ABC (Andalucía)

Vinicius vuelve al Bernabéu como estrella

∑Benzema, en su línea, marcó tres goles; el brasileño deslumbró con una velocidad superior. Debutó Camavinga ∑El Celta se puso por delante en dos ocasiones, pero la apuesta ofensiva de Ancelotti le dio resultados al Madrid

- HUGHES

El Madrid recuperaba dos cosas. El contacto con el público, y el escenario, las proporcion­es de grandeza.

Después de un recuerdo a los caídos por el Covid y un especial homenaje a Lorenzo Sanz, y con la ausencia del Celta en el palco en protesta por el fichaje de un alevín (Bugarín) como incidencia (el Madrid no puede fichar jugadores hechos ni por hacer), comenzaba el partido con dos decisiones de Ancelotti. Valientes, aunque el concepto de valentía en el Madrid habría que revisarlo▶ compatibil­izó a Hazard y Vinicius adaptando el sistema a una especie de 4-2-3-1 que dejaba la derecha a Valverde y la mediapunta para Hazard, y optó por Miguel Gutiérrez en el lateral, algo poco discutible faltando Alaba y siendo Marcelo la alternativ­a, pero que tuvo consecuenc­ias. De una pérdida de Miguel llegó el 0-1 de Santi Mina (minuto 3) y mucho después, el 0-2, y en ambos casos Nacho, con fama de infalible, no ayudó demasiado a resolver el entuerto.

Con el gol en contra, el Madrid se fue al ataque y pronto se vio que concurrían dos alegrías▶ la de Vinicius, incontenib­le como en los primeros encuentros, y la de un Hazard sorprenden­te, casi rejuveneci­do, que participab­a mucho y se iba del defensa en cada acción.

El Celta formaba su habitual nube central de jugadores talentosos, pero tras el gol se dejó imbuir en un conservadu­rismo instintivo y el Madrid tomó el mando con un juego colectivo vivaz, con muchos jugadores por delante de la pelota y ocasiones paulatinas de Vinicius, de Hazard, de Casemiro… Había chispa en las piernas de los dos primeros, y el equipo, colectivam­ente, atacaba con convicción, con una fluidez adecuada, yendo de banda a banda y dejándose enganchar a la velocidad distinta de Vinicius.

El Madrid se decidía a jugar como se supone que jugaría si llegara Mbappé, con un optimismo galáctico; todos arriba, la manta liada a la cabeza, el equipo sin reserva alguna de cinismo o cicatería. En ese rato de juego más que vistoso, llegó el empate, en un balón que desde la derecha Valverde colocó para remate de Benzema, en su mejor versión de nueve liquidador.

Tras el gol el Madrid divirtió a su público y se mostró confiado en su fútbol de ataque, aunque se notaban chirriante­s tiranteces, como los problemas de Casemiro, lento, para cumplir como único y alejado eslabón defensivo.

No era el único problema. Si la derecha (Valverde, Carvajal) había tenido un comportami­ento adulto, en la izquierda hubo más de un siniestro y por ese lado, un desguarnec­ido correcalle­s, llegó el 1-2, en nuevo regalo de Miguel que remató con gran clase Cervi. No era solo el error personal del canterano, toda la estructura de esa banda parecía endeble, llena de ausencias, tan en construcci­ón como el armazón del coloso arquitécto­nico, el ‘faraónico’ (y nunca mejor dicho) Bernabéu.

Hazard se anima

Todo se ve en obras, pero el estadio tiene cimientos seguros y lo exterior y superior por terminar, mientras el equipo parece lo contrario▶ Hazard despierta sensacione­s incipiente­s de retorno (aunque nadie se quiere emocionar) y Vinicius es un jugador que ha saltado de categoría, pero la defensa, los fundamento­s constructi­vos del equipo parecen entrecogid­os con alfileres.

Pero detrás hay una decisión. El Madrid de Ancelotti se lanza al ataque, a por todo, como si se quisiese poner a la altura del proyecto del estadio y de los fichajes que suenan.

¿Habrá equipo para eso? El repudio del tacticismo provoca una alianza insospecha­da en el Madrid▶ el florentini­smo tiende a la locura ofensiva, y el antimadrid­ismo critica todo intento de disciplina­r al Madrid como pseudofasc­ismo. Ancelotti es un hombre con gran sensibilid­ad ambiental y ha decidido ponerlo todo en el campo, y lanzarlo a jugar y al reparto de golpes.

Es una apuesta. Así, Miguel, autor del estropicio de la primera parte, no acusó traumas, ni se vino abajo, y nada más volver del descanso le puso un balón perfecto a Benzema para su segundo gol de nuevo sádico del área.

Es una decisión de Ancelotti que se puede permitir porque tiene un reventador de defensas que empuja hacia atrás al rival. Es una mezcla de decisión táctica y del personalis­mo concreto de vinicius, que en el 3-2 se fue hacia el portero en un mano a mano eterno que no le descentró. A Vinicius,

cuarto gol, le ha surgido una serenidad en un verano.

Parece que el Madrid de Ancelotti va a ser esto▶ soponcio por soponcio y a correr hacia el vértigo de Vinicius. Habrá días de fútbol control por la madurez de algunos jugadores, pero la idea es volver al galacticis­mo del todos arriba.

Con el partido aún abierto, debutó Camavinga para poblar el mediocampo y acabó marcando tras virguería sistemátic­a de Modric. Las superprodu­cciones volvían al Bernabéu, la sensación de que se cumple un guión. Los jóvenes florecen, los viejos resisten y Ancelotti acaba con la crisis del gol, aquella impotencia que dejó Cristiano. Vinicius, en lo largo y en lo corto, con pulmones y tobillo, provocó el penalti que transformó Benzema. El Bernabéu en obras verá una estrella.

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// REUTERS Camavinga, que acababa de debutar como madridista, hizo el cuarto tanto de los blancos

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