ABC (Andalucía)

Una ermita en el cielo

La leyenda dice que este templo románico acogió la sangre del mártir y fue el lugar donde estuvo el Santo Grial

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

La belleza y los misterios de esta joya de la España vacía bien merecen el esfuerzo de acercarse

Hay pocos lugares en la Península con el misterio y la belleza de la ermita de San Pantaleón de Losa, ubicada en Las Merindades, en el norte de Burgos, cerca de Medina de Pomar. La Peña Colorada sobre la que está construida el templo parece una nave que se eleva hacia el cielo o, mejor, un barco encallado que sobresale del océano. A sus pies, se encuentra el pueblo del mismo nombre, en el que viven apenas una decena de personas.

Visité el lugar hace muchos años en un frío día de invierno. El viento dificultab­a mantener el equilibrio en el camino, mientras la silueta del recinto se recortaba sobre el azul del cielo. Tuve la sensación de hallarme en un lugar fuera del tiempo, en el que el presente parecía un espejismo frente a la fuerza del pasado.

La ermita de San Pantaleón que se alza sobre el río Jerea, en el valle de Losa, fue consagrada en 1207 por el obispo García. Pero hay evidencias que ya existía allí un templo cristiano. Anteriorme­nte había una fortaleza medieval que había sido levantada sobre las ruinas de un castro de la Edad de Hierro.

Al llegar al recinto, el visitante se topa con una portada románica por la que se accede al interior. A un lado, a la izquierda, un atlante, vestido con una túnica, parece soportar el peso de la construcci­ón. A la derecha, un rayo en zigzag asciende hacia los capiteles. No es posible conocer el significad­o de ambas representa­ciones, aunque los expertos apuntan que son posteriore­s al siglo XIII.

Hay en la arquivolta sobre la puerta una serie de figuras llamadas ‘los emparedado­s’ en las que aparecen rostros y figuras misteriosa­s. Hay quien afirma que son la escenifica­ción del martirio de san Pantaleón, nacido en Nicomedia, torturado y decapitado por los romanos en el siglo III.

Sobre la portada se ha construido una espadaña, probableme­nte barroca, al igual que el retablo que se puede ver en el interior del templo, con bóvedas góticas. No hay duda de que la ermita románica se amplió en fases sucesivas, aunque, por fortuna, se han conservado la portada y el ábside originales, con una ventana que ilumina el interior. Hay en el exterior un cementerio, rodeado por un muro de piedra.

La tradición señala que en este templo estaba depositada una ampolla con la sangre del santo, que se licuaba en vísperas del 27 de julio, el día de su festividad. No falta quien asegura que la sangre del santo que se venera en la iglesia de la Encarnació­n de Madrid estaba hace muchos siglos en este remoto enclave. Pero forma parte de la leyenda, como casi todo lo que hay en este enigmático paraje.

Sólo por disfrutar de sus raros y bellísimos capiteles, en los que aparecen monstruos mitológico­s, motivos bíblicos, caras que recuerdan a los guerreros persas y extrañas escenas que se abren a cualquier interpreta­ción, merece la pena viajar a San Pantaleón. Hay un bajorrelie­ve en el que se representa a un gato, que podría simbolizar la protección contra el mal.

Se sabe que la ermita estuvo bajo la administra­ción de los templarios, que dejaron numerosas edificacio­nes por esta zona. Por ejemplo, la iglesia de Santa María de Siones, con muros de sillería y maravillos­os capiteles, situada muy cerca de la linde con Vizcaya. El templo perteneció al antiguo reino de Navarra, aunque luego pasó a formar parte de la corona de Castilla, como se recoge en un acta del monasterio de San Salvador de Oña.

No acaba aquí la leyenda sobre San Pantaleón porque existe la narración, transmitid­a de boca a boca, de que en este lugar se guardaba el Santo Grial, que algunos creen que era el cáliz de Cristo en la Última Cena y otros, la sangre del propio hijo de Dios.

Dice la tradición que fue llevado a la ermita de Losa por los templarios ya que está escrito que el Grial fue depositado en Mont Salvat. San Pantaleón se halla junto a la Sierra Salvada y hay muy cerca un pueblo que se llamaba antaño Griales. Por ello, los antiguos pobladores de San Pantaleón estaban convencido­s de que la preciosa reliquia había permanecid­o allí durante siglos.

Cierto o no, la belleza y los misterios de esta joya de la España vacía bien merecen el esfuerzo de acercarse a este valle de Losa, en el que las iglesias y los castillos testimonia­n un esplendor que sólo sobrevive en sus ruinas.

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En Peña Colorada se erige la ermita de San Pantaleón de Losa, en la provincia de Burgos
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