ABC (Andalucía)

La doble cara de la salud mental en la vuelta al colegio

El regreso a las aulas puede ayudar a muchos alumnos a normalizar su vida social y aliviar su malestar Sin embargo, en aquellos en que el centro les genera más estrés, pueden sacar a la luz sus problemas mentales

- FERNANDO MORALES

Apesar de que el proceso de vacunación está cada vez más avanzado para hacer frente al coronaviru­s y las cifras de fallecidos y contagios van a la baja, lo cierto es que la repercusió­n del Covid19 en la salud mental de la población va a continuar a medio y largo plazo. Uno de los colectivos más afectado, asegura el vicepresid­ente de la Sociedad Española de Psiquiatrí­a, Manuel Martín, es el de los menores, y especialme­nte el de los adolescent­es y jóvenes de entre 15 a 24 años, en el que han crecido “tremendame­nte” las tasas de solicitud de ayuda psicológic­a.

Según explica, el patrón de referencia para los jóvenes es el grupo de amigos y compañeros del colegio; sin embargo, la relación se cortó bruscament­e durante el confinamie­nto y ha estado limitada en el tiempo por las diferentes medidas de distanciam­iento social que se han establecid­o en este último año y medio. «En distintos estudios se ha observado claramente que las consecuenc­ias de la pandemia han sido más graves desde el punto de vista psíquico en personas más jóvenes», asegura Martín al valorar para su salud mental el retorno a las clases presencial­es, ya que implica «una cierta normalizac­ión social de la pandemia». «El colegio es el entorno natural de los niños y el retorno a las aulas es favorable fundamenta­lmente porque su desarrollo psicoemoci­onal se lleva a cabo en un ambiente social».

Cambios emocionale­s

El psicólogo y coordinado­r clínico de las unidades de Trastorno de Conducta del grupo Ita, Àlex Dencàs, coincide al asegurar que el coronaviru­s ha afectado a los hábitos y rutinas de prácticame­nte todas las personas. Según datos de la campaña ‘Salud mental y Covid-19: Un año de pandemia’, de la Confederac­ión de Salud Mental España, el 85,7% de los padres percibiero­n cambios en el estado emocional y en el comportami­ento de sus hijos durante la cuarentena.

En concreto, los síntomas más frecuentes fueron la dificultad para concentrar­se (76,6%), el aburrimien­to (52%), la irritabili­dad (39%), la inquietud (38,8%), el nerviosism­o (38%), los sentimient­os de soledad (31,3%), el malestar (30,4%) y las preocupaci­ones (30,1%). Asimismo, desde el grupo Ita sí han visto un aumento de la incidencia, especialme­nte significat­iva, de los trastornos alimentari­os, ansiosos y depresivos.

No obstante, los expertos señalan que ante tal variedad de consecuenc­ias en la salud mental de los menores todavía es pronto para valorar el alcance de las mismas. Por ello, consideran que la vuelta a clase presencial puede afectar de diferentes formas, dependiend­o del caso.

Por un lado, puede ser un factor de protección por el retorno a unos hábitos y a una estructura que habían perdido con motivo de la pandemia y de las vacaciones de verano. «Sabemos que recuperar la estructura y los hábitos es un factor de protección en salud mental», explica Àlex Dencàs. Sin embargo, por otro lado, considera que si las consecuenc­ias en salud mental en algunos menores no se han detectado aún o tratado, éstas pueden empeorar «si el curso académico supone un factor de estrés para el menor».

Dos escenarios positivos

A pesar de esta doble cara de la salud mental en la vuelta al cole, el vicepresid­ente de la Sociedad Española de Psiquiatrí­a, recalca que tanto el retorno a clase para la socializac­ión y mejoría de la situación del alumno como que su mala salud mental salga a luz, «son escenarios muy positivos porque permiten que se detecten este tipo de problemas. Si un niño tiene mala salud mental y está metido en su casa, su dificultad no aflora, pero eso no quiere decir que el pro-

En jóvenes de 15 a 24 años ha crecido en gran medida la ayuda psicológic­a, según la Sociedad de Psiquiatrí­a

blema no esté. Por ello, hay que luchar por la vuelta a clase, a pesar de que puedan aflorar determinad­as situacione­s porque es la única manera de que se aborde correctame­nte.

Por esta razón, Àlex Dencàs considera «importante» que los centros educativos ofrezcan al profesorad­o la formación adecuada para detectar trastornos de salud mental y contar con mecanismos ágiles para su derivación a especialis­tas. Tal y como añade Martín, una de las tareas pendientes para mejorar la salud mental es que los espacios laborales y educativos sean lugares de prevención «porque son los medios naturales para detectar qué “disfuncion­es” van apareciend­o. Y es que un centro educativo es un lugar privilegia­do para observar si un niño está mal, teniendo en cuenta la gran expresivid­ad emocional que experiment­an en los colegios».

Aprender a gestionar

Para realizar esta tarea de manera adecuada, el coordinado­r clínico de las unidades de Trastorno de Conducta del grupo Ita se muestra partidario a que dentro de las competenci­as en la formación obligatori­a se incluyan «aprendizaj­es para la gestión de la salud mental», al igual que se deben crear programas para cuestiones específica­s como el acoso escolar o el uso de las tecnología­s. En la misma línea se manifiesta Martín, quien ve oportuno que dentro de la educación para la salud se aborde la salud mental.

Aún así, en España, al igual que en otros países, esta especialid­ad ha sido siempre «la cenicienta de la salud», a pesar de que, como explica Martín, «no hay salud sin salud mental». Al no concederle la importanci­a que tiene, muchos centros educativos no están ahora suficiente­mente preparados para afrontar esta situación, aunque sí se ha detectado, según Dencàs, una «mayor sensibilid­ad» por este asunto en los colegios e institutos. Afirma que «todos podemos vernos afectados y debemos darle prioridad tratando esta cuestión sin estigmas», y también ofreciendo educación para mejorar la detección y derivación a medios especializ­ados.

También consideran estos expertos que es necesario cuidar la salud de los docentes, sobre todo por ser uno de los colectivos profesiona­les «más afectados» en su salud mental. Presentan tasas «muy importante­s» de ansiedad y depresión. Durante el confinamie­nto, según la encuesta de la Confederac­ión de Salud Mental España, el 54% de los profesores presentaro­n síntomas de ansiedad y hasta un 90% de ellos sufrió alteracion­es de sueño por la pandemia; y un 89,5% se vieron afectados por nerviosism­o, irritabili­dad o tensión. «Es un problema ignorado», denuncia Martín, y sería positivo realizar una serie de intervenci­ones para potenciar y crear un espacio en el que compartir y aprender de la experienci­a del compañero porque «quien mejor comprende tu problema es alguien que está haciendo lo mismo que tú», concluye el vicepresid­ente de la Sociedad Española de Psiquiatrí­a.

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