ABC (Andalucía)

Sor Juana Inés de la Cruz, musa feminista

Recuperan la biografía que Clara Campoamor le dedicó a la talentosa monja del siglo XVII

- J. G. MORA

Cuando salió de España, en plena Guerra Civil, Clara Campoamor (Madrid, 1888) encontró refugio en Buenos Aires. Diputada en 1931, fue la gran impulsora del voto femenino. Esta abogada, la segunda en incorporar­se al Colegio de Abogados de Madrid, es una de las mujeres más brillantes del siglo XX español, a juicio de su biógrafo, Luis Español Bouché. «A sus 50 años se puso a traducir y escribir libros. Uno de ellos es una biografía de sor Juana Inés de la Cruz. La admiraba. Era una intelectua­l total, una mujer que en el siglo XVII solo disfrutaba con el estudio y el conocimien­to, y la doblegaron hasta el punto de hacerle abjurar de su propia obra».

Sor Juana Inés de la Cruz fue, en palabras de Dorothy Schons, la primera feminista del mundo. ‘Sor Juana Inés de la Cruz’, la obra de Clara Campoamor que Lois Bouché ha prologado para Renacimien­to, se editó en Argentina en 1944 y se reeditó en España en 1983, pero muy pocos ‘sorjuanist­as’ la han leído. El título de Campoamor, más que una biografía, es una apología; una revisión emocionada de la vida de una mujer que fue referencia cultural de la corte virreinal en México, donde se entregó a la vida religiosa con la promesa de que en nada se opondrían «a su inclinació­n principal el libro, el estudio, la cultura y la creación. Las otras salidas eran el escándalo o el matrimonio», explica Luis Español. «Entré religiosa porque para la total negación que tenía al matrimonio, era lo menos desproporc­ionado y lo más decente que podía elegir», escribió sor Juana.

«Yo, la peor del mundo»

Sor Juana no fue una combatient­e de los derechos de la mujer, no fue una sufragista. Pero sí defendió intelectua­lmente a la mujer e hizo un discurso feminista», dice Español. Y Campoamor «era una feminista que se interesaba por todas las mujeres interesant­es de la historia. Sor Juana Inés fue una mujer fascinante. Hay un cierto paralelism­o entre ellas ambas son figuras que han sido recuperada­s últimament­e».

Las líneas de mayor intensidad de la biografía tienen que ver con el castigo a la protagonis­ta. «Hubo censura. Censura era, y admonición. Censura áspera, y, además, pública». Se refiere Campoamor al confinamie­nto religioso al que la obligaron para que abandonara las letras profanas por las que alcanzó la fama. «Sor Juana Inés está ante un tribunal acusador. ¿Impugnada de qué? De soberbia, de mundanidad, de letras profanas, de irreligión, de herejía…».

La poeta defendió el derecho de la mujer al conocimien­to y justificó su actuación, pero terminó por someterse a la disciplina eclesiásti­ca y vendió todos sus libros «He sido y soy la peor que ha habido. […] A todos pido perdón. Yo, la peor del mundo». En sus últimos años de vida, antes de morir víctima de una epidemia de peste, apenas salieron de su pluma unos pocos escritos religiosos. «La monja se consideró culpable, criminal, mala religiosa; y así lo proclamará incesantem­ente», escribe Campoamor. «Comprendam­os lo que esto significó era reconocer, convencida de él, el fracaso de su vida; más que el fracaso, el error».

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// ABC Retrato de Sor Juana Inés de la Cruz

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