Belarra y el bombero torero
Podemos quiere decirnos qué hacer con las capacidades y discapacidades
EL liderazgo de Ione Belarra en Podemos, en ese tinder que sostiene al Gobierno, es tan suave, tan blando, que se diría todo de algodón. Belarra no te va a cambiar las condiciones objetivas de base, pero desde que dejó el peinado a lo hacha y anda en Madrid y se mueve por la cosa confederal, se la ve con unos desvelos que mueven a la ternura. Lo mismo con los animales –el podemismo es franciscano o no será– que en otras ideas que Belarra, con su pupila azul en la pupila gris estraza de la actualidad, va clavando. La cuestión viene de que el ministerio de Belarra va ahora a por el espectáculo del bombero torero, que como bien sabemos inspiró a Chaplin en una doble dirección y es de esos ‘shows’ que vistos a la distancia, igual que en el poema de Alcántara, quizá fueran los más nuestros.
El ministerio ‘bien pagao’ de Belarra, cuyas funciones son lo que son, se empeñó en dejar a la provincia de Badajoz sin esa suerte taurina que mezcla el humor y la tauromaquia en un oficio que ha mantenido a tantas familias. Belarra quiere colectivizar a quienes padecen enanismo, como si la displasia ósea fuese motivo suficiente para negar el pan y la sal a esta gente que no sólo tiene que dominar el Arte de Cúchares, sino que debe arrancar sonrisas entre las Puertas Grandes y las enfermerías, ausentes, de tantos cosos perdidos de la España Vacía.
Uno no duda de las buenas intenciones de Belarra con la dehesa y con las cuadrillas de bomberos toreros a los que, por el momento, no se les ha puesto sobre la mesa un plan serio de reconversión como sí hicieron otras Administraciones con la minería o con las cuotas de pesca. Uno no duda tampoco que la secretaria general de Podemos se preocupe por el bienestar moral de la buena gente de Zahínos (pueblo pacense de evocaciones taurinas que seguro que Belarra y el Gobierno conocen de tanto pasearse en el imposible tren bala por la Sierra Suroeste de Badajoz).
Pero a la ministra le contesta la gente del gremio; las cuadrillas de profesionales que ven que les hurtan una forma de vida. Tantas familias de artistas que dieron contenido y arrancaron una sonrisa de admiración a una España deprimida en la que después del ‘festejo cómico-taurino’ había baile, chocolatillo y la posibilidad de arrimarse al amor de verbena en verbena, de año en año.
Dar por supuesto que una tradición española –sublimada por Cantinflas– denigra por sí misma al enanismo es llevar al público ‘trollero’ de Twitter, a los submarinos mediáticos afines y a medio país a un supuesto que, de partida, es falaz acaso que el público que va a los toros es sangriento y en su depravación llega a sentirse igual que Felipe IV ante Nicolasito Pertusato según nos lo pintó Velázquez, que, como ahora dicen de todo El Prado, era de un machismo de tomo y lomo.
Podemos ha cogido la senda y no la va a dejar diciendo qué hacer con nuestras capacidades y discapacidades.
NIETO JURADO