Sospechan que un barco con 20.000 kilos de hachís financiaba redes yihadistas
Fue abordado cerca de Fuerteventura tras una investigación de la Policía y Vigilancia Aduanera
Una empresa libia; un barco listo para el desguace y a punto de naufragar; una tripulación siria y la sospecha de la financiación de redes yihadistas. Estos son los elementos de una operación de la Policía y el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) –también colaboró la Dnred francesa, homóloga de este organismo español– en la que se intervino un carguero que llevaba en su panza 20 toneladas de hachís, el segundo mayor alijo de esta droga intervenido en Canarias.
Fueron agentes del SVA los que abordaron el barco contrabandista, de nombre Natalia, a unas 40 millas al sureste de Fuerteventura. En ese momento el mercante corría un serio riesgo de hundimiento. Es habitual que estas organizaciones de narcotraficantes utilicen embarcaciones en mal estado que realizan su último viaje. Una vez han finalizado la travesía se procede a su destrucción o desguace.
La investigación arrancó en enero de 2021 y estaba centrada en una empresa naval localizada en Líbano, que proporcionaba servicios de logística relacionados con transporte marítimo a clientes privados. Esta sociedad estaba vinculada a la aprehensión de 13,6 toneladas de un carguero de su propiedad en 2016 en Libia y estaba en el foco de la investigación.
En el marco de esa investigación, apoyada por el Citco (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado) y el Centro de Coordinación Marítima, los agentes comprobaron cómo en julio de 2021 uno de los buques de su propiedad, localizado en Turquía, realizaba cambios significativos en el registro de la embarcación, lo que hizo levantar las sospechas. Estas alteraciones eran cambiar su nombre –pasó a denominarse Natalia– y su bandera, que dejó de pertenecer a Togo para ser de Palau.
Los investigadores realizaron un seguimiento del área geográfica de actuación y la vinculación de la empresa a anteriores aprehensiones, constatando cómo por la derrota del barco desde su salida de Turquía cruzaba el Mediterráneo, confirmando las sospechas de los investigadores, ya que el mismo se dirigía hacia Marruecos. Allí cargó la mercancía y volvió a zarpar rumbo a Libia. Tras detectar la cercanía del mercante a las aguas de Canarias se decidió su interceptación, por lo que los dos patrulleras del Servicio de Vigilancia Aduanera partieron la noche del pasado sábado a su encuentro.
El domingo se localizó la embarcación sospechosa, de bandera de Palau, a unas 40 millas del sudeste de Fuerteventura. Los funcionarios detectaron que el mercante estaba en serio riesgo de hundimiento, al detectar importantes vías de agua y deficiencias en el motor. Además comprobaron que junto un transporte ordinario de yeso en su bodega había un cargamento de hachís, por lo que se procedió a la detención de sus once tripulantes.
La embarcación fue llevada al puerto de Las Palmas, donde atracó la noche del domingo. El mal estado del buque obligó a hacer un intenso trabajo para poder mantenerlo a flote. El pasado lunes se hizo un registro más exhaustivo de la embarcación en el que se localizaron 638 fardos que contenían 19.876 kilos de hachís. Además, en una de las áreas comunes de la embarcación se hallaron cerca de 26 kilos de polen, que habrían sido introducidos por la tripulación para sacar un pequeño beneficio. Los detenidos, todos ellos sirios, serán puestos a disposición de la Audiencia Nacional.
De esta operación llaman la atención varias cosas: la primera, que el barco había salido de Turquía; la segunda, la implicación de la empresa libia y, la tercera, que la tripulación fuese siria. Informes confidenciales de las policías francesas, italianas y españolas señalaban en 2016 que los traficantes marroquíes habían abierto una nueva ruta del hachís. Según esos documentos mercancías y pesqueros llenaban parte de sus bodegas de esa droga y la desembarcan en puntos hasta entonces fuera de los canales habituales como Libia, Malta, Siria o Egipto. Con esas operaciones se podrían financiar redes yihadistas, según explicaban fuentes policiales. Para analizar ese fenómeno Europol organizó reuniones al más alto nivel en Roma, Madrid y Rabat.
El momento de entrada en funcionamiento de esa nueva vía del hachís, que se conoce como ‘ruta del Mediterráneo oriental’ no se conoce con exactitud, pero sí se tiene constancia de que fue a finales del 2013, coincidiendo con el comienzo de la guerra de Siria. A partir de entonces empezaron a abordarse embarcaciones, principalmente turcas, que transportaban droga con destino a puertos o playas que quedaban fuera de las rutas habituales o sencillamente a enclaves litorales de países sumidos en procesos bélicos, como Libia. En este país, para poder almacenar la droga hay que contar con los grupos terroristas, según las fuentes consultadas por ABC.
Las mismas fuentes explican que trabajan con la hipótesis de que este alijo iba a servir para financiar redes yihadistas, entre otras cosas porque para almacenar la droga en Libia tienen que pagar a estas tramas, entre otras cosas porque si el hachís viaja desde Senegal hasta Libia ese trayecto lo tienen que garantizar los grupos terroristas que dominan el Sahel.
Los narcos de la ‘ruta del Mediterráneo’, abierta desde al menos 2013, pueden financiar a grupos yihadistas