Que se abrase Joe
En plena crisis afgana, en la que ella ha estado más callada que en misa, Harris se marcha de gira al sudeste asiático. Parece que ha echado cuentas y si alguien se tiene que abrasar, que sea Biden
De puntillas está pasando la vicepresidenta de Estados Unidos sobre el asunto afgano, con un perfil más que discreto según arreciaban las críticas a la Casa Blanca por el catastrófico discurrir de los acontecimientos en Kabul y su innegable repercusión en la fama y prestigio de Estados Unidos. Con la incógnita de cómo terminará el espeluznante escenario que ofrece el aeropuerto, donde ya son una decena los muertos por el angustioso tumulto por salir de allí, con los críos, apenas unos bebés, pasando de mano en mano por la valla del aeródromo, y cuando la propia Casa Blanca informa de que Al Qaida puede estar urdiendo allí una de las suyas, Harris se marcha a una gira por el sudeste asiático con el fin de relanzar su perfil internacional... en Singapur y Vietnam. Parece que trata de sacarse la espina de la decepción que para la progresía mundial supuso su primera salida internacional al vecino del sur, con aquel «sepan ustedes que no son bienvenidos» que les soltó a los mexicanos. Harris parece que ha echado cuentas y está dispuesta a que sea Biden quien cargue con todo el brutal desgaste. Porque ella tiene sus expectativas, que tres años pasan volando, en un suspiro ya vuelven las urnas, y el despropósito afgano se va a recordar aún más que la bochornosa huida de Saigón. Si alguien se tiene que achicharrar en las ascuas de Kabul, que sea el bueno de Joe.