Líneas rojas, pero discontinuas
La Fiesta de la Rosa del PSC, escenario y tribuna del doble lenguaje del Gobierno
Buen ambiente socialdemócrata y camaradería bilateral en la Fiesta de la Rosa del PSC, celebrada ayer con la tranquilidad que da saber que la juventud está pelando la mona después de otra noche de vasos de plástico y cristales rotos. Por allí andaban Salvador Illa, el del efecto, que recurrió al temario y la pedagogía de ‘Barrio Sésamo’ para darle a Puigdemont una clase particular de conchabeo, y Miquel Iceta, al que ya se le ha pasado el sofocón de su retiro museográfico. La Fiesta de la Rosa iba este año de la segunda temporada del ‘procés’, ahora en cartel. Bromeó Illa y se resignó Iceta, pero nadie mejor que la ministra de Movilidad, sin embargo, para trazar líneas rojas, colocar señales de ‘stop’ y pintar pasos de cebra. Las ‘línies vermelles’
–lo dijo para que se le entendiera– son el Estatut y la Constitución. «Nadie puede saltarse la ley», asegura Sánchez. Lo hizo con la autoridad que proporciona pertenecer a un Gobierno que violó la Carta Magna con su primer estado de alarma y a partir de una consigna finalista –salvar vidas– que lo mismo le sirve para decretar el arresto domiciliario de toda la población que para meter de matute en España al jefe del Polisario. Para el Ejecutivo de la eutanasia y el aborto, no hay líneas rojas ni ‘vermelles’ cuando se trata de salvar vidas humanas, 450.000 de golpe o de una en una. Así es de magnánimo Pedro Sánchez. Puigdemont solo tiene que ponerse malo y presentar un parte médico de la mutua de prófugos. La línea discontinua la pinta la titular de Movilidad.