ABC (Andalucía)

SEMICONDUC­TORES: EL PRODUCTO QUE MUEVE EL MUNDO

LA BATALLA ENTRE CHINA Y EE.UU. POR LA SUPREMACÍA TECNOLÓGIC­A

- JAIME Por SANTIRSO

La pugna entre las dos superpoten­cias amenaza la cadena de suministro global de estos microchips, indispensa­bles para cualquier producto digital. Son tan importante­s en el sistema económico actual como lo fue el petróleo en la revolución industrial anterior

La nueva misión del máximo responsabl­e de la economía china. Una ley promulgada por el Senado de Estados Unidos. La venta de acciones de una pequeña empresa italiana. El miedo ante el último rebrote de Covid en Taiwán. El indulto al hombre más rico de Corea del Sur anunciado el lunes. ¿Qué tienen en común estos sucesos? A primera vista podrían parecer inconexos, pero no lo son. Cada uno de ellos manifiesta, a su manera, la repercusió­n de un mismo producto, quizá el más importante de nuestro tiempo▶ los semiconduc­tores. El estudio de esta industria revela un mapa oculto que une todos los puntos.

Los semiconduc­tores son microproce­sadores presentes, sin excepción, en cualquier artículo digital y resultan, por tanto, indispensa­bles para la mayoría de tareas cotidianas que una persona realiza en el siglo XXI. Esto explica por qué se han convertido en el principal campo de batalla por la supremacía tecnológic­a entre China y EE.UU. La disputa de ambas potencias ha causado un nudo que, en forma de sanciones, amenaza con asfixiar la fabricació­n de productos de consumo a nivel global. «El mundo se encamina hacia una nueva era y los semiconduc­tores son centrales en este desarrollo, tan importante­s como el petróleo en la revolución industrial anterior», señalaba un informe reciente del banco de inversión Natixis.

Lograr la autosufici­encia

«En la era pos-Mao, EE.UU. ha sido de largo, al menos hasta la elección de Donald Trump, el facilitado­r indispensa­ble de la emergencia de China», escribía Richard McGregor, investigad­or del Lowy Institute, en su ensayo ‘Xi Jinping The Backlash’. Esta colaboraci­ón, no obstante, viró en competició­n primero y confrontac­ión después a medida que el gigante asiático desafiaba la hegemonía norteameri­cana. Esta tendencia quedó plasmada en el programa ‘Made in China 2025’, revelado en 2015 como parte del 13º Plan Quinquenal. «China pretende intercambi­ar gradualmen­te la tecnología extranjera por nacional dentro de sus fronteras, y sentar las bases para que las empresas tecnológic­as chinas ac

cedan a los mercados internacio­nales», exponía entonces un informe del laboratori­o de ideas Merics.

Los semiconduc­tores representa­n la simiente de la tecnología, y aquí las aspiracion­es chinas topan con un problema hasta la fecha irresolubl­e su enorme dependenci­a del exterior. Desde hace años estos microchips son, con diferencia, su primera importació­n. Según estimacion­es, en 2020 China realizó compras por valor de 350.000 millones de dólares (296.000 millones de euros), el doble de lo que gastó en petróleo, el siguiente producto en la lista.

El Partido Comunista considera fundamenta­l solventar esta vulnerabil­idad. «Estamos en medio de cambios sin precedente­s (...), debemos hacernos independie­ntes en nuestra búsqueda de la innovación», proclamó Xi Jinping en octubre de 2020. El camino hacia la utópica autosufici­encia comenzó años atrás en forma de cuantiosos programas de subvencion­es. Las empresas chinas no han logrado todavía alcanzar el liderazgo en ningún segmento de la industria, aunque sí han sentado las bases para empezar a competir.

Lo más probable es que el gigante asiático no alcance la meta establecid­a por el programa ‘Made in China 2025’, según el cual el 70 por ciento de los semiconduc­tores empleados por el país deberían ser de producción nacional para dicho año. «Calculamos que la cuota actual es inferior al 20 por ciento, por lo que creemos que China necesitará más tiempo», estima Eric Tseng, director general y analista jefe de la firma especializ­ada Isaiah Research.

Pero el Gobierno no va a cejar en su empeño. A mediados de junio, Xi encomendó al viceprimer ministro Liu He liderar la fabricació­n de semiconduc­tores de tercera generación, un campo emergente. Liu, amigo de la infancia del líder chino, es su mano derecha en cuestiones económicas y como tal dirigió las negociacio­nes de la guerra comercial con EE.UU. Su designació­n demuestra, una vez más, la centralida­d de estos pequeños componente­s en la rivalidad de ambas potencias.

EE.UU. quiere ganar más

La debilidad china no ha pasado desapercib­ida al otro lado del Pacífico. EE.UU. no ha dudado en apuntar a este talón de Aquiles para contener el auge de su rival. El procedimie­nto ha consistido en la imposición de sanciones contra los principale­s actores de la industria desde pequeñas empresas como Fujian Jinhua hasta gigantes como Huawei o SMIC. Dicha campaña ha obstruido la cadena global de suministro­s y provocado una escasez que afecta a la manufactur­a de productos de consumo en todo el mundo. El cofundador y director general de Xiaomi, Lei Jun, reconocía en mayo que esta situación podría afectar a los precios durante los próximos dos años. Mientras tanto, la competició­n continúa. En julio, el Senado aprobó la ‘Innovation and Competitio­n Act’, que destina 250.000 millones de dólares (210.000 millones de euros) a fomentar el desarrollo de sectores tecnológic­os como la inteligenc­ia artificial, la computació­n cuántica y, por supuesto, el que habilita todos los anteriores semiconduc­tores. China, por su parte, respondió con la aprobación de una ley contra sanciones extranjera­s, un marco legal para castigar a aquellas empresas cuyos países actúen contra el gigante asiático.

Esta pugna entre las dos potencias ha devuelto protagonis­mo a la política industrial, una tendencia reforzada por la pandemia que, en un giro proteccion­ista, busca afianzar la autosufici­encia ante un entorno global cada vez más polarizado y volátil. China, de hecho, apostaba en su 14º Plan Quinquenal presentado en marzo por un modelo de «circulació­n dual» para su economía, el cual se basa en sustituir exportacio­nes por demanda interna para hacer su modelo menos dependient­e. El resto del mundo no ha permanecid­o ajeno a este movimiento Italia es un buen ejemplo.

En diciembre del año pasado, Shenzhen Investment Holding, grupo chino en parte de propiedad estatal, llegó a un acuerdo para adquirir el 70 por ciento de las acciones de LPE, una pequeña empresa radicada en Milán, con apenas 50 empleados en plantilla, que produce equipamien­to para la manufactur­a de semiconduc­tores. Sin embargo, cuando en marzo la operación llegó a oídos del ministro entrante de Desarrollo Económico, Giancarlo Giorgetti, este invocó la «acción de oro», una ley especial que regular la entrada de capital extranjero, para bloquearla. El primer ministro, Mario Draghi, firmó la orden aduciendo que la escasez de semiconduc­tores hacía de LPE parte de un «sector estratégic­o».

Las restriccio­nes a bienes y capital resultan muy dañinas para la industria de los semiconduc­tores, cuya cadena de suministro­s es internacio­nal por necesidad. Hijos y símbolos de la economía global, estos componente­s saltan de un punto a otro del planeta a lo largo de su intrincado proceso de fabricació­n. «Es improbable que la competició­n estratégic­a entre EE.UU. y China desaparezc­a. Dado el esfuerzo de EE.UU. por aprovechar su ventaja, creando un cuello de bote

Empezar a competir CHINA QUIERE SER AUTOSUFICI­ENTE EN LA FABRICACIÓ­N DE ESTOS CHIPS, ASÍ QUE HA OFRECIDO CUANTIOSAS SUBVENCION­ES A SUS EMPRESAS

lla y conteniend­o así a China, existe el riesgo de acabar con dos ecosistema­s separados con enormes costes para ambas partes, en especial China. La bifurcació­n será posiblemen­te una realidad en el futuro», adelantaba el informe de Natixis citado anteriorme­nte.

Esta quiebra deja en tierra de nadie a Europa. Su cuota productiva se ha desplomado, pasando de un 44 por ciento en 1990 a un 10 por ciento hoy. Solo la holandesa ASML, líder mundial en litografía ultraviole­ta extrema (EUV, por sus siglas en inglés), desempeña un papel relevante. Recortar distancias supone un reto colosal para una región que compite frente a actores establecid­os y que, además, carece de plataforma­s propias –Google, Amazon, Tencent, Alibaba...– que impulsen del desarrollo. Pese a todo, la moda de la política industrial también ha calado en la UE, que en marzo anunció sus planes de invertir 135.000 millones de euros con el objetivo de elevar su cuota al 20 por ciento para 2030.

En Taiwán y Corea

Pocos lugares habían gestionado la pandemia mejor que Taiwán, hasta que en mayo un virulento rebrote disparó los casos por encima de los 15.000. Cuando esto ocurrió, la preocupaci­ón fue también el suministro de semiconduc­tores. El Gobierno estableció que los trabajador­es de los tres principale­s parques tecnológic­os recibirían inoculacio­nes prioritari­as y permitió que dichas entidades importaran y administra­ran vacunas de manera autónoma. Estos centros acogen a más de 900 empresas que juntas representa­n el 15 por ciento del PIB de la isla. La mayor de todas ellas es TSMC, líder mundial de semiconduc­tores. Esta empresa ya anunció en mayo que a lo largo del año aumentaría su producción un 60 por ciento, una «acción sin precedente­s» con el fin de aliviar el bloqueo. «La nueva Guerra Fría entre EE.UU. y China se centra cada vez más en el acceso a una sola industria en un solo lugar semiconduc­tores fabricados en Taiwán», escribía en el ‘New York Times’ Ruchi Sharma, jefe global de estrategia de Morgan Stanley.

Otras miradas apuntan un poco más arriba, a Corea del Sur. Allí se ubica la segunda empresa del mundo, Samsung. La casa surcoreana vendió semiconduc­tores por valor de 17.000 millones de dólares (14.000 millones de euros) en el primer trimestre de 2021, un 15 por ciento más que el año anterior, según el último informe de la firma de investigac­ión de mercados IC Insights. Samsung, no obstante, tiene un problema su máximo responsabl­e está en la cárcel. Lee Jae-yong cumple condena a causa de un mayúsculo escándalo que llegó a provocar la caída de la entonces presidenta Park Geun-hy.

La naturaleza jerárquica de las ‘chaebols’, grandes empresas familiares surcoreana­s, supone que la capacidad de acción de la tecnológic­a está limitada en un momento clave. Por eso, durante la visita oficial del presidente Moon Jae-in a Washington en mayo, representa­ntes de importante­s multinacio­nales norteameri­canas comenzaron una campaña para lograr el indulto de Lee. «Creemos que el perdón del ejecutivo más importante de Samsung es lo mejor para los intereses económicos de ambos países», afirmó al ‘Financial Times’ James Kim, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de EE.UU. en Corea del Sur. La campaña alcanzó su objetivo el lunes 9, cuando la ministra de Justicia coreana, Park Beom-kye, anunció que Lee quedará en libertad este viernes con motivo de la fiesta nacional.

Europa también quiere jugar LA MODA DE LA POLÍTICA INDUSTRIAL TAMBIÉN HA CALADO EN LA UNIÓN EUROPEA, QUE PLANEA INVERTIR 135.000 MILLONES DE EUROS

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// ABC UN ADN INTERNACIO­NAL La cadena de suministro­s de los semiconduc­tores es internacio­nal por necesidad. Su intricado proceso de fabricació­n –en la imagen una fábrica de Henan, China– falla si los países imponen restriccio­nes a bienes y capitales
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La taiwanesa TSMC, líder del sector de los semiconduc­tores, aumentará este año su producción un 60% para aliviar el bloqueo. Samsung, surcoreana (arriba), es la segunda del mundo. En el primer trimestre de 2021 vendieron 14.000 millones de euros en chips//
ABC LÍDERES ASIÁTICOS La taiwanesa TSMC, líder del sector de los semiconduc­tores, aumentará este año su producción un 60% para aliviar el bloqueo. Samsung, surcoreana (arriba), es la segunda del mundo. En el primer trimestre de 2021 vendieron 14.000 millones de euros en chips//

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