Pekín reta a Ottawa y Washington con la pena de muerte a un canadiense
Schellenberg fue condenado a prisión por tráfico de drogas antes de que se juzgase a la directiva de Huawei
China ratificó ayer la pena de muerte impuesta a Robert Lloyd Schellenberg, ciudadano canadiense acusado de tráfico de drogas. Canadá considera que esta sentencia, la cual ha calificado de «arbitraria», está vinculada a la investigación en Vancouver contra Meng Wangzhou, directiva e hija del fundador de Huawei; un proceso judicial que también encara su recta final y que ha dinamitado la relación entre ambos países.
De acuerdo a la sentencia original, Schellenberg aterrizó en Dalian a finales de 2014. Su propósito consistía en transportar más de 200 kilos de metanfetamina desde la ciudad portuaria de china hasta las costas de Australia. Sin embargo, su socio acabó entregándose a las fuerzas de seguridad, quienes a su vez detuvieron al hombre de 38 años en Cantón, durante una escala del vuelo hacia Tailandia en el que pretendía escapar del país.
En noviembre de 2018, la Corte Popular Intermedia de Dalian declaró al canadiense culpable de tráfico de drogas, castigándole con 15 años de cárcel y una multa de 150.000 yuanes (poco menos de 20.000 euros). La defensa de Schellenberg apeló el fallo ante una instancia superior, la Corte Popular Superior de Liaoning. El organismo ordenó la celebración de un nuevo juicio después de que la Fiscalía defendiera que la sentencia primigenia era «demasiado indulgente».
Sanciones a Irán
Este nuevo juicio tuvo lugar en enero de 2019, unas pocas semanas después de que Estados Unidos impusiera una orden de extradición contra Meng, acusada de violar las sanciones comerciales de Irán, lo que desembocó en su arresto en Vancouver en diciembre de 2019.
En menos de 48 horas China respondió con la detención en su territorio de dos ciudadanos canadienses: el exdiplomático Michael Kovrig y el empresario Michael Spavor. En medio de esta tensión diplomática sin precedentes, el nuevo proceso contra Schellenberg se saldó con la imposición de la pena capital. La dureza del veredicto avivó la polémica internacional, dado que la legislación china establece que la sentencia derivada de una apelación no puede ser superior a la original si no se presentan nuevas pruebas inculpatorias. El primer ministro canadiense Justin Trudeau calificó entonces la situación de «extremadamente preocupante» y llegó a acusar a China de aplicar la pena de muerte de modo «arbitrario».
Esta resolución es la que el tribunal confirmó ayer, fundamentada en que «los hechos identificados en el primer juicio fueron claros, las pruebas verdaderas y suficientes, la pena exacta y la sentencia apropiada». La juez titular, Qiu Chunhua, concluyó el proceso leyendo en alto el fallo. «El acusado ha cometido el crimen de tráfico de drogas, por lo que la Corte le condena a muerte y todos sus activos personales serán confiscados», reiteró ayer.
El código penal chino castiga con severidad los delitos relacionados con el tráfico de drogas, hasta el punto de que cualquier persona descubierta en posesión de más de 50 gramos de cualquier sustancia prohibida puede ser condenada a muerte. Schellenberg no es el primer ciudadano extranjero que se encuentra en esta tesitura. En 2009, un ciudadano británico fue ejecutado, pese a la intervención personal del por entonces primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown. Entre 2010 y 2016, al menos seis japoneses y tres surcoreanos sufrieron el mismo destino por causas similares.
Un castigo «inhumano»
Tras hacerse pública la sentencia, el embajador de Canadá en China, Dominic Barton, expresó su «condena con la mayor rotundidad posible». «Seguimos profundamente preocupados por el uso arbitrario de la pena de muerte contra Robert Lloyd Schellenberg por parte de China», señaló. El ministro de Exteriores del país, Marc Garneau, también manifestó su rechazo en un texto oficial. «Hemos expresado a China en repetidas ocasiones nuestra firme oposición a este castigo cruel e inhumano, y seguiremos en contacto con los representantes políticos chinos al más alto nivel para lograr clemencia para el señor Schellenberg», rezaba el comunicado. Asimismo, también añadió: «Nos oponemos a la pena de muerte en todos los casos y condenamos la naturaleza arbitraria de la sentencia contra Schellenberg». Concluyó dando las gracias a Australia, Francia, Alemania y Estados Unidos, después de que sus representantes estuviesen presentes en el juicio.
El embajador Barton no dudó en vincular este veredicto y los procesos judiciales contra Kovrig y Spavor con la extradición de Meng. «No creo que sea una coincidencia que esto suceda ahora mismo, mientras hay eventos en marcha en Vancouver», añadió al ser cuestionado al respecto. Las autoridades chinas no han reconocido vinculación alguna entre los casos.