La verbena Parot
Cansan las romerías domingueras a los etarras
AHenri Parot le guardan la cuchara en mi barrio. Barrio castrense, y por aquí aún se acuerdan los más añosos de cómo fueron las horas últimas de Quintana Lacacci antes de que Pasa Mitxelena y Parot, el santo dilecto de martirologio etarrilla, vaciaran el cargador sobre el militar. Un mediodía frío de enero y en el viejo Argüelles.
Lo peor de los abertzales es lo enternecedores que son sus homenajes a la canalla gudari con mucho plástico a la entrada del pueblo; ellos, que son tan ‘euskologistas’, y los criminales en blanco y negro ahí, hieráticos, en una foto en la que no sonríen y en el meollo del acto con megáfono sale la madre, una vaga viuda siciliana, que llora por tener que bajar a El Puerto en bus de mes en mes. Pobriña.
A la hinchada del etarrismo les vale igual acordarse de un monstruo que solidarizarse con cuatro niñatos dipsómanos de Alsasua, ésos que tienen la querencia por aporrear a beneméritos en los bares en lugar de pedirle al DJ que pinche a El Consorcio, que es lo aconsejable a esas horas. Todo es bueno para el convento, sacar la txalaparta y que los chavales, peinados con hacha y chándales Quechua, se socialicen y arrimen cebolleta, que es innegable que eso del cortejo y el fornicio, lo normal de la sana juventud, es como un milagro cruzando el Ebro por Miranda. Dicen que ETA nació en un seminario, pero en la Vascongada profunda, la romería del pueblo es casi siempre a un etarra.
Como dije, estos (en Cataluña y Vascongadas) son cursis hasta decir basta, y en estas verbenas a sus presos, la cosa pasa por carreras de sacos, cinco gritos, o una larga marcha. Algunas se cancelaron por ridículas, claro, que habría que imaginarse al ‘pobre’ Parot, en el ‘maco’, pensando que su legado de 82 muertos y comandos degenere en un paseo entre hayas y limakos (babosa vernácula euskaldún) y juegos florales de los más cafeteros, que en Mondragón son muchos y ruidosos.
En España se jalea al verdugo, Urkullu es tecnócrata y Sánchez, mudo. Lástima que Berlanga no nos hiciera un plano secuencia del día del Santo Parot.