La madre de Europa
El vencedor tendrá que pactar con Verdes o liberales para gobernar, siempre que Merkel no gane la última batalla tras despedirse
NO ha tanto se decía que los europeos deberíamos poder votar en las elecciones norteamericanas, ya que sin el apoyo militar, económico y político de Estados Unidos, Europa no habría sobrevivido a las dos guerras civiles que tuvo en el siglo XX. Últimamente, sin embargo, quien sostiene a Europa es Alemania, y por la misma razón, todos los europeos deberíamos poder votar en sus elecciones. Y más que nunca en las de ayer.
En la primera oportunidad que tenga de tiempo y espacio les hablaré de la vocación europeísta de Alemania, que arranca de un complejo▶ no haber pertenecido al Imperio Romano. Fue una de las cosas que más me asombró al llegar a Berlín en 1957. «Si César hubiese cruzado el Rin tras dominar las Galias –me decía con pesar un profesor de la Universidad Libre de Berlín– hablaríamos latín, nos regiríamos por el Derecho Romano e impediríamos que los bárbaros asiáticos saqueasen Roma, ahorrándonos la Edad Media». Yo me libré muy bien de decirle que el Imperio Romano cayó por causas más internas que externas y que ellos intentaron mantenerlo, primero con Carlomagno, luego con el Sacro Imperio Romano Germánico. Aparte de la miseria actual de los latinos.
Miseria que vinieron a levantar De Gaulle y Adenauer, poniendo fin a una guerra que duró no cien sino mil años, y creó el embrión de la Europa unida y atrae a africanos, asiáticos, hispanoamericanos como oasis de paz, progreso y libertad, con Alemania como motor que los 16 años de la era Merkel no sólo simbolizaron, sino consolidaron. Hoy llega a su fin, y nos damos cuenta de que queda aún mucho para lograr una Europa realmente unida. A los viejos desafíos –la unión fiscal, los desequilibros norte-sur y este-oeste, el déficit defensivo–, se unen los nuevos: cambio climático, oleada migratoria, u homologación judicial, que provoca roces tan ásperos como el de Puigdemont y reclaman atención urgente antes de convertirse en grietas. El Brexit ha sido una suerte, pues los ingleses hubiesen boicoteado cualquier remedio para mantener su singularidad. Pero va a faltar el toque firme y amable de Angela Merkel que tantos obstáculos salvó. También parece que hay que despedirse de la Gran Coalición, que dio estabilidad no ya a Alemania, sino a Europa.
CDU y SPD vienen manteniendo un codo a codo con ligera ventaja socialista, que las encuestas a pie de urna parecen confirmar. Pero el vencedor tendrá que pactar con Los Verdes o liberales para gobernar, siempre que Merkel no gane la última batalla tras despedirse. Es curioso que Olaf Scholz, candidato socialista, se presente como «su mejor sucesor». Pero ‘Mutti’, como la llaman los alemanes, sólo hay una. Podríamos llamarla también los europeos.