Un año en el dique seco en Beirut
∑El Líbano recordó ayer con ira y dolor la explosión que en 2020 devastó su puerto, dejó 214 muertos y 6.500 heridos, y sigue envuelta en la impunidad
Un año después de la mortífera explosión en el puerto de Beirut, el Líbano recordó ayer la gigantesca explosión que hizo estragos en la capital, con una mezcla de dolor por la pérdida de vidas e ira por la impunidad que rodea a su peor desastre en tiempos de paz. A pesar de la dimensión de esta tragedia que traumatizó al país, ningún responsable ha sido llevado ante la justicia y la investigación no avanza, obstaculizada por la política. El 4 de agosto de 2020, los bomberos fueron enviados al puerto para apagar un incendio. Pasadas las 18.00 hora local, (15.00 GMT), la explosión –que devastó barrios enteros de la capital–dejó 214 muertos y más de 6.500 heridos.
Familiares de las víctimas y supervivientes organizaron vigilias, oraciones, ceremonias y marchas para honrar a quienes murieron en la explosión, cuyas ondas expansivas se sintieron hasta en Chipre. Varios trabajadores portuarios quedaron sepultados bajo silos de granos destruidos, mientras los bomberos que combatían un incendio ocurrido antes de la explosión fallecieron pulverizados. Asimismo, varios transeúntes murieron aplastados y algunas personas, que fueron alcanzadas por los trozos de vidrio disparados por el impacto, murieron desangradas en sus casas.
Escasa reconstrucción
Un año después, la situación en el puerto dista mucho de lo que era tiempo atrás. Incluso hay partes del puerto que no han cambiado desde aquella explosión. Najat Rochdi, coordinadora humanitaria de Naciones Unidas en Líbano, destacó ayer que las consecuencias de las «devastadoras» explosiones «aún reverberan un año después». Ante esta situación, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunció ayer que París entregará otros cien millones de euros en ayuda de emergencia al Líbano, Asimismo, hizo hincapié en que las autoridades francesas «contribuirán igualmente a la reconstrucción del puerto, verdadero pulmón de Líbano».
La fecha de la tragedia fue declarada día de duelo nacional, pero el dolor se ha ido convirtiendo en ira ante la impunidad por los hechos. Las autoridades adjudicaron la tragedia a 2.750 toneladas de nitrato de amonio, abandonadas «sin medidas de precaución» desde hace más de seis meses en el puerto. Un año más tarde, la opinión pública sigue esperando las conclusiones. Asimismo, también denuncia las injerencias políticas que podrían sabotear el caso. La clase política ha utilizado su inmunidad para evitar acusaciones en su contra, y ha hecho todo lo posible para impedir el trabajo del principal juez que investiga el desastre, Tarek Bitar. Este busca inculpar a varios exministros y altos funcionarios, pero la inmunidad que los protege frente a sus responsabilidades frena el avance de los procesamientos.
A pesar de los obstáculos, la investigación está «terminada en tres cuartas partes», indica a la Afp una fuente judicial cercana al expediente.
En paralelo, los legisladores libaneses no se ponen de acuerdo sobre la formación de un gobierno, lo que ha provocado, además, una situación de vacío de poder en el país.