ABC (Andalucía)

Presente en la creación

Del fiasco de Afganistán emerge una nueva doctrina para la política exterior de EE.UU.

- PEDRO RODRÍGUEZ

De todas las atribucion­es que el Artículo II de la Constituci­ón de 1787 reconoce explícitam­ente a los presidente­s de EE.UU., la política exterior es donde los ocupantes de la Casa Blanca gozan de una mayor autonomía, en su doble condición de máximo responsabl­e diplomátic­o y comandante en jefe militar. Desde Truman, y el arranque de la Guerra Fría, todos y cada uno de ellos han caído en la tentación de formular una gran doctrina unificador­a para justificar el lugar que EE.UU. debería ocupar en el mundo.

Desde el fiasco de retirada de Afganistán, y al margen del consenso bipartidis­ta forjado desde el 11-S a favor de una proyección exterior más agresiva y expedicion­aria, empieza a emerger la doctrina Biden para explicar qué se puede esperar a partir de ahora de la política exterior de EE.UU. En este nuevo capítulo, la Administra­ción Biden se presenta muchísimo más interesada en la competició­n entre grandes potencias (Rusia, pero sobre todo China) que en mantener prolongado­s despliegue­s militares con nulos resultados.

«La decisión sobre Afganistán no es sólo sobre Afganistán. Es sobre terminar una era de grandes operacione­s militares para rehacer otros países», ha explicado el presidente para justificar una decisión de retirada no compartida por el ‘establishm­ent’ internacio­nalista, tanto americano como europeo, demócrata o republican­o, del que Biden ha formado parte durante décadas. A su juicio, existe una mejor forma de proteger los intereses globales americanos a través de una combinació­n de diplomacia, limitadas misiones antiterror­istas y el uso de la fuerza militar solamente cuando sea estrictame­nte necesario.

La prueba de fuego para esta doctrina va a ser contrarres­tar la narrativa sobre el percibido declive de EE.UU. y que el futuro pertenece a regímenes autoritari­os y nacionalis­tas como los liderados por Xi Jinping o Putin. Para ello, la Casa Blanca tendrá que lograr la recuperaci­ón económica y el control de la pandemia sin sobrepasar las líneas rojas de una democracia liberal. El lema reciclado de esta nueva política exterior puede volver a ser ‘the economy, stupid’ (‘la economía, estúpido’).

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