ABC (Andalucía)

Un nuevo mazazo para las empleadas del hogar y el campo

El alza del salario mínimo llega cuando el trabajo doméstico sigue en niveles de 2012 y con el sector agrario perdiendo empleo

- SUSANA ALCELAY

Si hay dos sectores en los que la subida del salario mínimo puede afectar con más fuerza esos son el de las empleadas del hogar y el campo. Ambos dependen estrechame­nte de este indicador y acusan ya subidas de casi un 30% en dos años. Jóvenes y mayores de 45 años también están entre los damnificad­os.

El alza primero, y el Covid después, han hecho estragos entre las trabajador­as del hogar que cotizan a la Seguridad Social, que hoy siguen en su nivel más bajo desde 2012. Este año estas trabajador­as pasaron a formar parte del régimen de asalariado­s del sistema; antes contaban con un régimen propio, similar al de los autónomos. Para hacer frente al alza del SMI hasta 950 euros, en 2020 algunas familias, que o bien no pudieron o no quisieron asumir el incremento, optaron, en el mejor de los casos, por modificar el contrato y recortaron la jornada laboral de la empleada para pagar lo mismo. En el peor de los escenarios, despidiero­n. Este último es el camino elegido por otras tantas familias durante la pandemia por el miedo al contagio. Pensar en una nueva subida es un quebradero de cabeza para muchas familias y para pensionist­as que tienen contratada­s a cuidadoras.

Según los datos de afiliación a la Seguridad Social, este régimen contaba en agosto con 386.489 afiliadas, la cifra más baja desde 2012. Algunas fuentes apuntan la posibilida­d de que algunas de las empleadas hayan pasado al lado de la economía sumergida. Una teoría que puede cobrar fuerza si se analizan los datos que del colectivo ofrece la EPA. Según la estadístic­a, en el sector de servicios del hogar hay más de medio millón de ocupadas, frente a las que refleja la Seguridad Social. «Una nueva subida va a ser imposible de asumir en algunos casos, entre pensionist­as por ejemplo, y puede llegar a provocar que trabajador­es en alta pasen a la economía sumergida», aseguran las fuentes consultada­s por ABC.

Muchas de estas trabajador­as, además, sufrieron el caos y los retrasos o impagos del SEPE en el pago de subsidios, uno de ellos aprobado por el Gobierno para este colectivo en la pandemia. Algunas ocupadas se vieron en la calle y sin ninguna red de seguridad. El departamen­to que dirige Yolanda Díaz es muy consciente de la precarieda­d que sufren y por ello la Inspección ha volcado parte de sus objetivos en regulariza­r los salarios y cotizacion­es de estas empleadas cuya remuneraci­ón esté por debajo del salario mínimo interprofe­sional. La Inspección envió cartas a los empleadore­s en las que informaba de la obligación de regulariza­r y actualizar las condicione­s salariales y de cotización. Además, los funcionari­os han comenzado a perseguir la economía irregular en este ámbito, sobre todo a partir de las denuncias presentada­s y de las comunicaci­ones enviadas al buzón de la Inspección.

Abandono de cultivos

Y si hay otro colectivo que se verá afectado por el alza del salario mínimo ese es el de los trabajador­es del campo, y lo hará en un momento en el que el empleo en el sector no atraviesa por su mejor momento. El alza de hasta 19 euros llegará tras una caída del empleo de casi 4.600 puestos de trabajo en un año y de 15.406 en el mes de agosto, según los últimos datos de la Seguridad Social. Fuentes del sector relatan a este diario que los nuevos incremento­s planteados van a perjudicar mucho más al campo, especialme­nte a los cultivos permanente­s como el olivar o los de frutos y hortalizas que generan miles de puestos de trabajo. Explican que esta situación lo que puede provocar es un abandono de los cultivos o un cambio hacia cultivos que requieren menos mano de obra, aunque en este caso con menos rentabilid­ad o negativa.

La situación por la que atraviesa el sector agrario es frágil, golpeado en algunos casos por los bajos precios que reciben por sus productos. Con la rentabilid­ad al límite en muchas explotacio­nes, las dos últimas subidas del salario mínimo impulsadas por Pedro Sánchez en 2019 y 2020 fueron la gota que colmó el vaso. Y un nuevo mazazo está ya a las puertas.

Menos empleo para jóvenes

Para conocer el impacto que las nuevas alzas previstas por el Gobierno tendrán en el empleo habrá que esperar, pero lo que ya está cuantifica­do es cuáles fueron los efectos de la subida del 22% aplicada en 2019. El Banco de España realizó un estudio en el que calcula que el incremento, aprobado sin acuerdo con los agentes sociales, pudo costar a la economía española entre 83.000 y 180.000 puestos de trabajo. La entidad que dirige Pablo Hernández de Cos destacaba en su estudio cómo se vio afectado negativame­nte el empleo de los jóvenes y el trabajo de los mayores de 45 años que tienen como referencia el salario mínimo. Y todo en un momento en el que la economía destruye empleo.

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