LA VUELTA A LA NORMALIDAD EN SUECIA, DEL DÍA A LA NOCHE
El país nórdico reaccionó tarde ante la primera ola del Covid-19 y, afortunadamente, también llegó tarde a la hora de relajar las sutiles recomendaciones de las autoridades sanitarias para combatirla
Digamos que Suecia suele tratar sus asuntos de una manera propia. Y pocas cosas les resulta a los suecos tan propia como el verano, sobre todo este último pospandémico delta en el que casi nadie ha salido de casa. «Muchos de los que se han contagiado de Covid-19 en el extranjero se han infectado en clubes nocturnos», sentenciaba el epidemiólogo Anders Tegnell, responsable de la autoridad sanitaria sueca, en una entrevista al periódico SvD, ‘Svenska Dagbladet’. Y con este argumento defendía que no le parecía buena idea la de introducir en Suecia la obligatoriedad del pasaporte de vacunación para acceder a los clubes nocturnos; que lo mejor era mantenerlos cerrados. «La gran diferencia (para enfrentar el contagio) estriba en esperar sentado el servicio de la consumición o estar de pie sobre la pista de baile», concluía.
Así las cosas y a medida que se aplanaba la ola de turno, durante el verano se fueron poblando poco a poco las terrazas y el interior de los restaurantes; los bañistas volvieron a las piscinas, el público al cine y en los estadios volvió a rugir la marabunta, eso sí, atemperada por las limitaciones de su aforo. En las discotecas, sin embargo, siguieron vigentes las restricciones más severas hasta bien pasados los ardores veraniegos.
Abordaje vikingo
Con este panorama, la mayoría de los suecos se decidió este verano a lo que ya se conoce como el ‘hemester’, vacaciones en casa –‘hema’, sustituto del clásico ‘semester’, vacaciones como las de antes, de viajes y estancias en países con seguro de sol–. Por otra parte, y salpicado de tradiciones, el verano sueco comienza con la fiesta nacional por excelencia, el día de ‘Midsommar’, a finales de junio, en el día más largo del año. Paradójicamente, a partir de esa fecha cada día es un poco más corto que el anterior, hasta que la oscuridad y el frío se adueñan definitivamente del paisaje en invierno.
Estas cosas, que los mosquitos suecos conocen muy bien, son las que hacen que estos insectos salgan de su letargo invernal dispuestos a cebarse a costa de los desprevenidos que se aventuran en sus bosques durante el verano.
Aunque este año, también a ellos, a los mosquitos, les ha afectado la falta de carne fresca. El turismo ha desparecido de las calles y no digamos de los bosques en Suecia y, en Estocolmo, a falta de los esforzados turistas que recorrían antaño las empedradas calles de su Ciudad Vieja, Gamla Stan, no son pocas las tiendas y locales que han tenido que echar el cierre.
Vikingos y pádel
Pero no se fíen tan pronto de las apariencias, porque siempre queda espacio para reinventarse y ante la proliferación de series y publicaciones que fantasean sobre las aventuras y las tropelías de los viejos vikingos, el museo de historia, el Historiskamuseet de Estocolmo, no ha perdido la oportunidad de subirse al drakar, la embarcación que utilizaban los diestros navegantes vikingos, para navegar por las procelosas aguas de la crisis y atraer así a sus paisanos veraneantes.
Las raíces del Yggdrasil, el árbol de la vida en la mitología nórdica, recorre la exposición ‘El mundo de los vikingos’, diseñada por la japonesa Atsuko Hamanaka Brandt, guía a los visitantes a través de la estructura social, las costumbres, los viajes, los saqueos, las relaciones comerciales, el concepto de poder o la expansión de la cristiandad durante la era vikinga; en total, 350 años comprendido s entre 750 y1100d.C. que cambiaron la vida en Escandinavia. «Hemos trabajado mucho para acercar pequeños objetos y para mostrar la sociedad vikinga al público», comenta a ABC la directora del museo, Katherine Hauptman, ante las sobresalientes piezas sobre las que se sustenta la exposición. Equilibrada en sus recursos para captar a los más jóvenes con simuladores tridimensionales, pantallas y paneles interactivos, el Historiskamuseet reinterpreta el papel de contenedor de objetos de los clásicos museos de historia.
Pero lo que llegó con el verano, vibraciones mediterráneas incluidas, se ha ido con él. Y, mientras Estocolmo se libraba poco a poco de la pandemia, estos meses aparecieron numerosas terrazas sobre sus tejados que ofrecían nuevas panorámicas de la ciudad y una extensa variedad de posibilidades a los que se encaramaban a ellas. Desde sesiones de música de todo tipo hasta la oportunidad de jugar al padel sobre los grandes almacenes NK, Nordiska Kompaniet, situados en pleno centro de la capital.
Porque esa es otra: resignados a la falta de relevo de las grandes estrellas del tenis, los míticos Bjorn Borg, Stefan Edberg o Mats Wilander, los suecos se han volcado en el pádel. Dos pistas de este deporte ocupan la superficie de una sola pista de tenis y, además, el pádel no requiere de una técnica tan depurada para divertirse con los amigos, como han barruntado los siempre prácticos escandinavos para dejarse llevar por la fiebre de esa actividad. Hasta el extremo de que un pontón flotante recorrió durante el verano la ciudad de Estocolmo, mientras sus ocupantes jugaban al pádel y disfrutando de la brisa del mar.
Grandes exposiciones
Pero si hay un paisaje para soñar el verano en Suecia, con el permiso del archipiélago de Estocolmo y de la isla de Gotland, ese es el de la provincia de Escania. Vecina con Dinamarca, Escania ofrece el paisaje natural que sirve de apacible decorado a las, por otro lado, inquietantes y macabras intrigas de Henning Mankell. Con largas playas desiertas y extensas llanuras de intensos amarillos, la región disfruta de una rica oferta cultural y de un dinamismo económico que no conviene perder de vista.
Destino y retiro habitual de artistas y bohemios, Escania cuenta en su capital, la futbolera Malmö, con una franquicia del Moderna Museet, museo de arte moderno originario de Estocolmo. Allí, su directora, Iris Müller-Westermann, ha vuelto a hacer de la necesidad virtud y, tras programar durante lo más crudo de la pandemia a Hilma af Klint (18621944), ofrece ahora la posibilidad de conocer digitalmente el mundo pictórico de esta singular artista, investigadora y médium sueca.
Recuperada en 2013, la obra de Hilma af Klint no deja de sorprender al mundo. Digna de ocupar un lugar prominente en el origen del arte abstracto junto a figuras como Kandinsky, Mondrian o Malevich, los cuadros de Hilma af Klint durmieron el sueño de los justos custodiados por su familia hasta que en 2014 vieron la luz en una memorable exposición en el Moderna Museet de Estocolmo. El programa paralelo de la exposición de Malmö se puede disfrutar ahora en su versión digital. Se trata de documentales, charlas, meditaciones e improvisaciones musicales que no le andan a la zaga en originalidad a la sorprendente trayectoria y personalidad de la artista sueca.
A vueltas con lo híbrido
Pero, como todos los años, a medida que se acortan los días y se alargan las noches, desaparecen los mosquitos de los bosques, resignados a esperar hasta que la luz vuelva a abrirse paso en la oscuridad. Con el griterío de los patios, a mediados de agosto arrancó el curso escolar y una normalidad híbrida se impuso en la vida cotidiana. Ni se sabe la cantidad de bicicletas que se han adueñado de la ciudad, por no decir nada de los patinetes desregularizados que traen de cabeza a la autoridad. Las oficinas vuelven a ocuparse a tiempo parcial, aunque, con el peligro evidente del contagio en las aulas, nadie se atreve a desterrar el teletrabajo.
El debate no se centra en la vacunación de los jóvenes; los medios tampoco hacen aquí un recuento exhaustivo del número de olas de la pandemia y, aunque se mire de reojo cualquier repunte, es mayor el deseo de soñar con que, como pasa todos los años, el año que viene el verano volverá.
La sociedad mira muy de reojo los datos del Covid ELDEBATE NO SE CENTRA EN LA VACUNACIÓN DE LOS JÓVENES Y LOS MEDIOS NO HACEN UN RECUENTO EXHAUSTIVO DEL NÚMERO DE OLAS DE LA PANDEMIA