ABC (Andalucía)

Afganistán

El último error norteameri­cano fue fijar su fecha de salir▶ el 31 de agosto. Creían tener tiempo de salir ellos y los afganos que los han apoyado. Pero el plan se vino abajo como un castillo de naipes

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

¿ CÓMO es posible que un país sólo un poco mayor que España, con 32 millones de habitantes, montado sobre una cordillera, el Hindu Kush, en el interior de Asia, donde apenas llueve y sólo el deshielo de las nieves en primavera proporcion­a agua, sin otra agricultur­a que el cultivo del opio, mayor productor mundial, ni rastro de industria, pueda tener en jaque al mundo? Más, cuando ocupa el puesto 185 en la lista de 196 países del Producto Interior Bruto mundial, o sea, entre los más pobres de los pobres, lo que confirma una renta per cápita de 524 euros, que no llega a dos euros por día, no han leído mal, dos euros diarios. Y la sorpresa se convierte definitiva­mente en asombro cuando nos enteramos de que ese país ha derrotado a las dos superpoten­cias, Rusia y Estados Unidos, que se la disputaban, con China al acecho.

Se me apuntará a las ‘tierras raras’, a los metales ultracondu­ctores como el litio, que dicen contienen con profusión sus montañas (algunas con picos de más de 6.000 metros de altura), imprescind­ibles para la última tecnología. Pero esos metales, si existen, hay que extraerlos, purificarl­os, transporta­rlos en un escenario que no ha cambiado en miles de años. Pero que, sin embargo, ha visto y vivido todo tipo de guerras. En las que los extranjero­s han sido siempre expulsados. Aparte de que, por encontrars­e en medio de Asia, su valor estratégic­o es inmenso.

Sólo así empieza a entenderse el drama que tiene lugar en el aeropuerto de Kabul, donde se masca la tragedia entre la primera potencia mundial y los talibanes afganos que los han expulsado. El último, por ahora, error norteameri­cano fue fijar su fecha de salir▶ el 31 de agosto. Creían tener tiempo de salir ellos y los afganos que apoyaban su proyecto de modernizar el país. Pero el plan se vino abajo como un castillo de naipes y difícilmen­te podrá sacarse a todos. Es una lucha contrarrel­oj y contra la historia.

Los talibanes insisten en lo pactado en tono amenazador. El presidente norteameri­cano, Joe Biden, ha pedido una prorroga a la salida de sus tropas y aliados. Posiblemen­te tenga que pedir también a rusos y chinos, los nuevos amos del país, que sean flexibles ante su demanda. Pero la situación en aquel aeropuerto es incandesce­nte, con una multitud queriendo entrar y los aviones despegando con el mayor número de colaborado­res posibles. Ha habido muertos entre ellos por avalanchas o balas. De morir algún norteameri­cano, la tendríamos armada. Aunque lo que más me ha impresiona­do es una mujer afgana entregando su hijo, casi un bebé, a un soldado estadounid­ense. Amor de madre. Ya que ella no puede tener mejor vida, que la tenga él. Qué mal debe de vivirse bajo los talibanes.

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