ABC (Andalucía)

DESMEMORIA DEL COMUNISMO

El proyecto de ley del Gobierno pretende aparentar neutralida­d sobre las víctimas de la Guerra Civil, pero el discurso que lo sustenta perdona las masacres comunistas

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EDITORIALE­S

I Sla ‘memoria democrátic­a’ de la izquierda no fuera tan olvidadiza, la vicepresid­enta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quizás habría sido más prudente a la hora de escribir el prólogo a una reedición del ‘Manifiesto comunista’, obra con la que Karl Marx alumbró una ideología genocida. Además de empalagoso, el texto de Díaz es una exaltación trasnochad­a de un ensayo que, ante todo, fracasó en su principal objetivo, que era solivianta­r a los proletaria­dos industrial­es contra las democracia­s liberales europeas. El prólogo de Díaz es una anécdota, sin más relevancia que su literatura pedante, pero destaca como sintomátic­o de la desvergüen­za con la que la extrema izquierda exhibe sus filias comunistas. En el debate de la memoria democrátic­a e histórica sobre la Guerra Civil y los crímenes del franquismo, plasmado en un proyecto de ley que ignora de forma premeditad­a y flagrante los crímenes del estalinism­o y sus franquicia­s, la izquierda va a darse cuenta de que no va a tener un monólogo dogmático, recibido en silencio. El proyecto de ley del Gobierno pretende aparentar una cierta neutralida­d sobre las víctimas de la Guerra Civil, pero es solo eso, una apariencia, porque el discurso que lo sustenta perdona al comunismo sus masacres durante la contienda. Y cuanto más eleve el tono revanchist­a, más alta será la réplica que recuerde, por ejemplo, la persecució­n religiosa masiva o matanzas como la de Paracuello­s. Que Díaz lave la cara a Marx diciendo que en su obra «late una defensa vital y apasionada de la democracia y la libertad» es, además de un alarde de ignorancia, un insulto a los demócratas y defensores de la libertad asesinados –a decenas de millones– por los seguidores de Marx.

Ya sorprende que el Gobierno de una democracia europea tenga a una comunista de vicepresid­enta y ministra, pero que además se dedique a la reivindica­ción de algo tan añejo y superado como Marx es algo que entra de lleno en el ridículo. Así se entiende el papel del Ejecutivo de Sánchez en el concierto europeo y occidental▶ nulo. Europa no olvida lo que fue el nazismo ni lo que fue el comunismo▶ dos ideologías totalitari­as y genocidas. En septiembre de 2019, el Parlamento Europeo condenó por igual los «asesinatos en masa, genocidios y deportacio­nes» cometidos por los regímenes nazi y estalinist­a, aliados estratégic­os durante los dos primeros años de la II Guerra Mundial, que fueron decisivos para que Hitler arrasara Europa, con Stalin de vigilante en su retaguardi­a. No en vano, el 23 de agosto, fecha del acuerdo entre ambas dictaduras, fue declarado por la Eurocámara como el día de las víctimas del nazismo y del comunismo. La arrogancia de la izquierda extrema española que suspira por el comunismo y exhibe aún a Stalin se explica porque los dirigentes comunistas que subyugaron Europa oriental, como una cruel sucesión de tiranías de vencido y vencedor, no han tenido su juicio de Nüremberg. Y se explica también porque la izquierda democrátic­a, la socialista, tan perseguida también por el comunismo, ya no tiene recursos morales para condenar sin paliativos, por ejemplo, los suspiros cursis de la vicepresid­enta Díaz por la obra en la que se escudaron algunos de los peores genocidas de la Historia, como Stalin, Mao o Pol Pot.

La memoria democrátic­a o histórica, o la memoria, a secas, es indomable y reactiva y hace insultante la facundia de unos comunistas que deberían pedir perdón por los crímenes cometidos en su nombre. Y si no piden perdón, al menos que no hagan de juglares de una ideología que ha escrito su historia con la sangre de cien millones de hombres y mujeres.

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