«No tienen adónde ir, esta vez no pueden escapar»
Kabul «se ha convertido en un inmenso campo de refugiados», que vienen de todos los puntos del país. Varios testigos relatan los sufrimientos de la población civil
José Mas «La guerra impide a los civiles acudir a los hospitales. Las personas tienen miedo a salir a la calle»
Nadia Ghulam «Cuando los talibanes invaden, lo primero que hacen es ir a por las mujeres»
Nadia Ghulam es una afgana que reside en España. Hace 15 años que vive en este país, en el que fue acogida por una familia de Badalona y al que llegó gracias a una ONG, a causa de heridas de guerra. Una bomba destruyó su casa, pero también a su familia. Esta explosión acabó con la vida de su hermano, pero también con la salud de su padre, que quedó traumatizado para siempre, preso de una enfermedad psicológica.
Ghulam pudo escapar de la guerra, pero tuvo que dejar atrás a todos sus seres queridos. A pesar de esto, nunca ha perdido el contacto con ellos. «Hablo con mi familia cada día, a cada hora, lo estamos pasando muy mal. Las personas que vivimos fuera de nuestro país, que hemos podido salvar nuestra vida, estamos sufriendo el doble», lamenta.
Su familia reside en Kabul. Nadia explica a ABC que su madre, de muy avanzada edad y con problemas de salud, le cuenta por teléfono que los talibanes van a entrar en la ciudad, les van a atacar y van a ocupar sus casas. «¿A dónde iremos?», le pregunta a su hija. Ghulam confiesa que, aunque le quiere dar ánimos y le niega que eso vaya a ocurrir, sabe de corazón que su madre tiene razón▶ «No tienen adónde ir, esta vez no pueden escapar».
Moneda de intercambio
Su prima, que reside con sus padres, tiene dos niños. Su marido murió víctima de un atentado suicida. Ghulam sabe que su madre está preocupada por ellos. «Me dice que ella ya está en el final de su vida, que morirá, pero que no puede dejar a esta mujer sola, con dos niños, en manos de los talibanes». Ser mujer en esta situación es sinónimo de inseguridad▶ «Los talibanes, cuando entran, lo primero que hacen es ir a por las mujeres. Para ellos, la mujer deja de ser un ser humano y se convierte en una moneda de intercambio».
Asimismo, Nadia explica que, ante esta situación, se siente impotente▶ «Me torturo porque no puedo hacer nada. Hoy les decía▶ ‘Mamá, papá –refiriéndose a su familia española– no tengo más fuerza para vivir, quiero morir. No estoy con ellos, pero sentir lo que están viviendo… me da mucha impotencia. ¿Cómo puedo comer, cómo puedo dormir, si ellos no están bien?. Hemos dejado atrás a nuestras familias pero, ¿qué pasa con ellos?, ¿hasta cuándo sufriremos la guerra?. Esa es mi pregunta», lamenta Ghulam.
Compara su situación, y la de todos los que tuvieron que salir de su país, con una especie de Guantánamo. «Los afganos que estamos viviendo en otro país nos sentimos como en esta prisión. Allí, les daban noticias de sus seres queridos para que sufrieran. Nosotros estamos aquí, tenemos comida, algunos incluso trabajo, pero esto no es una vida. Es una tortura», confiesa.
Ghulam asegura que los talibanes, que ya están alrededor de Kabul, han cortado todos los accesos a la ciudad▶ «la aislan para que la gente se entregue fácilmente a los talibanes. No tienen agua ni luz. No dejan que las noticias ni la comida lleguen. Kabul se ha convertido en un inmenso campo de refugiados. La gente que ha escapado a esta ciudad solo encuentra hambre, violencia y robos».
Nadia explica que los talibanes no ocupan las ciudades sin violencia, porque esta la ejercen antes de la toma. «Una de mis primas, que vive en Logar, llevaba desde febrero del año pasado sufriendo esta situación. Imagina los días que lleva sin comida. Todo lo que pueda entrar desde fuera, se cierra. O aceptas la presión o vas morir de hambre», explica Nadia.
Afirma que la gente de Kabul cada día está más insegura. «Cuando hablé con mi hermana, ella era la que me daba fuerzas a mí. Me decía que no me preocupara, que los talibanes no podían entrar a la ciudad». Pero al día siguiente, su testimonio cambió. «Me dijo que estos estaban muy cerca, que no sabían si iban a poder salir. Me dijo▶ ‘vamos a morir’».
Más víctimas
José Mas Campos, responsable de la Unidad de Emergencias de Médicos
Sin Fronteras (MSF), estuvo en Afganistán de enero a abril de este año, y más recientemente este pasado junio. Campos ha explicado lo que vio durante su estancia en este país.
«Nosotros estamos viendo, con nuestros propios ojos, cómo la violencia se ha recrudecido durante los últimos dos meses». Campos explica que esta comenzó en las zonas más rurales, aunque luego avanzó hasta las grandes capitales. «Al principio, se notaba más en las zonas rurales, algo que hacía que el número de víctimas fuese menor. Pero ahora, esta línea de frente ha alcanzado a las ciudades. Y esto ha hecho que el número de víctimas civiles esté aumentando de manera significativa», indica.
El acceso a los centros médicos es otra de las dificultades con las que tienen que lidiar los afganos. «La guerra impide a los civiles acudir a los hospitales. Las personas tienen miedo a salir a la calle», explica Mas Campos. Asimismo, añade que «cuando lo hacen, llegan en condiciones muy críticas».
El miembro de MSF pone un ejemplo para entender la magnitud del problema. «Esta situación la vivimos en Lashkar Gah, en Helmand. En lo más cruento de la ofensiva, solo acudió una mujer a la sala de parto, cuando lo normal es que lleguen 60». Según explica, esto también afecta a las condiciones de los partos puesto que las complicaciones se pueden atender mejor en una sala preparada para ello que en las casas, sin profesionales. También hace referencia a la ciudad de Kunduz –al noreste de Afganistán y que cayó en manos de los talibanes– y a la ciudad de Kandahar, donde también han sido testigos de las consecuencias de la violencia. «Hemos visto cómo muchas familias han tenido que desplazarse ante el avance talibán. Estas, que tienen que vivir a la intemperie, no tienen acceso a agua potable ni a las letrinas», señala Mas Campos.