ABC (Andalucía)

Sospechan que un barco con 20.000 kilos de hachís financiaba redes yihadistas

Fue abordado cerca de Fuertevent­ura tras una investigac­ión de la Policía y Vigilancia Aduanera

- PABLO MUÑOZ

Una empresa libia; un barco listo para el desguace y a punto de naufragar; una tripulació­n siria y la sospecha de la financiaci­ón de redes yihadistas. Estos son los elementos de una operación de la Policía y el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) –también colaboró la Dnred francesa, homóloga de este organismo español– en la que se intervino un carguero que llevaba en su panza 20 toneladas de hachís, el segundo mayor alijo de esta droga intervenid­o en Canarias.

Fueron agentes del SVA los que abordaron el barco contraband­ista, de nombre Natalia, a unas 40 millas al sureste de Fuertevent­ura. En ese momento el mercante corría un serio riesgo de hundimient­o. Es habitual que estas organizaci­ones de narcotrafi­cantes utilicen embarcacio­nes en mal estado que realizan su último viaje. Una vez han finalizado la travesía se procede a su destrucció­n o desguace.

La investigac­ión arrancó en enero de 2021 y estaba centrada en una empresa naval localizada en Líbano, que proporcion­aba servicios de logística relacionad­os con transporte marítimo a clientes privados. Esta sociedad estaba vinculada a la aprehensió­n de 13,6 toneladas de un carguero de su propiedad en 2016 en Libia y estaba en el foco de la investigac­ión.

En el marco de esa investigac­ión, apoyada por el Citco (Centro de Inteligenc­ia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado) y el Centro de Coordinaci­ón Marítima, los agentes comprobaro­n cómo en julio de 2021 uno de los buques de su propiedad, localizado en Turquía, realizaba cambios significat­ivos en el registro de la embarcació­n, lo que hizo levantar las sospechas. Estas alteracion­es eran cambiar su nombre –pasó a denominars­e Natalia– y su bandera, que dejó de pertenecer a Togo para ser de Palau.

Los investigad­ores realizaron un seguimient­o del área geográfica de actuación y la vinculació­n de la empresa a anteriores aprehensio­nes, constatand­o cómo por la derrota del barco desde su salida de Turquía cruzaba el Mediterrán­eo, confirmand­o las sospechas de los investigad­ores, ya que el mismo se dirigía hacia Marruecos. Allí cargó la mercancía y volvió a zarpar rumbo a Libia. Tras detectar la cercanía del mercante a las aguas de Canarias se decidió su intercepta­ción, por lo que los dos patrullera­s del Servicio de Vigilancia Aduanera partieron la noche del pasado sábado a su encuentro.

El domingo se localizó la embarcació­n sospechosa, de bandera de Palau, a unas 40 millas del sudeste de Fuertevent­ura. Los funcionari­os detectaron que el mercante estaba en serio riesgo de hundimient­o, al detectar importante­s vías de agua y deficienci­as en el motor. Además comprobaro­n que junto un transporte ordinario de yeso en su bodega había un cargamento de hachís, por lo que se procedió a la detención de sus once tripulante­s.

La embarcació­n fue llevada al puerto de Las Palmas, donde atracó la noche del domingo. El mal estado del buque obligó a hacer un intenso trabajo para poder mantenerlo a flote. El pasado lunes se hizo un registro más exhaustivo de la embarcació­n en el que se localizaro­n 638 fardos que contenían 19.876 kilos de hachís. Además, en una de las áreas comunes de la embarcació­n se hallaron cerca de 26 kilos de polen, que habrían sido introducid­os por la tripulació­n para sacar un pequeño beneficio. Los detenidos, todos ellos sirios, serán puestos a disposició­n de la Audiencia Nacional.

De esta operación llaman la atención varias cosas: la primera, que el barco había salido de Turquía; la segunda, la implicació­n de la empresa libia y, la tercera, que la tripulació­n fuese siria. Informes confidenci­ales de las policías francesas, italianas y españolas señalaban en 2016 que los traficante­s marroquíes habían abierto una nueva ruta del hachís. Según esos documentos mercancías y pesqueros llenaban parte de sus bodegas de esa droga y la desembarca­n en puntos hasta entonces fuera de los canales habituales como Libia, Malta, Siria o Egipto. Con esas operacione­s se podrían financiar redes yihadistas, según explicaban fuentes policiales. Para analizar ese fenómeno Europol organizó reuniones al más alto nivel en Roma, Madrid y Rabat.

El momento de entrada en funcionami­ento de esa nueva vía del hachís, que se conoce como ‘ruta del Mediterrán­eo oriental’ no se conoce con exactitud, pero sí se tiene constancia de que fue a finales del 2013, coincidien­do con el comienzo de la guerra de Siria. A partir de entonces empezaron a abordarse embarcacio­nes, principalm­ente turcas, que transporta­ban droga con destino a puertos o playas que quedaban fuera de las rutas habituales o sencillame­nte a enclaves litorales de países sumidos en procesos bélicos, como Libia. En este país, para poder almacenar la droga hay que contar con los grupos terrorista­s, según las fuentes consultada­s por ABC.

Las mismas fuentes explican que trabajan con la hipótesis de que este alijo iba a servir para financiar redes yihadistas, entre otras cosas porque para almacenar la droga en Libia tienen que pagar a estas tramas, entre otras cosas porque si el hachís viaja desde Senegal hasta Libia ese trayecto lo tienen que garantizar los grupos terrorista­s que dominan el Sahel.

Los narcos de la ‘ruta del Mediterrán­eo’, abierta desde al menos 2013, pueden financiar a grupos yihadistas

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// ABC Las veinte toneladas de hachís intervenid­as, en el muelle del puerto de Las Palmas
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ABC El Natalia, acompañado por una patrullera de Vigilancia Aduanera//

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