La postergación digital de las personas mayores
La crisis del Covid ha tenido para las personas mayores un impacto desolador. Por una parte, ha sido el grupo etario con mayor número de fallecidos y, por otra, el confinamiento ha supuesto un incremento para muchos de ellos situaciones de aislamiento, soledad e incomunicación. Mientras para la mayoría de la población, la nuevas tecnologías han sido un importante sostén para la sociabilidad, gran parte de los mayores se han visto en situaciones de vulnerabilidad digital que han acrecentado su marginación. Del total de 4.827.000 personas que vivían solas en España en 2020 (INE), cerca de la mitad (2.069.300) eran personas que tenían 65 o más años (un 71,6% mujeres). Esta realidad cobra cada vez más importancia en unas sociedades contemporáneas, caracterizadas por un evidente envejecimiento poblacional (en 2065 las personas de más de 80 años supondrán un 18,1% en España), y por una indudable omnipresencia tecnológica. Sin embargo, a pesar de que la brecha digital generacional se reduce (un 50,7 % de los mayores de 65 años emplean internet al menos una vez al día), esta sigue siendo significativa. Por ello, la alfabetización digital de los mayores es crucial como herramienta de integración. Remover los obstáculos que impiden a este sector un verdadero aprovechamiento de las posibilidades de las nuevas tecnologías debe ser uno de los principales objetivos de las políticas sociales actuales. Sin embargo, el proyecto España 2050 presentado por el Gobierno restringe la digitalización (empleada 47 veces) a ámbitos educativos, laborales o empresariales. Curiosamente, cuando aborda la digitalización como instrumento de lucha contra la desigualdad, obvia el gran problema que supone la brecha digital generacional, como tampoco se aborda esta carencia social al contemplar la cuestión demográfica en el quinto desafío. Si desde las principales instituciones públicas, con el Gobierno a la cabeza, no se aborda de forma decidida el problema, condenaremos a una importante parte de la población al ostracismo, postergando así a aquellos que con su esfuerzo tanto se preocuparon porque nosotros no nos quedáramos atrás.