Otro vapuleo en el juzgado
La juez de Ceuta ha dado la puntilla a la ocurrencia de Marlaska de expulsar masivamente a los menores que entraron en la oleada de mayo
Muy enojado –más si cabe que si se le estropea la cinta de correr que le compramos todos los españoles– se mostraba Marlaska cuando alguien se atrevía a dudar de la legalidad de su ocurrencia de expulsión masiva (pero por fases) de los menas de Ceuta. Todo –afirmaba– se estaba haciendo de acuerdo con la ley y en el interés mayor de los muchachos («chaval, que te echamos por tu bien»), cuyos derechos se estaban respetando escrupulosamente. Pues parece que no. En un auto demoledor, la juez de Ceuta rebate
(mejor dicho, casi destroza) uno por uno esos argumentos, que quedan a la altura del rigor y amateurismo de lo que se puede leer en cualquier manual de ‘El abogado en casa’. Algunos de los párrafos del auto son hasta humillantes para el ministro, que es magistrado de carrera y al que la juez de Ceuta recuerda que «uno de los principios esenciales de nuestro ordenamiento es que las leyes deben cumplirse en sus propios términos» y que «todos, incluidas las Administraciones, tienen la obligación de las normas vigentes, sin realizar excepciones no contempladas expresamente en el propio texto normativo». Un palizón jurídico como no se recuerda y que su suma a la ubérrima cosecha de pescozones, galletas y tantarantanes (Pérez de los Cobos y patada en la puerta, entre los principales) que Marlaska recoge cada vez que se acerca a un juzgado.