ABC (Andalucía)

Otro vapuleo en el juzgado

La juez de Ceuta ha dado la puntilla a la ocurrencia de Marlaska de expulsar masivament­e a los menores que entraron en la oleada de mayo

- Fernando Grande-Marlaska Ministro de Interior

Muy enojado –más si cabe que si se le estropea la cinta de correr que le compramos todos los españoles– se mostraba Marlaska cuando alguien se atrevía a dudar de la legalidad de su ocurrencia de expulsión masiva (pero por fases) de los menas de Ceuta. Todo –afirmaba– se estaba haciendo de acuerdo con la ley y en el interés mayor de los muchachos («chaval, que te echamos por tu bien»), cuyos derechos se estaban respetando escrupulos­amente. Pues parece que no. En un auto demoledor, la juez de Ceuta rebate

(mejor dicho, casi destroza) uno por uno esos argumentos, que quedan a la altura del rigor y amateurism­o de lo que se puede leer en cualquier manual de ‘El abogado en casa’. Algunos de los párrafos del auto son hasta humillante­s para el ministro, que es magistrado de carrera y al que la juez de Ceuta recuerda que «uno de los principios esenciales de nuestro ordenamien­to es que las leyes deben cumplirse en sus propios términos» y que «todos, incluidas las Administra­ciones, tienen la obligación de las normas vigentes, sin realizar excepcione­s no contemplad­as expresamen­te en el propio texto normativo». Un palizón jurídico como no se recuerda y que su suma a la ubérrima cosecha de pescozones, galletas y tantaranta­nes (Pérez de los Cobos y patada en la puerta, entre los principale­s) que Marlaska recoge cada vez que se acerca a un juzgado.

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