LAS MIL CARAS DE LA MENTIRA
Los expertos aseguran que la mentira siempre ha existido y que es una conducta aprendida. Para que los mentirosos triunfen se necesita gente dispuesta a creerlos. Los embustes son, además, un arma política. Lo que está claro es que no es un acto sin propósito. Y también existe el ‘efecto Pinocho’
Como a ser simpático, mostrarse formal o preferir el silencio de los reservados, a mentir también se aprende en la infancia. «Cualquier comportamiento se desarrolla porque es útil. Esto incluye pensamientos, emociones y conductas. Si mintiendo se obtiene algo, la mentira se repite en el futuro», explica Iván Chamizo, del Centro de Psicología Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid. «En un momento puntual, todos podemos mentir, y eso no es algo necesariamente malo, porque puede ayudarnos en algunas situaciones. Sin embargo, si es algo repetitivo y se mantiene a largo plazo, puede llegar a perjudicar a la persona y su ambiente próximo», añade Andrea Collado Díaz, psicóloga de la misma institución.
«El cien por cien de los mortales miente –resume la especialista Míriam González, vocal del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid–. Es un fenómeno universal».
La mentira pertenece al debate público. Es frecuente que los políticos se acusen entre sí de cometer esa falta, o que los ciudadanos califiquen de mentirosos a los responsables de gestionar el país. Como si fuera otra pandemia, se acepta la idea de que para frenarla hay que establecer restricciones y medir su impacto. En una iniciativa inaudita, ‘The Washington Post’ decidió contar las mentiras que había dicho el expresidente de Estados Unidos Donald Trump. El periódico calculó que había articulado alrededor de 30.000. La palabra ‘fact checking’ (comprobación de hechos) también está de moda en los debates sobre periodismo. Por ejemplo, la agencia AFP ha puesto en marcha AFP Factual, una página dedicada a denunciar «informaciones potencialmente dudosas». El fenómeno vive su auge en la edad de las ‘fake news’ (las noticias falsas), la amenaza que ha llevado al Gobierno de España a abrir su cuestionada Comisión Permanente contra la Desinformación. El llamado ‘Ministerio de la Verdad’.
Arma política
«En política, la mentira existe desde que hay datos, en la Edad Antigua, y también en el presente. No solo por motivos filosóficos, sino además estratégicos y tácticos», señala Francisco Collado, politólogo y profesor de la Universidad de Málaga. «Cuando se piensa en los gobernantes antiguos, por ejemplo, en los de la Edad Media, muchas personas creen que los reyes de entonces eran más ecuánimes, justos y sinceros, pero eso es un autoengaño. Es muy difícil imaginar un escenario histórico en el que la mentira no exista en la vida pública», asevera.
Los resultados de las investigaciones son paradójicos. El politólogo canadiense André Blais concluyó en 1999 que la mayoría de la gente creía que la honestidad era el valor político más importante –por encima de la libertad, la igualdad o la compasión–, pero la mitad también creía que era apropiado no decir toda la verdad para librarse de un apuro. El 45 por ciento de los encuestados se mostraba dispuesto a mentir para proteger a un amigo. Lo cierto es que el progreso no ha logrado que la sin