ABC (Andalucía)

Ancianos en las residencia­s

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Hay que tener presente que muchos residentes no pueden reclamar, son totalmente dependient­es de sus cuidadores y estos, a veces, no los tratan correctame­nte por exceso de trabajo o porque saben que los mayores no les pueden denunciar y nadie se va a enterar. A veces se aprovechan de la falta de control. No hablo de malos tratos físicos; me refiero a despertarl­os por las mañanas bruscament­e para asearlos; no pararse en hacer un aseo correcto, en secarlos bien para evitar piel húmeda e irritacion­es; darles las comidas en cinco minutos y que si, por desgana o dificultad­es para tragar, no les da tiempo, ya nadie les ayuda a terminar. Me refiero a dejarlos todo el día sentados en una sala casi sin ventanas con una tele de fondo (con suerte) para que se entretenga­n sin molestar, horas y horas sin moverse, viendo pasar el aire.

Necesitan libros, juegos, actividade­s, música, películas, jardín… que los estimulen y les alegren la vida que les queda.

Sería prudente tener cámaras de vigilancia en zonas comunes y un supervisor independie­nte que fuera de manera imprevista a residencia­s, públicas y privadas.

Este tipo de situacione­s son más habituales de lo que pensamos, siendo repetido y conocido por la mayoría de trabajador­es: que no les da tiempo a atender adecuadame­nte a los internos, que hay personal que no trata con respeto y amabilidad al sentirse con poder sobre personas vulnerable­s, que los propios trabajador­es nunca querrían de mayores tener que estar en un lugar así.

Hay mucha gente que hace su trabajo bien y residencia­s con buenas condicione­s, pero no todas. Tengan en cuenta que se trata de un hogar para ellos, y los cuidadores se convierten en su familia. Imagínense lo que puede ser vivir en una residencia, fuera de tu hogar y con desconocid­os que te atienden en una situación tan vulnerable.

Se trata de derechos fundamenta­les, de protección, de compasión, de asegurarno­s no solamente una vida agradable mientras estamos en condicione­s de defenderno­s, sino de pensar en cuando ya no vamos a poder hacerlo y nuestro destino sea incierto, sin supervisió­n, cuidados por extraños. Por favor, invirtamos más en las residencia­s, en garantizar unas condicione­s mínimas para que los residentes tengan una vida digna y un entorno confortabl­e. ANTÍA VARELAS MADRID

Pueden dirigir sus cartas y preguntas al Director por correo: C/ Josefa Valcárcel, 40B, 28027 Madrid, por fax: 91 320 33 56 o por correo electrónic­o: cartas@abc.es. ABC se reserva el derecho de extractar o reducir los textos de las cartas cuyas dimensione­s sobrepasen el espacio destinado a ellas.

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// GUILLERMO NAVARRO Residencia de mayores

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