Ancianos en las residencias
Hay que tener presente que muchos residentes no pueden reclamar, son totalmente dependientes de sus cuidadores y estos, a veces, no los tratan correctamente por exceso de trabajo o porque saben que los mayores no les pueden denunciar y nadie se va a enterar. A veces se aprovechan de la falta de control. No hablo de malos tratos físicos; me refiero a despertarlos por las mañanas bruscamente para asearlos; no pararse en hacer un aseo correcto, en secarlos bien para evitar piel húmeda e irritaciones; darles las comidas en cinco minutos y que si, por desgana o dificultades para tragar, no les da tiempo, ya nadie les ayuda a terminar. Me refiero a dejarlos todo el día sentados en una sala casi sin ventanas con una tele de fondo (con suerte) para que se entretengan sin molestar, horas y horas sin moverse, viendo pasar el aire.
Necesitan libros, juegos, actividades, música, películas, jardín… que los estimulen y les alegren la vida que les queda.
Sería prudente tener cámaras de vigilancia en zonas comunes y un supervisor independiente que fuera de manera imprevista a residencias, públicas y privadas.
Este tipo de situaciones son más habituales de lo que pensamos, siendo repetido y conocido por la mayoría de trabajadores: que no les da tiempo a atender adecuadamente a los internos, que hay personal que no trata con respeto y amabilidad al sentirse con poder sobre personas vulnerables, que los propios trabajadores nunca querrían de mayores tener que estar en un lugar así.
Hay mucha gente que hace su trabajo bien y residencias con buenas condiciones, pero no todas. Tengan en cuenta que se trata de un hogar para ellos, y los cuidadores se convierten en su familia. Imagínense lo que puede ser vivir en una residencia, fuera de tu hogar y con desconocidos que te atienden en una situación tan vulnerable.
Se trata de derechos fundamentales, de protección, de compasión, de asegurarnos no solamente una vida agradable mientras estamos en condiciones de defendernos, sino de pensar en cuando ya no vamos a poder hacerlo y nuestro destino sea incierto, sin supervisión, cuidados por extraños. Por favor, invirtamos más en las residencias, en garantizar unas condiciones mínimas para que los residentes tengan una vida digna y un entorno confortable. ANTÍA VARELAS MADRID
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