ABC (Andalucía)

Si no llegan, no ayudan

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI

La intervenci­ón directa en la economía por parte del Gobierno es siempre una cuestión compleja. Nunca es difícil encontrarl­e una justificac­ión. Por un lado, tenemos las habituales ganas de agradar de los políticos en especial si se trata de apoyar a colectivos numerosos y poco poderosos, individual­mente considerad­os y, además, contamos en esta época con la absoluta falta de respeto por las apreturas del déficit público. Entre ambas se ha liberado la mente de los gobernante­s de cualquier restricció­n. Por otro, la tendencia de todos los colectivos a mirar al Gobierno en cuanto se tuerce la coyuntura amplía las demandas de ayuda y amplifica su urgencia. Pero, si la justificac­ión es sencilla, la operativa es siempre compleja. Para ser útiles, las ayudas han de llegar pronto, cuando la necesidad acucia y los trámites han de ser ágiles y sencillos para no impedir el acceso o desanimar a los solicitant­es por su complejida­d.

Cuando se implantaro­n las restriccio­nes de la pandemia y se desató la crisis, el Gobierno diseñó, entre muchos otros, un programa de apoyo a autónomos y pymes que siempre han sido catalogado­s, con razón, como colectivos sensibles por su debilidad individual e importante­s por su impacto global. Sin embargo, si juzgamos el programa por los resultados obtenidos comprobare­mos con facilidad que no ha cumplido con los objetivos propuestos. Ni de lejos. El número de solicitant­es ha sido muy pequeño y alcanza a poco más de 300.000 en un colectivo de 3,3 millones de autónomos que están afiliados al RETA. La falta de solicitude­s ha obligado incluso a ampliar los plazos de solicitud. Ni aún así.

La razón no puede ser su falta de necesidad, que es evidente, hay que buscarla en los escollos que plantean los requisitos exigidos en el RD 5/2021 para poder optar a las ayudas y en la complejida­d de los trámites previstos para recibirlas. Como las peticiones de los beneficiar­ios son de parte, es posible que no sean todas ellas atendibles, pero no puede ser que en una situación de emergencia como esta la burocracia administra­tiva acabe ahogando las medidas necesarias antes de llegar a su destino.

El reto es conjugar el obligado respeto a las normas para evitar abusos, con la necesaria agilidad que canalice el apoyo programado de manera eficiente desde las intencione­s iniciales a las necesidade­s finales. Las ayudas, si no llegan, no ayudan.

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