La cruda realidad del Barcelona
► El primer proyecto de Laporta se tambalea, con Koeman en el alambre y la constatación de la decadencia del equipo
Bastaron noventa minutos para constatar la progresiva devaluación y la decadencia del Barcelona y acabar de un plumazo con la ligera esperanza de poder competir en Europa, si es que alguna vez la hubo. El Bayern de Múnich se encargó de reflejar la cruda realidad y la mediocridad de un equipo descompensado y mermado por las lesiones. Koeman y Piqué no ocultaron las carencias. «Es lo que hay», reconocía, resignado, el central, sin argumentos para justificar que no chutaran ni una sola vez entre los tres palos. La regeneración prometida, que nunca llegó, tras el 2-8 de hace un año, ha dado paso a un equipo aún peor (seis de los jugadores que estuvieron en Lisboa fueron titulares este martes y estrellas como Messi o Griezmann ya no están).
El nuevo tropiezo en la Champions provocó una cumbre de urgencia en el mismo Camp Nou tras el partido. Joan Laporta, el vicepresidente Rafa Yuste y el director de fútbol, Mateu Alemany, se quedaron hasta las dos de la madrugada analizando los motivos de la derrota y las quejas y justificaciones de Ronald Koeman. Los máximos responsables de la parcela deportiva abogaron por darle un pequeño margen de confianza, que expirará después de los tres próximos partidos (Granada, Cádiz y Levante) que se juegan esta próxima semana. El qué suceda y, sobre todo, el cómo, será clave en el futuro del entrenador neerlandés.
Laporta, quien ayer colgó un video afirmando que estaba indignado, se reunió con su núcleo duro para analizar la crítica situación
La desazón, desilusión y enfado que embarga al barcelonismo obligó al propio Laporta a lanzar un mensaje con el que calmar los ánimos. «Hola culés, estoy tan dolido e indignado como todos vosotros. Os tengo que decir que lo que está pasando es uno de los escenarios que contemplábamos. Y os pido paciencia y que sigáis dando apoyo al equipo. Y también os pido confianza en los que estamos dirigiendo el club. Necesitamos este margen de confianza y no tengáis ninguna duda, lo arreglaremos», publicó en las redes sociales con un vídeo. Entre líneas, ese «indignado» se puede entender como un dardo a Koeman, un desplante más.
El enfado de Laporta, que ya amenazó con «consecuencias» en la derrota cuando tomó posesión del cargo, se había agravado por la imagen ofrecida y por el planteamiento táctico del partido, en las antípodas del manual del cruyffismo, aunque Koeman se vio obligado a fortalecer la defensa por las numerosas ausencias que tenía (solo disponía de tres delanteros). Apostó por el controvertido 3-5-2 que tantas críticas le reportó el año pasado. Lo hizo obligado por las necesidades, pero le sirvió, de paso, para lanzar un velado mensaje al palco. Juega con lo que tiene y no le gusta que le impongan ningún dibujo táctico. No hay que olvidar el pulso que mantienen técnico y presidente, con reproches cruzados que han alterado la tranquilidad y la convivencia.
La justificación de Koeman
Señala Koeman hacia la rebosante enfermería (Ansu Fati, Dembélé, Braithwaite o Agüero, a los que ahora se han sumado Pedri y Jordi Alba) para disculpar la parvedad de su equipo. A ello añade una retahíla de justificaciones. Fue el primer encuentro de Luuk de Jong con sus nuevos compañeros. Tal vez no era el escenario ideal para debutar. Algo similar a lo que ocurrió con Coutinho, que disputó sus primeros minutos tras siete meses de baja por una larga lesión de rodilla. Y para colmo de males, Alba defendía su banda tras una noche de fiebre y vómitos.
Trata de amalgamar el neerlandés una plantilla descompensada (Sergi Roberto sigue de lateral), con jugadores muy veteranos y otros muy jóvenes, sin punto intermedio. No se arredra el entrenador a la hora de apostar por la cantera, pero hay ciertas dudas sobre esta inercia y sobre si viene impuesta por las necesidades de un equipo con muchas bajas de hombres importantes y la desolación que siente cuando gira la cabeza y mira al banquillo para buscar un revulsivo. No hay fondo de armario y el técnico se aferra a la recuperación de los lesionados como si ello fuera la panacea que devolverá al equipo a la primera línea que ahora ha perdido.