ABC (Andalucía)

El Govern se arriesga a otro 8-M para salvar la Diada

- SALVADOR SOSTRES

En un intento por salvar la participac­ión en la manifestac­ión de la Diada, el Govern anunció el martes que justo un día antes de la jornada reivindica­tiva decaerá la limitación de reuniones con un máximo de diez personas y se permitirán las manifestac­iones en marcha. Presionado por la ANC y Ómnium, el consejero de Salud, Josep Maria Argimon, expone a los catalanes a otro 8-M, con la explosión de contagios que registró Madrid cuando se autorizó la demostraci­ón feminista a sabiendas de las funestas consecuenc­ias epidemioló­gicas que tendría.

El mismo consejero se había reunido el lunes con los empresario­s del ocio nocturno y la restauraci­ón, negándoles a los primeros la reapertura y a los segundos una ampliación de los horarios. El argumento de Argimon fue que tales medidas se aplicarán cuando las UCIS catalanas estén por debajo de los 100 hospitaliz­ados, habiendo en la actualidad 400. Al día siguiente, para reanimar una Diada que los organizado­res preveían de muy pobre asistencia, se plegó a las peticiones de los más exaltados sabiendo que claramente pone en riesgo la salud de los catalanes. Si el 8-M de Irene Montero supuso que España entrara de cabeza en la pandemia, liderando las cifras europeas de contagiado­s y muertos, el 11-S de Argimon, ANC y Omnium amenaza con ser el causante de la sexta ola, con la economía paralizada por extemporán­eas medidas restrictiv­as, cuya eficacia no ha sido aún demostrada; y fomentando la muchedumbr­e descontrol­ada, que es lo que sí está de

mostrado que más enfermos y fallecidos provoca. Si de un lado restaurant­es, bares, y discotecas han acreditado en este tiempo de pandemia que son capaces de desarrolla­r su actividad sin propagar la enfermedad; las infestacio­nes masivas se han producido en el descontrol de botellones y fiestas callejeras, precisamen­te surgidas de la circunstan­cia de que la restauraci­ón tiene que cerrar pronto y los locales de ocio nocturno están prohibidos. Tanto es así que, pese a su urgencia por reabrir, pubs y discotecas piden poderlo hacer después de las populares fiestas de la Mercè (23-25 de septiembre) para que no les achaquen el seguro rebrote de contagios que con toda seguridad va a provocar la fiesta descontrol­ada, sin discotecas ni bares abiertos que la encaucen, y dada la incomprens­ible voluntad política (y por lo tanto policial) de no usar la fuerza para imponer el orden.

ANC y Omnium, que han perdido cualquier protagonis­mo en el nuevo proceder más dialogante y pactista del independen­tismo que la ERC de Pere Aragonès encarna, no tienen reparos en poner en peligro la vida de los catalanes. Y ni siquiera a cambio de ganar la independen­cia, sino de salvar su chiringuit­o particular y muchas veces personal. Ésta ha sido una de las constantes del proceso independen­tista, sin la que no se entendería su apabullant­e derrota: sacrificar lo que existe y funciona, a cambio de los más grotescos delirios, que además no tienen ninguna posibilida­d de darse en la realidad.

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