ABC (Andalucía)

El nulo diálogo entre Sánchez y Casado deja la legislatur­a sin pactos de Estado

El líder del PP cree que el presidente «no tendrá más remedio» que aceptar una reunión sobre el CGPJ

- MARIANO CALLEJA

La peor crisis sanitaria en cien años, la caída de la economía y el empleo, la gestión de los 140.000 millones de fondos europeos, la reforma de las pensiones, la inmigració­n irregular, los indultos a los condenados por el golpe a la legalidad en Cataluña, el bloqueo de la renovación de los órganos constituci­onales, la retirada de Afganistán, la salida de Don Juan Carlos de España... Ninguno de esos asuntos ha sido suficiente para que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición pudieran llegar, o siquiera acercarse, a un pacto esta legislatur­a. Ha habido reuniones entre Pedro Sánchez y Pablo Casado, sí, tres presencial­es desde las elecciones de noviembre de 2019, y llamadas o videoconfe­rencias, al menos ocho en dos años, pero en la práctica han sido un diálogo de sordos, donde el presidente del Gobierno no ha querido ni ha buscado ningún acuerdo con la oposición, sino su adhesión incondicio­nal a sus decisiones ya tomadas.

En julio de 2020, Sánchez fue tajante en una entrevista en el ‘Corriere della Sera’, cuando se le preguntó si alguna vez se había planteado un acuerdo de Gobierno con el PP▶ «No. ¿Sabe por qué el Pasok, el partido socialista griego, casi ha desapareci­do? Porque hizo la gran coalición con la derecha, justo cuando Grecia estaba pidiendo medidas sociales». Para Casado, ahí quedó más claro que nunca que el ánimo de Sánchez de pactar con el PP era igual a cero, como ha ido comproband­o en el día a día. El jefe del Ejecutivo eligió sus aliados, entre los que se encuentran Podemos, los separatist­as y Bildu, y estos hacen incompatib­le cualquier acercamien­to o relación con el centro-derecha.

La relación personal de Sánchez y Casado no es mala. En las escasas ocasiones en las que coinciden o cuando se reúnen siempre ha habido un trato cordial y cercano. Pero ahí acaba la posible sintonía que pudiera haber entre ellos. Las reuniones y los contactos se cuentan como una sucesión de fracasos y frustracio­nes, sin ningún acuerdo visible. El último ejemplo está siendo el bloqueo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial, pero la lista es larga.

El presidente del PP, que se siente respaldado por la Comisión Europea, por la Comisión de Venecia y por los líderes del PP europeo, pero también por la Constituci­ón al pedir que los jueces sean elegidos por los jueces en 12 de los 20 asientos del Consejo General del Poder Judicial, no piensa moverse de su posición. Pero está convencido de que a Sánchez no le quedará más remedio que aceptar una reunión y sentarse a hablar en esa línea, porque es la marcada, según subrayan en el PP, por Europa. Al inicio de esta semana, Casado pidió una reunión inmediata a Sánchez, y este le contestó llamándole «insumiso constituci­onal». «El insumiso es él», replicó Casado, quien volvió a reclamar una entrevista. Entre medias, en Europa se busca un acuerdo para la próxima Presidenci­a del Parlamento Europeo, un puesto para el que suena el popular Esteban González Pons. Pero en el PP son consciente­s de que en esta situación de ruptura el acuerdo para lograr el apoyo del PSOE resulta prácticame­nte imposible.

Sentido de Estado

Fuentes próximas a Casado critican la ausencia de sentido de Estado de Sánchez. Solo así pueden explicarse que ante la retirada de Afganistán ni siquiera llamara al líder de la oposición para informarle de la operación ni tuviera el gesto de compartir con él una de las visitas a la base de Torrejón. Aun así, Casado abrió el curso político con un apoyo explícito al Gobierno, lo que fue aplaudido incluso por la portavoz del Ejecutivo. Pero solo dos días después, la ministra de Defensa cargó con fuerza contra el PP por reclamar un debate parlamenta­rio para que el Gobierno tuviera el aval del Congreso en la operación. El acuerdo tácito de Estado saltó por los aires.

En el caso de la pandemia y el estado de alarma, Sánchez llamó a los partidos de la oposición para informarle­s de su decisión de decretar la medida. Casado le dio su apoyo en marzo de 2020. No fue un acuerdo, sino una adhesión. Pero el estado de alarma se prolongó y la comunicaci­ón quedó rota desde La Moncloa, pese a la excepciona­lidad que vivía España. Al final, el PP acabó desmarcánd­ose del estado de alarma desde la cuarta prórroga. Tampoco fue posible un pacto por la sanidad. A pesar de la comisión de reconstruc­ción que se creó en el Congreso, los escasos acuerdos a los que se llegaron ni siquiera se llevaron a la práctica.

La pésima comunicaci­ón entre Sánchez y Casado ha dejado incluso llamadas perdidas del líder del PP, sin respuesta durante semanas. El líder de la oposición ni siquiera fue informado cuando Don Juan Carlos salió de España. En la crisis de Ceuta y Marruecos, fue Casado quien llamó para poder expresarle su posición, y Sánchez, que le devolvió la llamada, se comprometi­ó a mantenerle informado ante la grave situación diplomátic­a. Eso fue el 18 de mayo. Y hasta hoy.

El jefe de la oposición está dispuesto a llegar hasta el final en su defensa de la independen­cia judicial al verse apoyado en Europa

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// JAIME GARCÍA Pedro Sánchez y Pablo Casado, en La Moncloa en febrero de 2020

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