UN SOCIO Y UN EMPLEADO DE BANCA PROVOCARON LA CAÍDA DE MORENO
▶ Maniobró con uno de sus letrados para evitar que otro colaborador le comprometiese
La causa abierta por la macroestafa bancaria denominada operación Titella arrancó en el año 2017 con una denuncia de Abanca por un fraude de 1,4 millones, pero pasaron casi dos años hasta que el nombre de José Luis Moreno apareció con la suficiente fuerza como para dirigir contra él las actuaciones. El punto de inflexión fue la detención de su ‘socio y amigo’ Antonio Aguilera, el supuesto ‘jefe operativo’ de la organización criminal y que tras ser detenido en octubre de 2018 por una causa antigua, le delató en una declaración en prisión. «El que necesitaba la financiación era José Luis Moreno». En su relato, incluyó nombres de sociedades vinculadas al productor para las que utilizando un nombre falso, Antonio Muntaner, había levantado dinero de entidades financieras. Identificó a varios testaferros y señaló a Raúl Pontvianne, la persona con la que Moreno había montado una de esas empresas, Integral Mundox, para un proyecto y que, a diferencia del productor, estaba ya en el foco de los investigadores. Las pesquisas se seguían en el Juzgado de Instrucción 14 de Madrid y tras procesar la declaración de Aguilera, la Guardia Civil solicitó que se decretase el secreto de sumario.
Integral Mundox
Pero la puntilla la puso otra persona, el director de una sucursal bancaria afectada, cuando la Policía Nacional le tomó declaración. Narró que en diciembre de 2017 una persona se puso en contacto diciendo que buscaba financiación para Integral Mundox «ya que tenían un proyecto para grabar capítulos de una serie de televisión, habiendo formalizado contrato», según consta en el sumario al que tuvo acceso íntegro ABC. El gancho, que Santiago Segura estaba en el negocio.
La cuestión es que el director de la sucursal contó que Aguilera «se personó en varias ocasiones en la oficina» para tratar el asunto «acompañándole, en una ocasión, el conocido productor y artista, José Luis Moreno, que acudió en un vehículo estacionado a las afueras de la oficina». El conseguidor instó al director de la sucursal a salir a saludar a Moreno, «cosa que hicieron, comprobando el dicente que se trataba de dicho personaje», resume el acta policial. Con todo, la ausencia de garantías hizo que les denegasen el crédito.
Para los agentes, esta declaración «inequívoca», desencadenaba un cambio sustancial. Contaban con «evidencias directas» de que Moreno estaba involucrado, pero hasta ese momento, «no existía una constatación física de su participación». «Ya no solo es un participante por referencia como el productor de la serie que arguyen como justificación los investigados, queda acreditada su participación activa y su conocimiento pleno de los hechos y aunque en la mayoría de los casos se mantenga en un segundo plano, indicativo de que se encuentra en la cúspide de la organización, la prueba testifical recopilada evidencia lo que hasta ahora solo eran indicios».
Era el principio del fin. A renglón seguido, los investigadores pidieron que le fuesen intervenidas las comunicaciones y se recopilase información de inteligencia financiera. Llama la atención que la Fiscalía de Madrid se opuso por «desproporcionada» a aquella diligencia que después, sería clave en la operación Titella.
El salto tuvo que esperar, además, burocracia mediante. El Juzgado de Instrucción 14 y la Audiencia Nacional debatían cuál de las dos instancias debía quedarse las pesquisas. El Supremo tuvo que mediar y falló en favor de la segunda▶ era una organización criminal, extendida por una docena de provincias y con una estafa millonaria, es decir, competencia de los juzgados centrales. Mientras se dirimía la cuestión, la causa seguía avanzando. En agosto de 2019 Aguilera declaró de nuevo, esta vez frente a la juez, y señaló a Moreno con todo lujo de detalles. Finalmente, la Fiscalía de la Audiencia Nacional, asumida ya la causa en febrero de 2020, revirtió el criterio de sus compañeros de la provincial, recabó nuevos informes y el juez Ismael Moreno acordó los pinchazos telefónicos en junio de 2020.
«Lo de siempre, José Luis»
Lo que descubrieron escuchando es que el productor y sus asesores seguían el proceso judicial con cierto interés, «en guardia». Aunque en su círculo se empeñaban en decirle que no le salpicaría –«es lo de siempre, José Luis»–, se cuidaron de que su vínculo más evidente con la trama no contase demasiado. Sabían que Aguilera colaboraría con la Guardia Civil pero «año y medio» tras su declaración en prisión, entendían que no había «pasado nada». El frente abierto era Pontvianne, que podía llevar a los investigadores hasta él y «le estaría amenazando» con descubrir su participación. Pusieron a un abogado de confianza a defenderle. Le iba a «sonsacar un poquito», en palabras de la asesora de Moreno, «para ir centrándole». Ese abogado les porporcionaría, además, la grabación de las declaraciones en sede judicial, incluido el interrogatorio de una de las sociedades afectadas, la de su sobrino, y que había preguntado «mucho» por Moreno. Éste llegó a sopesar denunciar a su sobrino y al letrado por sacar su nombre a relucir. Quería, dicen los autos, «adelantarse a los acontecimientos y poder solventar el asunto sin llegar a verse implicado». No lo tenía fácil. En esas fechas, Pontvianne ya le había dicho a otro que iba a ir hasta «el final». «No reculo ni para Dios», afirmaba.
El cerco se estaba estrechando. Otra de las investigadas en aquellos inicios, situada ahora como testaferro, mostró su lealtad al productor por teléfono y le dejó un aviso▶ «Toda la gente que estaba ahí, todo el mundo, cree que has sido tú, que te has metido ahí adentro y lo has jodido todo».
Cuando en junio detuvieron a Moreno, tenía una copia de la declaración de Aguilera encima de la mesa. No iba a ser «lo mismo de siempre».