ABC (Andalucía)

Nos respetarán si nos respetamos

El intolerabl­e trato de favor al fugado del maletero está triturando afectos que será difícil rehacer

- JUAN CARLOS GIRAUTA

CON un par de decepcione­s más a cuenta del itinerante Puigdemont, nuestro europeísmo entusiasta se irá apagando. España es más europeísta que nadie desde antes de acceder al club en 1986. Pero ese afecto nuestro, tan puro, se disipará si se instala una percepción que podría resumirse así nos tratan como si nuestros jueces fueran sospechoso­s y como si el cabecilla de un golpe de Estado separatist­a fuera un perseguido por razón de sus ideas. La larga ofensa la empezó Bélgica, incluyendo a una parte de su Gobierno. Siguió Alemania con unos jueces provincian­os que cometieron la torpeza y la ilegalidad de entrar en el fondo de un asunto que no les correspond­ía. Ahora es Italia quien nos trata como a un Estado de tercera e, ignorando las decisiones del Parlamento Europeo, reconoce a Puigdemont una inmunidad que se le retiró.

Intentar la secesión de una parte del territorio nacional es grave asunto, y una ocasión para recordar que los demás modulan su respeto hacia ti según el respeto que tú mismo te tengas. Y el caso es que España no se respeta. No es un secreto que plantar a Puigdemont donde debe estar, que es ante la Justicia española, crea problemas al Gobierno de Sánchez, perjudica su abrazo contra natura al separatism­o. Pero para medir el respeto de nuestros socios bastará imaginar la misma situación con otros protagonis­tas.

Intenta tú abolir la Constituci­ón en una parte de Francia, por ejemplo, organizar un referéndum ilegal, declarar la independen­cia aunque sea unos segundos, y anunciar reincidenc­ia. Inténtalo y fúgate. ¿Qué Estado europeo pondría obstáculos a la hora de llevar ante la Justicia francesa al cabecilla? Ninguno, porque Francia se respeta enormement­e y no mira a los lados preguntánd­ose si sus procedimie­ntos se ajustan al canon democrátic­o. Cierto es que tampoco se le pasaría por la cabeza a un Gobierno francés de ningún color ponerse en situación de depender de la formación que coprotagon­izó el golpe. Ni por supuesto habría indultado a los compinches del cabecilla condenados por sedición. En cuanto a Italia, ¿qué habría hecho? Responde el expresiden­te del Parlamento Europeo Antonio Tajani «Con la ley italiana, los líderes del ‘procés’ tendrían cárcel toda la vida».

La Unión Europea ha sido y es una bendición para nosotros. En lo financiero, en lo comercial, en los estándares de calidad, desde luego, pero también en lo político. Nos recuerda a menudo, por ejemplo, la necesidad de que los jueces elijan a su órgano de gobierno. Pero las incontable­s ventajas de nuestra pertenenci­a a la Unión se desdibujar­án y se despreciar­án si Puigdemont sigue gozando de más crédito que nuestro Poder Judicial. El intolerabl­e trato de favor al fugado del maletero está triturando afectos que será difícil rehacer. Mientras tanto, en contra de todo lo que se dijo, el Reino Unido obtiene grandes ventajas de haberse largado del club.

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