Alemania exige demostrar que se está vacunado o curado para entrar en espacios cerrados
CORRESPONSAL EN BERLÍN
Rosa acudía ayer por la mañana al salón de belleza Schnieke, en Tiergarten, un pequeño negocio en el centro de Berlín al que se acude con cita. La concertó hace varias semanas, cuando todavía el Gobierno de Angela Merkel no había puesto en funcionamiento la nueva normativa Covid, que acompañará a los alemanes todo el otoño y es posible que, incluso, todo el invierno.
Esa normativa impone, para entrar en cualquier espacio interior exceptuando alimentación, farmacia y servicios de primera necesidad, contar con un certificado de una de las tres G▶ Geimpft (vacunado), Getest (testado) o Genesen (curado). Rosa tuvo que volver a casa sin su limpieza de cutis porque carecía de los tres.
«Para nosotros es un dolor de muelas», dice la dueña de la peluquería. «Soy peluquera, no policía, yo no tengo por qué estar verificando si mi cliente tiene el certificado, si es auténtico, yo no tengo capacidad para eso y seguramente solo sirve para molestar a mis clientes y para perder dinero. Pero no nos quejamos porque sería mucho peor si se les ocurre otra vez cerrarnos las puertas. Así que aquí estamos, aguantando». Se trata de una política pensada para presionar a los más recelosos a vacunarse. Hasta ahora todos los alemanes disponían de un test certificado al día gratuito, pero la nueva normativa incluye que a partir del 11 de agosto se cobra por las pruebas, cuyo precio oscila entre los 50 y los 100 euros.
El 64,1% de los alemanes ya han recibido al menos una dosis y el 59% las dos, anunció el ministro alemán de Sanidad, Jens Spahn. Pero los virólogos que asesoran al Ejecutivo consideran que la inmunidad de rebaño solo se alcanzará con entre un 85 y un 90% de la población inoculada. La política Covid ha sido rediseñada para ejercer la máxima presión posible sin hacer obligatoria la vacuna, una posibilidad que el Gobierno no se plantea y que muy dudosamente pasaría un estricto examen legal.