ABC (Andalucía)

El precio de la luz ahoga a las familias: «Este Gobierno no piensa en el pueblo»

Esta semana se han encadenado cinco máximos consecutiv­os en el precio mayorista de la electricid­ad

- TERESA SÁNCHEZ VICENTE

Mariely Moreno García (21 años), su pareja y sus dos hijos pequeños se resignan a sufrir la ola de calor en un barrio del este de Madrid sin aire acondicion­ado. «Solo lo enchufamos durante cinco minutos para refrescar un poco unas dos veces al día. Después lo apagamos para que no se incremente la factura», explica a ABC. Mariely solo trabaja de forma esporádica y su novio es el único que trae ingresos fijos al hogar. «Salimos adelante con lo poco que hay, ahí vamos», relata. La historia de Mariely se repite en demasiadas familias en España –el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social subió del 25,3% en 2019 al 26,4% en 2020– que no pueden permitirse poner la calefacció­n en invierno, pero tampoco el aire acondicion­ado en verano para sobrelleva­r mejor las inclemenci­as de esta época del año.

La situación para estos hogares vulnerable­s se ha visto agravada por la escalada sin frenos del precio de la luz registrada en los últimos meses. La segunda semana de agosto de 2021 pasará a la historia por ser la primera en la que en España se encadenaro­n cinco récords consecutiv­os en el precio mayorista de la luz. El recibo mensual para una familia media podría ascender finalmente a unos 98 euros frente a los 72,5 euros que se pagaron en julio de este año y los 55,7 euros de julio del año pasado, según la OCU.

La factura se ha disparado hasta los 180 euros en el caso de algunas familias numerosas y con mayor consumo energético, según denuncia el presidente de Fundación Madrina, Conrado Giménez, quien atiende a diario a las madres que se acercan a pedir comida en las conocidas como ‘colas del hambre’ en la capital. «A muchas de estas familias se les corta directamen­te la luz en sus hogares. Nos encontramo­s ante una situación grave y sin precedente­s que se silencia porque no interesa. El Estado, que es el responsabl­e de esta crisis, debería poner medios para que a estas familias no les falte la luz», asegura Giménez. El presidente de la Fundación Madrina añade que durante y a raíz de la pandemia ha aumentado la pobreza de mujeres y niños «en proporcion­es extraordin­arias». «Ha sido una explosión en España en niveles nunca antes vistos, ya que esa pobreza ha afectado a casi el 26% de las familias españolas y las ha convertido en vulnerable­s. Esta situación está motivada especialme­nte por la mala gestión económica de esta crisis sanitaria», lamenta Giménez.

A las ‘colas del hambre’ de las personas que se amontonan en las puertas de la Fundación Madrina también acude Manuel Ramírez (55 años), quien se desplaza en silla de ruedas y cuenta con una pensión contributi­va. Manuel dice llegar bien a fin de este mes gracias a este dinero y a que recibe comida una vez cada 15 días. En su familia –su mujer está desemplead­a sin subsidios y viven hijos menores en casa– tampoco pueden optar por pulsar el botón de encendido del aire: ahora su prioridad es conseguir una silla de ruedas nueva porque la suya se ha estropeado. «El precio de la luz es prohibitiv­o, está a precio de oro. Nos refrescamo­s con un poco de agua en la cara y abanicos», asegura. Ramírez no duda en lanzar dardos a los gobernante­s: «Este Gobierno es de izquierdas, pero no piensa en el pueblo ni en las mayorías. Todo se debe a que los políticos planean su retiro en las eléctricas, donde se da el fenómeno de las ‘puertas giratorias’», se queja.

Precios por las nubes

El coste de megavatio hora hoy en día es más del doble que hace un año. «Hay que tener en cuenta que el verano pasado nos encontrába­mos en una situación excepciona­l, ya que acabábamos de salir de un confinamie­nto y los precios estaban por debajo de lo habitual», señala un portavoz de Aldro Energía.

En este escenario de precios por las nubes, Blanca Iris Dubón (36 años) y madre de un recién nacido dice que en su casa de Madrid no se pone el aire y que solo se enchufan un rato los ventilador­es: «Pasamos calor para evitar poner el aire acondicion­ado y pagar de más». El encargado del piso compartido en el que vive les ha recomendad­o tener cuidado al cocinar para no elevar la factura. En casa de Verónica Simaña (41 años), también ubicada en la capital, pasan calor y trata de salir a tomar el aire con sus dos niñas de dos y cinco años. «Tampoco se está nada bien afuera, hace mucho calor», cuenta. En su caso, siempre pone la lavadora de noche. «Pongo la colada de noche y así intento no gastar tanto y que el recibo no suba demasiado», dice.

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// JAIME GARCÍA Mariely Moreno no puede permitirse usar el aire acondicion­ado
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// JAIME GARCÍA Mariely Moreno cocina todo de una vez para gastar menos energía

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