ABC (Andalucía)

El independen­tismo radical vuelve a pinchar en una movilizaci­ón callejera

▶ Los antisistem­a de la CUP apenas reúnen a un centenar de personas en contra de la reunión de la mesa

- ELENA BURÉS

Fue Carles Riera, diputado de la CUP, quien anunció que su partido convocaba una protesta contra la reunión de la mesa de diálogo porque «solo con lucha y movilizaci­ón se crean condicione­s para forzar la negociació­n», pero los antisistem­a fracasaron en sus pretension­es, en consonanci­a con la muy visible pérdida de fuerza del independen­tismo en la calle en los últimos años. En esta ocasión, la denominada izquierda independen­tista tampoco pudo exhibir músculo. Primero, por el blindaje policial de plaza Sant Jaume, donde se ubica el Palau de la Generalita­t y se celebró ayer el primer encuentro de la citada mesa.

Un gran despliegue de Mossos d’Esquadra impidió el acceso a la zona, y en las calles aledañas apenas se concentrar­on un centenar de personas. Jóvenes en su mayoría. Bajo una pancarta con el lema ‘Ni pactos, ni renuncias’, entonaron cánticos ya habituales como «ERC y Junts, la paciencia se ha acabado» o «fuera las fuerzas de ocupación» –en alusión a la Policía catalana–.

Desde la calle Fernando, que desemboca en Sant Jaume, portavoces de organizaci­ones juveniles de la izquierda independen­tista reprocharo­n a Aragonès participar en un encuentro en que «no se ha abordado la amnistía ni la autodeterm­inación». «Es una forma de alimentar la vía de reforma del Estado», criticó Lluc Gayà, integrante de Endavant.

En paralelo, muchos residentes en el centro de Barcelona lamentaban tener que dar rodeos para acceder a sus viviendas o puestos de trabajo, como una profesora que se encontró con el cordón policial cuando acudía a sus clases. Solo a pocos metros, en Portal del Ángel, la actividad comercial continuaba sin afectación, y congregaba a muchos más viandantes que la protesta antisistem­a.

Fueron pasadas las siete y media cuando los Mossos se replegaron y los manifestan­tes pudieron acceder a la plaza, donde dos de ellos ondearon banderas esteladas y una mujer alzaba un cartel para reclamar la Declaració­n Unilateral de Independen­cia (DUI). Otro de los concentrad­os, un hombre ataviado con camiseta amarilla y sombrero de paja, comenzó a gritar los nombres de quienes el soberanism­o considera ‘represalia­dos’, desde los trece CDR procesados por terrorismo por la Audiencia Nacional, a los presos del ‘procés’. A su lado, un grupo de mujeres desplegaba una pancarta para reclamar la absolución de los procesados. Una de ellas leyó un manifiesto en su nombre para criticar una supuesta «represión» contra los encausados. Para apoyarla, unas cuantas decenas de personas con carteles que rezaban «El Estado es terrorista». «Todos somos CDR», corearon para culminar una ‘perfomance’, sin rastro de cargos de la CUP.

A la baja

El de ayer fue otro fracaso de convocator­ia que ya se vio en otras citas, como la que radicales independen­tistas organizaro­n para recibir al Rey el pasado junio, en su cita con el Círculo de Economía. Aunque la Asamblea Nacional Catalana llamó a mostrar un «rechazo masivo» a la Corona, en aquella ocasión, tampoco acudieron más que un centenar de manifestan­tes en las proximidad­es del hotel Vela, donde se celebraron las jornadas.

El penúltimo pinchazo del soberanism­o se vivió durante la Diada cuando, a pesar de congregar a miles de personas por las calles del centro de Barcelona, la cifra quedó muy lejos de las exhibidas en años anteriores.

Lo que sí que comienza a ser ya tónica son los altercados al acabar las convocator­ias, aunque no fue el caso de ayer. Sí el pasado 11 de septiembre, cuando durante la manifestac­ión de la Diada, algunos congregado­s decidieron acabar su recorrido ante la Jefatura de la Policía Nacional, en Vía Layetana, donde arrojaron botes de humo, botellas, latas y otros objetos contra los agentes que velaban por la seguridad del edificio. Unos indicentes que culminaron con dos detenidos, uno de ellos menor de edad. Incidentes menores si se comparan, eso sí, con el asedio vivido en anteriores ocasiones, como sucedió tras la sentencia contra los líderes del procés en octubre de 2019.

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// PEP DALMAU La marcha apenas congregó en Barcelona a un centenar de personas

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