Francisco evita hablar de inmigración en su encuentro con Orbán
El primer ministro pide al Santo Padre «no dejar que la Hungría cristiana perezca»
El Papa dedicó ayer un encuentro de cortesía de quince minutos al presidente de la República, János Áder, acompañado del primer ministro, Viktor Orbán, cristiano calvinista, quien enseguida subió la foto del estrechón de manos a su página de Facebook y manifestó, en su línea política, haber pedido al Papa «no dejar que la Hungría cristiana perezca».
En su línea de politizarlo todo para crear tensión y crispación, Orbán hizo saber a través de su portavoz que había regalado al Papa una copia de la carta escrita en 1250 por el rey Bela IV al Papa Inocencio IV para pedirle ayuda militar de Occidente «contra los belicosos tártaros que amenazaban la Hungría cristiana», como si los refugiados afganos o sirios representasen un problema similar.
Jorge Bergoglio, cuyos antepasados, italianos, emigraron a Argentina, no ha dejado de recordar a la vieja Europa su pasado, construido por oleadas de inmigrantes.
En la reunión estuvieron presentes cinco personas, entre ellas, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, y el titular de Asuntos Exteriores, monseñor Paul Richard Gallagher. Según el Vaticano, se habló «del papel de la Iglesia, la protección del medio ambiente y la protección de la familia», sin referencias a la inmigración, los refugiados ni la justicia. Orbán ha levantado ampollas en Bruselas por su política muy restrictiva en materia de derecho al asilo con el pretexto de preservar el legado cristiano de Europa.
Con los saludos de protocolo y la presentación de acompañantes de cada delegación, el tiempo total dedicado a las autoridades fue de cuarenta minutos. La realidad es que el Gobierno no ha invitado al Santo Padre a visitar Hungría, sino solo a la clausura del Congreso Eucarístico Internacional, y ese es el motivo por el que Francisco dedicó solo unas horas al país antes de volar a Bratislava y pasar ya la noche en Eslovaquia, donde permanecerá tres días.