Inflación
La inflación vuelve a las portadas de los medios. Y sorprende el tratamiento que en general se le está dando. Nada más lejos de pretender aleccionar a nadie de cómo se tienen que tratar las noticias económicas, pero no me resisto a una vez más nadar contra corriente. Sorprenden los alarmantes titulares y los análisis precipitados sobre los terribles males del incremento de los precios que copan las informaciones económicas. Eslóganes facilones –el impuesto de los pobres– y comentarios asustaviejas es lo que abunda. No se entra en que teniendo en cuenta lo que ha pasado en el último año y medio lo que estamos viendo ahora era algo bastante esperado. De hecho, teniendo en cuenta el punto de partida y la fortísima recuperación económica ahora en marcha, lo preocupante hubiera sido que los precios no se inmutaran. Con cierta desfachatez se cuestiona abiertamente y con poco fundamento los argumentos técnicos que las autoridades monetarias están esgrimiendo sobre, por ejemplo, la temporalidad del incremento o la idoneidad de la actual política monetaria. Conviene coger algo de perspectiva y tratar de entender que unas pocas lecturas de inflación por encima de los límites marcados es mucho menos grave que el hecho de que en los últimos diez años hayamos estado estructuralemente por debajo de ese objetivo y lo que eso ha supuesto. Entiendo que es un ejercicio de pedagogía que a lo mejor se escapa de lo que es el papel actual de los medios pero que resulta importante si queremos salir del alarmismo en el que estamos instalados cuando tratamos temas económicos.
El hecho de que la inflación esté por encima del objetivo de forma transitoria no es ningún riesgo y mucho menos si tenemos en cuenta lo vivido en los últimos años. Que hoy los bancos centrales hayan optado por esperar y ver y no se tiren a la piscina levantando el pie del acelerador antes de tiempo es un acierto. Más aún si tenemos en cuenta lo que han supuesto estos últimos años los errores no forzados por parte de las autoridades monetarias. Es una muy buena muestra de que han aprendido la lección y que en el binomio riesgo beneficio que debe mandar en sus decisiones, los riesgos de como se dice en el argot adelantarse a la curva son mucho mayores que el eventual calentamiento de la economía por ir algo por detrás.
En los próximos meses comprobaremos cómo de temporal es el incremento de la inflación, si los cuellos de botella que han propiciado los incrementos de precios se solventan y si, como nos dicen, las fuerzas deflacionarias estructurales siguen vigentes. Si como todo parece es así, probablemente nadie se acuerde de cómo de acertados estuvieron los que les toca decidir. Y si por el contrario los efectos de segunda ronda cogen tracción, algunos seguiremos defendiendo que los bancos centrales hicieron lo que tenían que hacer y que su credibilidad en la lucha contra la inflación no ha sufrido menoscabo.