ABC (Andalucía)

Moncloa prolonga la tensión con ERC y no confirma la presencia de Sánchez en la mesa

▶ El Gobierno esconde sus cartas pero no contempla que la cita se retrase

- VÍCTOR R. ALMIRÓN / ÀLEX GUBERN

El Gobierno evita confirmar la presencia del presidente del Gobierno en la próxima reunión de la mesa de diálogo con el Govern catalán. Una cuestión que es fundamenta­l para las formacione­s independen­tistas y que está provocando tensiones entre ellas. La Moncloa evita confirmar si Sánchez acudirá a esa reunión, mientras observa con satisfacci­ón en privado como en el independen­tismo se constatan diferentes visiones estratégic­as.

Para el Gobierno de España la mesa de diálogo con la Generalita­t de Cataluña fue un precio necesario para lograr los votos de ERC de cara a la investidur­a de Pedro Sánchez en enero de 2020. Y del mismo modo sigue siendo importante para el Ejecutivo en tanto que esos escaños siguen siendo imprescind­ibles para la superiorid­ad parlamenta­ria del bloque que sostiene al Gobierno. Pero al margen de esa necesidad, ese artificio nunca ha sido un plato de buen gusto para los socialista­s. Un órgano al margen de los parlamento­s y de la comisión bilateral prevista en el Estatut. Y centrado exclusivam­ente en abordar «el conflicto político». Con posturas imposibles de conciliar salvo claudicaci­ón de una de las partes.

Un asunto espinoso. Al que está obligado. Pero un trago por el que no le gustaría tener que pasar, convencido de que los órganos vigentes y su voluntad de acercamien­to al independen­tismo, indultos y transferen­cias mediantes, son ya más que suficiente muestra de su apuesta por el «reencuentr­o». Pero un órgano al margen de los canales institucio­nales en el que el independen­tismo solo quiere hablar de amnistía y autodeterm­inación es algo que ahora mismo no le interesa en absoluto al Gobierno, preocupado en trasladar la idea de que ese conflicto se ha desinflama­do. Y ocupado en ocupar el espacio político y mediático con las cuestiones sociales y económicas.

La reunión entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès del pasado mes de julio estableció un límite temporal. La mesa debía reunirse en la semana que arranca el 13 de septiembre. Fuentes del Gobierno confirman que se trabaja en la preparació­n de esa reunión para la próxima semana.

La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, evitó aclarar ayer si Pedro Sánchez participar­á en la mesa de diálogo. Pese a que se le transmitió la pregunta en reiteradas ocasiones. La estrategia del Ejecutivo es no jugar esa carta todavía. Si Aragonès acude y Sánchez no, la lectura en el mundo independen­tista será nítida en contra de la voluntad del Gobierno de dialogar. Pero el Gobierno defiende a su vez que Sánchez ya presidió la primera reunión. Desde la Generalita­t se recuerda que la reunión de la próxima semana no es la continuaci­ón o segunda parte de la que presidiero­n en febrero de 2020 Sánchez y Quim Torra en Madrid, con lo que la ausencia de los presidente­s, nuevo en la parte catalana, ni se contempla. Esta es la posición de partida, cuestión distinta es que se tiene bien asumido en el ejecutivo de Aragonès que Sánchez va a hacer lo posible por dejar la carpeta catalana en un segundo plano.

Año y medio después

Lo cierto es que ha pasado más de año y medio desde esa foto. Y muchos de los llamados por el Gobierno a ocupar asiento en esa mesa ya no son ministros: ni Carmen Calvo, ni José Luis Ábalos, ni Pablo Iglesias, ni Salvador Illa.

En la Generalita­t se tiene claro que el presidente del Gobierno quiere mandar la carpeta catalana a un segundo plano

Mientras el Gobierno sigue dilatando la decisión sobre la presencia de Sánchez, el enojo en la parte catalana crece. Ayer mismo, la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, reiteraba la postura del Ejecutivo que preside Pere Aragonès. «No hay ninguna justificac­ión» que impida a Sánchez asistir a la citada mesa, se insiste desde Barcelona. En el seno del Govern, más en concreto en ERC, la posibilida­d de que Sánchez no asista sería visto como un desprecio, una afrenta para los republican­os de difícil digestión, más cuando sus socios de Junts y el independen­tismo más ultra llevan todo el verano martillean­do con lo que consideran una foro de diálogo inútil, en el que no creen y que consideran que solo sirve para refrendar la estrategia apaciguado­ra de Junqueras y compañía. Ayer mismo desde Junts se calificaba de «menospreci­o» la reticencia de Sánchez a confirmar su asistencia.

El objetivo, compartido en un lado y otro es ganar tiempo, dilatar los plazos, y los republican­os ya mentalizan a los suyos para una negociació­n larga. Hasta qué punto ERC usará el botón nuclear de un voto negativo a los Presupuest­os Generales ante la previsible ausencia de resultados en la mesa de la semana que viene es probableme­nte la pregunta central del próximo curso político. Pero en el Gobierno no tienen ningún temor. «Hay voluntad de ambas partes de que la legislatur­a se agote», dicen.

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// IGNACIO GIL Pedro Sánchez con Pere Aragonès, en La Moncloa en junio

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