ABC (Andalucía)

La verbena gallega, a medio gas por las restriccio­nes

► Los profesiona­les del sector viven otro verano fatal por la pandemia, con más restriccio­nes que oportunida­des

- LORENA DE LA TORRE

El sector profesiona­l de las verbenas gallegas, un patrimonio que cada verano devuelve la vida a los pueblos, desde el más recóndito hasta aldeas de apenas tresciento­s habitantes, ve con preocupaci­ón su futuro, el segundo consecutiv­o que se ve parado por la pandemia, y ya no descarta que muchas empresas se vean abocadas a cerrar en medio de la incertidum­bre por las restriccio­nes sanitarias.

«Es muy fácil decir que esto no está para fiestas, pero muchas familias vivimos de esto», asiente Dani Dopazo, integrante de la orquesta Ocaband, quien pregunta por qué una verbena de cuatrocien­tas o quinientas personas tiene que cumplir los mismos requisitos que un concierto con miles de personas.

Y es que lo cierto es que hablar de Galicia es hablar de verbenas y fiestas populares. Con la llegada del verano, el sector se convierte en un suculento negocio que da empleo a cerca de seis mil personas de forma directa, y también indirectos, y que mueve millones de euros. Es raro que uno no se encuentre con una fiesta popular en una comunidad que puede llegar a acoger cerca de 8.000 fiestas en un año. Al menos esto era así hasta hace dos años, cuando la pandemia golpeó a toda la actividad no esencial.

Después de año y medio de confinamie­nto, las comisiones de fiestas, gestionada­s por los propios vecinos, luchan por mantener viva esta tradición, pese a que la mayor parte de fiestas populares se han visto reducidas a su mínima expresión, todo ello agravado porque los ayuntamien­tos no quieren asumir riesgos. En muchos casos, la fiesta se ciñe a una misa o una pequeña procesión.

En medio de esta incertidum­bre, se pueden ver algunos brotes verdes. En Baldráns, una pequeña parroquia enclavada en el municipio de Tui (en Pontevedra), la comisión de fiestas fue una de las pocas que se animó a celebrar su tradiciona­l romería.

«Es el primer día que nos subimos al escenario», comenta Felipe González, representa­nte de la veterana orquesta Los Player’s, de Ferrol, que es una de las pocas que han decidido reanudar su actividad, en medio de la incertidum­bre▶ «Es como empezar de nuevo».

La formación tenía que haber celebrado el año pasado su sesenta aniversari­o, pero la pandemia truncó todos sus planes y no pudo presentar su espectácul­o después de varios meses de preparativ­os. Allí, la asociación de vecinos no dejó nada al azar▶ las actuales restriccio­nes obligan a los organizado­res a contar con zonas delimitada­s para baile y comida, registro de entrada, mesas separadas, uso obligatori­o de mascarilla, aseos... Algo complicado.

En la zona de baile, Emilio, un vecino de Baldráns, comentaba que el Gobierno debería implicarse más para ayudar a este sector. «Que me perdonen los políticos, pero no entiendo cómo tienen todo esto cerrado», decía este vecino, quien opina que «la gente tiene que vivir».

El resultado, un éxito rotundo▶ parejas bailando con mascarilla, zonas delimitada­s, registro a la entrada y largas colas para poder conseguir una ración de pulpo o bebida fueron la tónica habitual durante la jornada.

La incertidum­bre ha llevado a que las orquestas se encuentren a medio gas y otras, directamen­te, han optado por no subirse a los escenarios▶ «Nos acaban de decir que no podemos actuar mañana, elevaron las restriccio­nes aquí al lado», comenta Felipe. Un nuevo jarro de agua fría para un sector que confiaba en poder salvar esta temporada.

La necesidad de contar con protocolos es un aspecto que señala Manuel Fariña, presidente de la Asociación Galega de Orquestas, quien reclama más apoyos para salvar la situación de estas empresas. Convertido en un atractivo negocio de millones de euros que da trabajo a cerca de 6.000 personas, sus profesiona­les ven el futuro negro▶ «Son dos temporadas ya. A nosotros no nos sirve de nada que esto se reabra en octubre. Esto nos está matando».

Los profesiona­les se quejan

«Es muy fácil decir que esto no está para fiestas, pero muchas familias vivimos de esto», denuncia Dani Dopazo, de Ocaband

de la disparidad de criterios que existen, al permitirse, por un lado, las aglomeraci­ones en centros comerciale­s y los botellones en la calle mientras el sector de las orquestas sigue paralizado.

«No puede ser que unos sí y otros no», abunda Dani Dopazo, quien reivindica la importanci­a de las verbenas, todo un microhábit­at musical en la dinamizaci­ón económica de estos territorio­s.

Sin fuegos artificial­es

Para hacerse una idea del volumen que representa este sector, basta analizar algunos estudios que indican que la verbena gallega está conformada por unas trescienta­s orquestas. A ello hay que sumar numerosos dúos y tríos. Todo un enjambre de profesiona­les que se completa con las empresas del suministro eléctrico (encargados de luces), pirotecnia­s, puestos de pulpo, hostelería, así como atraccione­s. Recienteme­nte, O Grove fue uno de los últimos ayuntamien­tos en suprimir los puestos por el aumento de casos.

Las empresas pirotécnic­as ha sido unas de las últimas en lanzar un SOS para evitar otro verano «en blanco» y, por ende, la puntilla definitiva del sector, que ha pasado de tener 45 empresas a dieciséis en apenas tres décadas. La patronal alerta del riesgo de desaparici­ón y piden que se les deje desarrolla­r su actividad tradiciona­l, que se encuentra «arraigada a la cultura popular de Galicia desde hace siglos».

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En Baldráns la comisión de fiestas se animó a celebrar su tradiciona­l romería, pero con restriccio­nes
// MIGUEL MUÑIZ UNA VERBENA CON RESTRICCIO­NES En Baldráns la comisión de fiestas se animó a celebrar su tradiciona­l romería, pero con restriccio­nes
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