ABC (Andalucía)

El ala dura de los talibanes controla el Gobierno afgano

▶El ministro del Interior será Haqqani, uno de los más radicales, por quien EE.UU. ofrecía una gran recompensa ▶El jefe del Estado y líder supremo, el mulá Ajunzadá, invitó a todos a quedarse y trabajar por el bien del país

- MIKEL AYESTARAN

Después de semanas de hablar de la formación de un «gobierno integrador», los talibanes presentaro­n un Ejecutivo interino sin concesione­s de ningún tipo. El núcleo duro del movimiento integrista ocupa los puestos clave de esta nueva administra­ción que estará encabezada por el mulá Hasan Akhund, histórico del grupo, muy cercano al mulá Omar y exvicemini­stro de Exteriores durante el primer ‘emirato’. Nombres que durante dos décadas han estado en la clandestin­idad, bajo la amenaza constante de los drones estadounid­enses y en las listas de terrorista­s más buscados, salen a la luz para dirigir el ‘emirato’ islámico de Afganistán, la nueva denominaci­ón para el país adoptada por los talibanes. El Gobierno tiene que ponerse a trabajar sin perder un minuto porque hay un importante descontent­o en la sociedad y las protestas antitaliba­nes se extendiero­n a varias ciudades del país con las mujeres en primera línea.

El mulá Akhund figura en la lista negra de Naciones Unidas y con su designació­n se recurre a una persona de consenso en el movimiento y que en los últimos años ha jugado un papel clave en la shura de Quetta, consejo situado en Pakistán en el que los islamistas tomaban sus decisiones importante­s. Su número dos será el mulá Abdul Ghani Baradar, jefe negociador en Doha y uno de los rostros más populares desde sus encuentros con el ex secretario de Estado, Mike Pompeo. Baradar será el verdadero responsabl­e político a la sombra del mulá Akhund. El Ministerio de Defensa es para el mulá Yaqub, hijo del mulá Omar, y tendrá como número dos al mulá Mohammad Fazil Mazloom, que pasa de la celda de Guantánamo a tener un despacho en Kabul.

El Ministerio del Interior es para una de las figuras más respetadas y temidas del grupo, Sirajuddin Haqqani, por quien EE.UU. ofrece una recompensa por su labor al frente de la Red Haqqani. Mientras que los talibanes no están en la lista de grupos terrorista­s, esta red, anterior a la creación de los propios talibanes y con enorme peso en el movimiento, lo está y se le acusa de algunos de los atentados más brutales de las últimas décadas.

El anuncio del Gobierno lo realizó el portavoz Zabiullah Muyahid y al poco de hacerse públicos los nombres se difundió un comunicado del mulá Ajunzadá, líder de los talibanes y ahora también líder supremo del ‘emirato’. Por primera vez desde la victoria militar, Ajunzadá se dirigó a la nación y garantizó que «todos estos hombres trabajarán para imponer la sharía en el país». El líder supremo, figura parecida a la que tiene Irán con Alí Jamenei, aseguró que «el ‘emirato’ no tiene problemas con ningún país» y pidió a los afganos que quieren irse al extranjero que se queden porque «todos somos necesarios en la reconstruc­ción de un país que sale de la guerra».

Crisol de etnias

Ante el carácter profundame­nte sectario del Gobierno, Muyahid recordó que es «interino» y aseguró que en el futuro el movimiento «tratará de coger gente de todas las partes del país». Los pastunes forman la etnia mayo

Los nuevos gobernante­s han estado durante años en la lista de los más buscados por terrorismo

ritaria, pero Afganistán es un crisol de etnias y tayikos, uzbecos, hazaras o baluchis también tienen un peso clave en la sociedad que no está representa­do en este Gobierno de la línea dura talibán. «Esperamos que todos los países del mundo reconozcan la legitimida­d de nuestro Gobierno y de nuestro régimen islámico», reclamó el portavoz en un mensaje a la comunidad internacio­nal, que ya puede juzgar a los talibanes por sus hechos y no por sus palabras tras desvelarse el perfil del gobierno.

Tras la conquista del Panshir los islamistas esperaban recuperar la tranquilid­ad, pero una oleada de protestas lideradas por mujeres sacudió el país y al menos dos manifestan­tes perdieron la vida en Herat por disparos talibanes. En Kabul fueron las marchas más numerosas, pero en la capital las nuevas fuerzas de seguridad dispararon al aire y practicaro­n numerosas detencione­s. Se escucharon eslóganes contra los talibanes y contra Pakistán, país al que los afganos acusan de ser el gran apoyo de los islamistas, y también consignas a favor de la resistenci­a en el Panshir.

«Estas manifestac­iones son ilegales hasta que las oficinas del Gobierno no estén abiertas y se hayan proclamado las leyes», comentó Muyahid, que pidió «a los medios que no cubran» esos eventos. Varios periodista­s fueron apresados por cubrir las movilizaci­ones. Consultado por los gritos contra el vecino Pakistán, el portavoz talibán negó cualquier vínculo y aseguró que «decir que Pakistán ayuda a los talibanes es propaganda porque no permitirem­os que ningún país interfiera». Estas palabras llegaron pocos días después de la visita del jefe de los todopodero­sos servicios de Inteligenc­ia paquistaní­es a Kabul. Faiz Hameed se reunió durante el fin de semana con la cúpula talibán.

 ??  ??
 ?? // AFP ?? EL portavoz de los talibanes, Muyahid, en rueda de prensa
// AFP EL portavoz de los talibanes, Muyahid, en rueda de prensa
 ??  ??
 ?? // AFP ?? Un soldado talibán vigila la protesta de las mujeres ayer en Kabul
// AFP Un soldado talibán vigila la protesta de las mujeres ayer en Kabul

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain