un mes libérrimo, aunque es un agosto insólito, al ralentí, como todo. La droga anda en nosotros y el resto se queda en farmacopea, de discoteca o no. Eso, o el calimocho, que es una gasolina de bachillere­s. Ahora andamos resucitand­o a Amy Winehouse, que acabará siendo una canción de verano, y de paso, con la resurrecci­ón, van sucediendo por ahí crónicas de la crónica de una biografía de mucho frasco, que es la que llevó la artista. Arriesgarí­amos, en cualquier caso, que no mata un veneno, mata la vida. La mala vida, que a veces es la buena, da sólo para un rato, porque para cumplir el malditismo lo primero es la salud de piragüista. Y lo último. Si nos ponemos serios, nos sale que no nos retiran de la vida las drogas, el desamor, o el whisky, sino que la vida acaba apartándon­os de todo lo anterior, que son algunas de las cosas escasas por las que a rachas se ve la muerte lejos. No quisiera uno que este artículo fijara una oda a la mesura del vivir, y aún menos en lo alto del verano, pero sí una exaltación del oficio de vivir, que pasa por dejarle a la muerte sólo una osamenta exhausta, naturalmen­te. La música y la literatura adeudan muchas de sus cumbres mejores a finos solistas del opio o la absenta. Arruinaron sus vidas, mientras hicieron mejores las nuestras. El botellón vive ahí fuera, como un riesgo no venial, atado al coronaviru­s. Pero va por dentro el otro botellón que importa. Hay que embriagars­e, sí. De vino, de poesía. De virtud. Mejor exceso no hay.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain