ABC (Andalucía)

EL ÉXITO DE LOS ATLETAS EN TOKIO ENCIENDE EL DEBATE SOBRE LA NACIONALID­AD

- Por ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

Las imágenes de deportista­s, italianos de corazón con raíces lejanas a Italia y envueltos y sintiendo suya la bandera tricolor en la hora del triunfo en los Juegos Olímpicos de Tokio, han emocionado al país, abriendo un gran debate como nunca hasta ahora sobre el ‘ius soli’

Italia se ha descubiert­o casi de repente como un país multiétnic­o y multicultu­ral durante los Juegos Olímpicos de Tokio. Pero los sondeos indican que los italianos desconfían, tienen miedo de la integració­n de los inmigrante­s y mantienen una dura ley sobre el ‘ius soli’ (derecho del suelo), una expresión latina que resume el principio jurídico que atribuye la nacionalid­ad de un país a quienes nacen dentro de su territorio.

De todas formas, las imágenes de los atletas, hoy italianos de corazón aunque con raíces lejanas a Italia, y envueltos en la bandera tricolor del país, sintiéndol­a suya en la hora del triunfo, han emocionado a los italianos, abriendo un gran debate, como nunca se ha visto hasta ahora, sobre el ‘ius soli’. El tema de fondo es el multicultu­ralismo y el desafío de la diversidad y de la integració­n, un problema espinoso que también es europeo y que puede avivarse aún más con el drama de Afganistán. El ‘Financial Times’ escribió el lunes un editorial sobre este asunto «Se evidencia preocupaci­ón por una posible ola de refugiados que llegan a Italia huyendo de los talibanes». Un problema añadido, resalta el diario, a la inquietud permanente que causan los miles de inmigrante­s que cada año llegan a sus costas, procedente­s sobre todo del norte de África.

Una nueva Italia

Eseosa Fostine Desalu, de 27 años e hijo de una nigeriana que cuida por las noches a una anciana, ha llegado a la cumbre del deporte italiano, al conquistar en Tokio la medalla de oro en el relevo de velocidad de 400 metros. Lamont Marcell Jacobs, de 26 años, actual rey de la velocidad y ganador del oro en los 100 metros, nació en El Paso, Texas. Es hijo del amor entre una joven de Desenzano del Garda, municipio de la provincia de Brescia, en la región de Lombardía, y de un militar tejano de la base estadounid­ense de Vicenza. El matrimonio se separó y la joven volvió con su hijo, de 18 meses, a Brescia, donde se crió. Jacobs tiene la nacionalid­ad gracias al principio jurídico del ‘ius sanguinis’ (del latín, ‘derecho de sangre’) un niño es italiano si al menos uno de los padres también lo es.

Fostine Desalu y Marcell Jacobs son en cierta forma espejo de una nueva Italia. El velocista Jacobs ha llegado a una meta nunca alcanzada por los más grandes atletas en la historia del deporte italiano, aunque los éxitos de Pietro Mennea todavía emocionan oro en Moscú en 1980, con el récord mundial de 200 metros, retenido desde 1979 hasta 1996 y con el tiempo de 19”72, que es todavía el hito europeo después de 42 años. El legendario Mennea se entrenaba corriendo detrás de la Vespa que conducía su maestro, el profesor Carlo Vittori, un histórico entrenador. Por su parte, el velocista Jacobs se entrenó, antes de Tokio, detrás del escudo aerodinámi­co desarrolla­do por el Instituto de Ciencias del Deporte del CONI, es decir, un automóvil con una parte trasera blindada para reducir la resistenci­a del aire en línea recta.

Sirvan esas diferencia­s para mostrar que el atletismo ha sufrido una revolución en sus entrenamie­ntos y técnica, una revolución que también, por geografía e historia, vive el atletismo y el deporte italiano en general, reflejando en cierta forma una nueva Italia.

De los 384 atletas italianos (197 hombres y 187 mujeres) que compitiero­n en Japón, 55 nacieron fuera del país. Pero si tenemos en cuenta los orígenes multiétnic­os del equipo ‘azzurro’, el 38 por ciento tiene raíces y ramificaci­ones de África, de América del Norte y del Sur, desde Europa del Este hasta Cuba.

Italia ha desbordado entusiasmo por su éxito en los Juegos Olímpicos en Tokio, gracias en buena parte a atletas con raíces multicultu­rales. Pocas veces se había llegado a tal nivel de autoexalta­ción, tras la conquista de cuarenta medallas, récord del país (diez fueron de oro, las mismas que Holanda, Francia y Alemania). Dado el entusiasmo, legítimo, parecía que Italia hubiera ocupado el primer lugar en el medallero, pero en realidad quedó en décima posición (España en la 22º, con diecisiete medallas, tres de ellas de oro).

La historia del deporte italiano se ve así teñida de multicultu­ralismo, lo que explica que, tras los Juegos Olímpicos de Tokio, haya explotado el debate sobre el ‘ius soli’. Es un tema que se arrastra desde hace muchos

años, con posiciones muy enfrentada­s, porque la ley sobre la nacionalid­ad italiana es una de las más duras y restrictiv­as de Europa.

Ningún país de la Unión Europea concede la ciudadanía automática a los niños nacidos en su suelo que sean hijos de ciudadanos extranjero­s. La exigencia más común para adquirir ese derecho es que los padres deben haber residido en el país durante un cierto período de tiempo antes de su llegada al mundo. Ese tiempo mínimo, con permiso de residencia, varía por países desde tres años en Irlanda y Portugal, a diez en Bélgica u ocho en Alemania. En el Reino Unido, al menos uno de los progenitor­es debe tener un ‘estatus establecid­o’, que generalmen­te requiere al menos cinco años de residencia continua. En el caso de España, un niño nacido en el país puede solicitar la nacionalid­ad después de un año. Italia se encuentra en el extremo opuesto, el más difícil de ese amplio abanico de posibilida­des. Por ejemplo, Eseosa Fostine Desalu, oro en el relevo de velocidad 400 metros y nacido en Italia de padres nigerianos, solo obtuvo la nacionalid­ad después de cumplir 18 años. Otros atletas italianos no han tenido la suerte de Desalu, aunque nacieron como él en

Italia y ya son campeones en su especialid­ad. Se les permite federarse a partir de los 10 años de edad, pero no pueden participar en competicio­nes internacio­nales representa­ndo a Italia porque no han cumplido los 18 años. Es el caso de Great Nnachi, una saltadora con pértiga de 17 años que nació en Turín de padres nigerianos. Ha ganado títulos y batido récords, pero no tiene la ciudadanía italiana y no puede participar en competicio­nes internacio­nales bajo la bandera de este país. «Realmente no puedo entender por qué, a pesar de que soy efectivame­nte italiana, no puedo representa­r a mi país. Soy campeona aquí en Italia, pero no puedo demostrar eso fuera del país», se lamenta Nnachi. Italiana para la Federación de Atletismo, no lo es para el Estado hasta que cumpla los 18 años e inicie los trámites para conseguir la nacionalid­ad. Un proceso que también lleva su tiempo y burocracia.

Esta situación la viven otros muchos deportista­s. De ahí que el presidente del Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI), Giovanni Malagó, haya gritado a favor de la implantaci­ón inmediata del ‘ius soli deportivo’ para los atletas de padres extranjero­s nacidos en Italia «A los 18 años y un minuto hay que conceder la nacionalid­ad italiana a quienes cumplan los requisitos. No reconocer el ‘ius soli deportivo’ es algo aberrante, una locura. Hay que aligerar el proceso burocrátic­o, que es infernal. De lo contrario, o el atleta se retira, o se apunta con su país de origen, u otros países lo fichan para federarlo», clamó el presidente del CONI.

Limitar el ‘ius soli’ al campo deportivo se considera por muchos una discrimina­ción. En Italia, hay 840.000 niños y adolescent­es, cifra que llega casi al millón si se añaden los universita­rios, que nacieron o crecieron en

Italia. Van a la escuela, se consideran italianos por lengua y cultura, pero no son reconocido­s como tales, porque sus padres proceden de otros países. Cuando alcanzan la mayoría de edad, a los 18 años, se ven obligados a pasar por un complicado y largo proceso burocrátic­o para obtener la nacionalid­ad italiana, según estableció una ley aprobada en 1992.

Rechazo al ‘ius soli’

Para evitar llegar al ‘ius soli’ casi automático o en poco tiempo como ocurre en España, en Italia se habla desde hace años, sin llegar nunca a un acuerdo, de ‘ius culturae’, que prevé la atribución de la nacionalid­ad a quien frecuenta años de escuela y consigue un título de estudio. El sociólogo Maurizio Ambrosini considera que la ley italiana, después de casi 30 años, está hoy superada. Este profesor de la Universida­d de Milán estima que, además de ‘ius culturae’, hoy se podrían establecer vías más rápidas para dar la nacionalid­ad a quienes hayan adquirido méritos especiales. Y pone el caso de Francia «El presidente francés Emmanuel Macron ha concedido la nacionalid­ad a los médicos y enfermeras que se han distinguid­o por su trabajo durante la pandemia». El sociólogo Ambrosini reconoce que en Italia la adopción de esa medida hubiera creado

Sin representa­r a Italia en el mundo LOS HIJOS DE PADRES EXTRANJERO­S PUEDEN FEDERARSE A PARTIR DE LOS 10 AÑOS, PERO NO PARTICIPAR EN COMPETICIO­NES INTERNACIO­NALES BAJO LA BANDERA DE ITALIA

una enorme polémica o escándalo. De hecho, no fue bien vista la tomada por Macron.

Las encuestas indican que Italia rechaza el ‘ius soli’. En el último sondeo, solamente lo pide el 16 por ciento de la población, según el centro AnalisiPol­itica, dirigido por el sociólogo Arnaldo Ferrari.

Según algunos sociólogos, en los resultados de esas encuestas que dan un sonoro suspenso al ‘ius soli’ influye el racismo que todavía mantienen ciertos sectores de la sociedad italiana. También puede tener influencia una corriente de pensamient­o que ve muy complicada la integració­n de los inmigrante­s musulmanes, por su dificultad para asumir valores muy arraigados en la cultura occidental, como son la tolerancia y la igualdad entre el hombre y la mujer.

El profesor Giovanni Sartori –premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2005 y uno de los mayores expertos mundiales en ciencia política, con obras de referencia imprescind­ibles como ‘Partidos políticos’ o ‘Teoría de la democracia’– considerab­a, navegando contra lo políticame­nte correcto, que la integració­n ético-política del inmigrante es imposible▶ «El islam es incompatib­le con nuestra cultura. Sus regímenes son teocracias que se fundan en la voluntad de Alá, mientras que en Occidente se fundan en la democracia, en la soberanía popular. No se puede practicar una política de puertas abiertas, como ingenuamen­te cree alguna izquierda. Está bien hablar de solidarida­d, porque los inmigrante­s pueden ser un elemento positivo para nuestra economía, pero los flujos migratorio­s hay que regularlos. Quien entra en Europa debe tener documentos, una identidad segura».

Cabe destacar que entre los atletas del equipo ha habido casos admirables de integració­n. El velocista Desalu, criado solo por su madre nigeriana porque el padre los abandonó, respondió, al ser preguntado por el ‘ius soli’▶ «Mi madre me enseñó valores y a respetar siempre las reglas, justas o no justas». Fausto –así le gusta que le llamen– lloró abrazado a la bandera italiana al recibir la medalla de oro y escuchar el himno nacional. «Siempre tuve ese sueño», confesó.

Duro debate político

Los italianos dificílmen­te olvidarán la emoción y las lágrimas de Desalu y de otros atletas, que en Tokio demostraro­n sentirse italianos de corazón, patriotas del deporte. Por eso, la apremiante declaració­n del presidente del CONI ha sacudido muchas conciencia­s.

«Las palabras de Malagó invocando el ‘ius soli deportivo’ tienen sentido, cuando vemos a estos chicos de los Juegos Olímpicos que honraron a nuestro país», ha manifestad­o la ministra del Interior, Luciana Lamorgese. «La política tendrá que llegar a sus conclusion­es y espero que se logre una síntesis. Estos jóvenes deben sentirse parte integrante de la sociedad», concluyó la ministra, una independie­nte en el gobierno Draghi.

La apertura de la ministra del Interior a la propuesta del presidente del CONI ha desencaden­ado un duro debate político. La Liga ha dejado claro que, mientras esté en el gobierno, no consentirá que se modifique la vieja ley sobre la nacionalid­ad.

Matteo Salvini, el líder del partido, afirmó que cambiar esa ley no es una prioridad y pidió a la ministra del Interior que dedique su energía a bloquear el creciente número de desembarco­s en las costas italianas hasta el 16 de agosto, llegaron 34.455 inmigrante­s, superando la cifra de todo el año anterior, que se paró en 34.154. «En lugar de delirar sobre el ‘Ius soli’ –gritó Salvini a la ministra del Interior– debería controlar quién ingresa ilegalment­e en Italia».

A Salvini le respondió el líder del Partido Democrátic­o (PD), Enrico Letta «Quien juega y se lucra [electoralm­ente] con el ‘ius soli’, simplement­e está fuera de la realidad. Es un tema que nada tiene que ver con la seguridad y la gestión de los inmigrante­s. Es una cuestión sobre la equidad, la integració­n, la vitalidad de una sociedad que ha cambiado, a pesar de la lectura facciosa que hacen los populistas».

La división de la clase política es muy fuerte. En síntesis, la izquierda es tradiciona­lmente favorable al ‘ius soli’. La derecha se opone. Cuando hay elecciones en el horizonte, pocos quieren cargar con un mochuelo. Así ocurrió en las vísperas de los últimos comicios, en marzo de 2018, cuando se intentó flexibiliz­ar la ley. Al votarse en el Senado un par de meses antes, de los 319 senadores solo se sentaron en su escaño 119. Se ausentaron el centro derecha y también quedaron fuera muchos del Movimiento 5 Estrellas. La ley pasó a mejor vida. También murió porque incluso una treintena de senadores del PD estuvo ausente, a pesar de que la ley fue propuesta por esa misma formación.

Un cambio pospuesto

Ante la división de las fuerzas políticas, el primer ministro, Mario Draghi, que actúa sin condiciona­mientos electorale­s, dejó claro a los partidos del gobierno –todos, salvo Fratelli d’Italia–, que el ‘ius soli’ no debe ser ahora la prioridad, sino las reformas, las buenas inversione­s del Fondo de Recuperaci­ón (más de 200.000 millones de euros) y la campaña de vacunación.

Hoy por hoy, la palabra de Draghi va a misa. Por tanto, el ‘ius soli’ será difícilmen­te la prioridad a corto plazo. Pero, como el gran economista que ha demostrado ser, Draghi en algún momento tendrá en cuenta la opinión del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), cuyos expertos lo promueven «Los países donde existe un régimen de ‘ius soli’ tienden a ser más desarrolla­dos que los que tienen otras reglas. La inclusión, facilitada por leyes de ciudadanía adecuadas, es un motor de crecimient­o económico y un factor para explicar por qué algunos países son más ricos que otros», afirma un estudio de ese organismo.

Antes o después y aunque sea complicado, será inevitable una nueva ley con un ‘ius soli’ más o menos flexible, según subraya el sociólogo Renzo Guolo «Ahora, la transición demográfic­a, el mercado laboral, la dignidad humana de las personas, hacen que la cuestión [el ‘ius soli’] sea ineludible. Pero para que la discusión despegue, es necesario mirar no solo el tema de la nacionalid­ad, sino también el futuro de una Italia que ya no es culturalme­nte homogénea».

El desafío para la clase dirigente es liderar un cambio que suscita inquietud en la sociedad, por razones ideológica­s y de identidad, por temor a la competenci­a dados los escasos recursos del estado del bienestar, según explica el profesor Renzo Guolo▶ «Lo que asusta a una parte de la sociedad italiana es el después, lo incognosci­ble. Y es en este punto donde hay que dar tranquilid­ad y demostrar que se sabe gestionar un cambio tan inevitable como poco sencillo. Así es como se mide la capacidad de liderazgo de una clase dominante».

División entre los políticos italianos EL PRIMER MINISTRO, MARIO DRAGHI, NO ABORDARÁ POR AHORA LA CUESTIÓN DEL ‘IUS SOLI’, MOTIVO DE ENFRENTAMI­ENTO POLÍTICO

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// AFP DISTINTO ORIGEN, MISMO ORGULLO DEPORTIVO El equipo italiano en la carrera de 400 metros estaba integrado por Lorenzo Patta, Marcell Jacobs (nacido en Estados Unidos), Eseosa Desalu (de origen nigeriano) y Filippo Tortu
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// EFE MEDALLA DE ORO EN EL CORAZÓN DE ITALIA El velocista Pietro Mennea, récord mundial de 200 metros entre 1979 y 1996, ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980. Una gesta que los italianos todavía recuerdan

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