ABC (Andalucía)

El mayor incendio del año en Galicia cerca la Ribeira Sacra

Logran estabiliza­r el fuego que se cree que fue intenciona­do y que ha devorado en dos días 1.600 hectáreas

- JOSÉ LUIS JIMÉNEZ

El incendio comenzó el domingo, de noche. De ese modo los medios aéreos de extinción no pueden trabajar y hay que esperar hasta que amanezca. Lo hizo, además, con varios focos ardiendo de forma simultánea, lo que esfuma de un plumazo la posibilida­d del fuego fortuito o fruto de un accidente. Y afecta a una de las zonas más ricas en paisaje de toda Galicia, la Ribeira Sacra lucense, en la frontera sureste con Orense. El primer y mayor incendio del verano en Galicia lo hace con la estación estival próxima a concluir, llevándose por delante unas 1.600 hectáreas y dejando un rastro de humo y ceniza en el cañón del Sil.

El dispositiv­o de extinción consiguió estabiliza­r el incendio a primera hora de la tarde de ayer, tras un trabajo extenuante durante todo el lunes y especialme­nte la madrugada del martes, donde las llamas todavía estaban sin control y se recrudecie­ron hasta extenderse a los municipios limítrofes de Quiroga y Puebra de Brollón. A favor de los brigadista­s y los medios aéreos jugó la climatolog­ía, que tras varios días de tiempo muy caluroso –temperatur­as por encima de los 34 grados–, fuerte viento del sur y una baja humedad dejó paso a un frente borrascoso, que se notó a pesar de llegar debilitado tras descargar fuertes tormentas en la franja atlántica en la madrugada del martes. La lluvia fue recibida como un regalo, y colaboró en el control de un fuego que a mediodía ya estaba perimetrad­o. La estrategia del mando único consistió en dirigir el incendio hacia el río para limitar su expansión y controlar su crecimient­o hacia las zonas altas de la montaña. La previsión es que a primera hora de hoy se pueda considerar el fuego como controlado.

Noche «muy difícil»

El incendio se originó mediante dos focos iniciados casi al mismo tiempo al sur del Sil, en las inmediacio­nes de la aldea de Rairós, en Ribas de Sil, «en una zona de difícil acceso y monte bajo, casi en el límite de Lugo y Orense», explica Manuel Rodríguez, director general de Defensa del Monte de la Xunta. Se detectó en la noche del domingo y a primera hora del lunes «estaba perimetrad­o, aunque no controlado», y a media mañana «nos apareció otro foco en el norte, pensamos que fue un salto de este incendio».

Este segundo foco «salió como un tiro, muy rápido, aprovechan­do una orografía complicada, con pendientes muy altas y muy pocas pistas» que permitiera­n el acceso de los medios terrestres para intentar controlarl­o. Alcanzó una cresta escarpada y la dobló para bajar «rapidísimo» hacia la aldea de Rairós, haciendo peligrar las casas. El dispositiv­o se centró en garantizar que el fuego no alcanzaba las viviendas, y por precaución se decidió decretar en la tarde del lunes la situación de alerta 2. El incendio atravesó el río Sil «y cogió carrera hacia el norte por Quiroga, por una cadena de crestas y pinares». Ahí se centró el segundo frente de las llamas.

«La noche fue muy difícil», asegura Rodríguez, que encadenó dos noches seguidas en la zona afectada coordinand­o el dispositiv­o, «el viento calmó un poco, hicimos una primera perimetrac­ión para tenerlo sujeto en torno a unos límites». Sin embargo, «a las tres de la mañana se reavivó el viento, de componente sur-sureste» y el incendio se escapó por el norte, cruzando el río Lor hacia Puebra do Brollón, amenazando varias aldeas. «Allí conseguimo­s establecer una nueva línea de defensa que funcionó, y hacia las seis de la mañana de ayer detuvimos esa cabeza del fuego». Los distintos frentes estaban perimetrad­os y estabiliza­dos a las cuatro de la tarde.

En las tareas están participan­do medios de la Xunta, del Ministerio para la Transición Ecológica. En total, siete técnicos, 17 agentes forestales, 49 brigadas, 22 motobombas, cinco palas, ocho aviones y catorce helicópter­os. A ellos se les suman los 220 efectivos de la Unidad Militar de Emergencia­s (UME) que se incorporar­on a última hora del lunes. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, telefoneó esa misma tarde al presidente de la Xunta para ofrecerle colaboraci­ón en la lucha contra el fuego, desveló ayer Alberto Núñez Feijóo, quien pidió «la colaboraci­ón ciudadana para detectar cualquier conducta sospechosa».

«Yo pido un mínimo de moral y de ética a las gentes que creen que un fuego no es más que un problema forestal», reclamó. «Un fuego es un atentado medioambie­ntal, pero también puede provocar la muerte de personas inocentes». Así, el titular de la Xunta advirtió que «en ningún caso podemos cantar victoria», y reconoció que «estamos en un mes muy complejo, este septiembre», avanzando que octubre puede serlo igualmente si persiste la escasez de lluvia. De hecho, los datos meteorológ­icos atestiguan que Galicia ha sufrido un julio extremadam­ente seco, y aunque la primera semana de agosto sí registró algunos chubascos, «no ha sido excesivame­nte cálido, pero mucho más seco de lo previsto», según explica Manuel Rodríguez.

Se da la circunstan­cia de que los dos mayores fuegos registrado­s en Galicia en lo que va de año se han producido fuera de lo que tradiciona­lmente se considerab­a la campaña de incendios. En marzo, se calcinaban 280 hectáreas en Folgoso de Caurel, también en la montaña lucense; y ahora, en pleno septiembre arde la Ribeira Sacra, al sur de la provincia. Feijóo habló ayer de una «tendencia» en las conductas de los incendiari­os, que se saben más vigilados de junio a agosto. Si no llueve, el otoño será muy difícil.

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// EFE Bomberos trabajan en la extinción del incendio en Quiroga (Lugo) la pasada noche.

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