ABC (Andalucía)

Courtois, el acero de la la victoria en Milán

► El belga desactiva el peligro del Inter con aplomo y cinco paradas de mérito

- RUBÉN CAÑIZARES

La Champions League tiene un patrón muy parecido al de la NBA y la NFL. Hablamos de fútbol, baloncesto y fútbol americano, pero el guion de estas tres competicio­nes es similar. Nada tiene que ver la primera fase de la Liga de Campeones, ni la liga regular de los dos deportes con más seguidores de Estados Unidos, con lo que precede a estas tres torneos. Hay ejemplos de sobra que demuestran que lo que vale de verdad son los cruces, pero este tramo también da pistas de lo que puede llegar a suceder cuando los cara a cara se convierten en un todo o nada.

El Madrid, que segurament­e no esté en el top cinco de candidatos a ganar la Champions, se estrenó en la edición de esta temporada con el partido más complicado de su grupo. De visitante y en el estadio del rival con el que se jugará la primera plaza. Motivo más que suficiente para no tomarse el partido a broma, y para recordar que la pasada temporada estuvo a milímetros de ser eliminado por primera vez en su historia en esta primera fase, pero no pareció así durante los primeros cuarenta y cinco minutos.

Empate, y gracias

El madridista más sensato se fue a la nevera en el descanso pensando que con el primer rival de mediana-alta entidad, el equipo no había estado a la altura. El liderato y la brillantez de las primeras cuatro jornadas de Liga quedaban guardadas en la despensa, ante un primer acto en el que Inter desnudó lo mal que defiende el Madrid. Presión descoordin­ada, espacios entre líneas, sufrimient­o en los centros laterales y en las jugadas a balón parado, y un altar en honor a Courtois, responsabl­e de que el equipo escuchara en el descanso el enfado de Ancelotti con un milagroso empate a cero. No fueron ocasiones malogradas de calado para que un interista fuera a romperse la crisma contra la pared, pero el belga, con cuatro paradas de mérito, sujetó a un Madrid plano y superado, que ni siquiera disparó a puerta en 45 minutos en un Giuseppe Meazza encendido tras año y medio sin Champions en sus venas.

El inicio de la segunda parte fue una extensión de lo ocurrido antes del refrigerio. Es cierto que el Madrid salió con mayor intensidad y deseo de ser protagonis­ta, pero otra vez el Inter es el que se relamió ante una nueva ocasión fallada. Bueno, más bien abortada por Courtois. Paradón del Thibaut, abajo, a remate de cabeza de Skriniar tras córner botado por Barella.

Fue a partir de ese momento, minuto 53, cuando el belga por fin pudo pestañear y tomar un poco de agua sin mirar de soslayo lo que ocurría cerca de su área. El Madrid, aprovechan­do el cansancio de los de Inzaghi, y el crecimient­o de Vinicius más la entrada de Rodrygo, empezó a intimidar el área interista. Los uno contra uno de ambos brasileños llevaron el miedo a la defensa italiana, y fue ahí cuando salió el gen italiano de mejor conservar un empate a arriesgar por una victoria que acabe en derrota. Mala decisión.

Valverde, de menos a más, Camavinga, otra vez minutos de refresco repletos de talento y trabajo, y Rodrygo, brillante en la definición, fabricaron el gol en el 89 que deja el grupo de cara. Pero ya saben, lo importante, como en la NBA y en la NFL, serán los cruces.

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