El halo salva a Hamilton, McLaren vuelve a ganar
El Red Bull de Verstappen se subió al Mercedes en un choque salvaje. Victoria de Ricciardo
Monza, el circuito más rápido de la Fórmula 1, proporciona una sobremesa de infarto. Hamilton salva el pellejo después de un accidente de aspecto pavoroso con Verstappen, su adversario para el título. El halo lo protege de un sobresalto mayor. Y en una tarde efervescente, abruma McLaren con un doblete que lo devuelve a la cima. Gana Ricciardo en Italia y Norris es segundo. Hacía nueve años de su última victoria, en Brasil 2012 con Button. Sainz acaba sexto. Alonso, octavo.
Venía la carrera en tono medio cuando se desencadena la tormenta, como siempre en la F1 de manera abrupta, abrumadora. Salía Hamilton de los garajes para exprimir su posición en el podio y su opción de ganar ante los McLaren. Se incrusta entre Norris y Verstappen, un sándwich de doble cara, justo al final de la recta de meta, doble curva a derecha e izquierda, mínimo espacio para dos coches. Verstappen y Hamilton se colocan en paralelo y del encuentro saltan chispas porque el holandés no cede y el inglés no se arruga.
El desenlace es inaudito. Verstappen pisa las bandas laterales y su Red Bull sale disparado, como un ciclista al hacer el afilador, de tal manera que el coche energético se sube a la grupa del Mercedes con el consiguiente peligro para Hamilton. Le pasa por encima el monoplaza de su rival, a todo lo largo, desde el alerón delantero hasta el trasero, también la rueda trasera derecha que literalmente sobrevuela la cabeza del campeón británico.
Le salva el halo, el arco protector que hace años ideó la FIA para proteger la parte más débil de los pilotos de carreras, la cabeza. La rueda no dobla el halo y Hamilton traga saliva. Aunque tenga el disgusto de retirarse y anotar un cero, es para felicitarse porque el artilugio le salva de un drama. «Esto es lo que pasa cuando no se deja espacio», se queja por radio Verstappen, siempre en el punto medio entre la acidez y la ambición exacerbada.
Los dos líderes se retiran y dejan la carrera ardiente porque el triunfo está en manos de McLaren, la histórica escudería, toda la vida en la F1 junto a Ferrari, el GP Mónaco y pocos símbolos más, imperecederos y eternos. Ricciardo sale mejor que Verstappen en la larga recta hacia la curva de marras y mantiene la punta de principio a fin.
McLaren no gana una carrera desde 2012, Button en Interlagos, una eternidad para un equipo que se acostumbró desde su primer día a combatir y a pelear por los éxitos. Lo consigue con Daniel Ricciardo, el australiano fichado este curso que comenzó titubeante y ha empezado a coger el tono de un coche que es muy veloz en circuitos rápidos con el motor Mercedes. Es un día grande para el equipo británico, Norris logra el segundo puesto, un doblete sensacional. «Nunca me fui», recuerda Ricciardo, propietario de ocho victorias en la F1, siete con Red Bull.