ABC (Andalucía)

El metrónomo de la calle

Tocar la batería con los Rolling Stones es como ser el metrónomo del infierno

- ÁLVARO ALONSO

¿Qué hace falta para elevar un camión? Imaginemos que sobre el escenario Tina Turner canta ‘Respect’ y ‘Come Together’. Cuando comienza a sonar ‘Land of 1000 Dances’ le pide a Janis Joplin que se adelante. Nunca se vio tan feliz a Janis, bailando con Tina. Cuando terminan, el equipo se prepara para la salida de los Stones. El público está engrasado. Mick pasea entre bastidores, con su jersey negro, sus pantalones con botones de plata, el fular y el sombrero del Tío Sam en la mano. Tardan en salir.

El primero es Charlie Watts instalándo­se ante la batería, mientras los demás conectan las guitarras a los amplificad­ores. Hasta que Keith dispara el riff inicial de ‘Jumpin´ Jack Flash’. Mick lanza un aullido que viene del fondo del abismo. Detrás del escenario, un camión salta por encima de las ballestas. El camión recibe las vibracione­s del edificio, que se está moviendo. Es Charlie Watts quien aporreando con todas sus fuerzas la batería, unido a las pequeñas manos de Bill que pulsan el largo traste de su bajo color azul claro, están moviendo un puñetero edificio.

Tocar la batería con los Rolling Stones es como ser el metrónomo del infierno. Con una precisión: el infierno, a finales de los sesenta, era una guerra que sucedía en las calles, entre asesinatos raciales, movimiento­s estudianti­les, disturbios, crímenes, juicios y el baile como metáfora de emancipaci­ón.

El ritmo se conjuraba con la electricid­ad adoptando un crisol de fórmulas que Charlie Watts, vestido de flema inglesa, único, elegante y sobrio, fue capaz de ejecutar con una versatilid­ad inigualabl­e, sea en clave tribalista, véase ‘Simpathy For The Devil’, sea en clave rebelde del country, en ‘Dead Flowers’, o abrazando la negritud en ‘I Can Get No Satisfacti­on’. ‘You Are Out Of Time’, el himno de 1966, muestra de lo que era capaz el señor Watts, sin despeinars­e, como una antítesis del hiperactiv­o Keith Moon de los Who.

Una canción resuena ahora que Watts no está, y es ‘Beast of Burden’. Como en tantas, es el arpegio primero de Richards el que golpea. Luego, la canción es pura batería, pura magia. Y no quieres que termine nunca. Volviendo al camión del principio. Mick Jagger, desde lo alto del escenario, le dice al público: «Se me han desabrocha­do unos botones. ¿Queréis que se me caiga el pantalón?». Y el público responde: «¡Sí!». Charlie Watts sonríe.

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