ABC (Andalucía)

Media hora en el piso de la fiesta ilegal: «Usted tire la puerta abajo y a ver qué pasa»

► Un vídeo inédito revela toda la actuación policial por la que seis agentes van camino de juicio con jurado

- PABLO MUÑOZ / ISABEL VEGA

Los seis policías que van camino de un tribunal del jurado por el presunto allanamien­to de morada cometido el pasado 21 de marzo, cuando tiraron abajo la puerta de un piso donde se celebraba una fiesta prohibida por la pandemia en Madrid, alegarán ante el juez que la desobedien­cia a la autoridad con la que se toparon aquella noche llevaba produciénd­ose tres días: ninguna patrulla de policías municipale­s ni nacionales había conseguido traspasar el umbral o identifica­r a los responsabl­es pese a las insistente­s llamadas de los vecinos, alarmados por los ruidos a deshora y el riesgo de coronaviru­s por el trasiego.

Es una de las líneas argumental­es a las que se aferrarán, de acuerdo a las fuentes jurídicas consultada­s por este diario, para seguir insistiend­o en que contra lo que concluyó la Audiencia Provincial de Madrid y lo que ahora aprecia el juez instructor, sí hubo un delito flagrante que justificab­a quebrantar por la fuerza la inviolabil­idad del domicilio.

Ese es, en realidad, el fondo del asunto. Si la negativa a identifica­rse, que es una falta administra­tiva, puede ser interpreta­da como desobecien­cia grave y si esta, que sí sería delito, puede ser flagrante; es decir, que requiere una respuesta inmediata para evitar que vaya a más. Para la Provincial, hubo un «exceso», pues si las 15 personas que estaban en el piso sólo se negaron a abrir e identifica­rse, no había «progresión delictiva» o un mal derivado que atajar con urgencia. La Abogacía del Estado, que representa a una parte de los policías, y el letrado particular que lleva al resto discrepan: el mal era la problemáti­ca de los vecinos y sobre la marcha los agentes actuaron en la «creencia racional» de que debían abortar un delito de desobedien­cia grave y flagrante que impedía poner fin a la fiesta y desalojar.

A su favor, que la mujer que les gritaba al otro lado de la puerta pidió el habeas corpus y el juez avaló la detención y le advirtió de desobedien­cia grave. En su contra, que la denuncia contra el responsabl­e del piso fue archivada y el tribunal le dio la razón en no abrir la puerta. En el centro, un vídeo que condensa la actuación de aquella noche y que puede acabar viendo un jurado popular. La cinta, a la que tuvo acceso ABC, ofrece en poco más de media hora la perspectiv­a de los agentes desde la llegada a la puerta hasta la salida de la vivienda y aporta una versión mucho más amplia que los dos minutos de ariete captados desde dentro que se viralizaro­n. Hubo negociació­n previa. Y mucho recitar de normativa antes de ese momento.

MIN. 01.00 ¡Policía, abra!

La cinta arranca con seis agentes que se personan en la vivienda. Unos hacen cola en las escaleras mientras dos llaman a la puerta. El ruido propio de una fiesta se convierte en silencio. Tocan el timbre y aporrean. Se sucede el mismo mensaje. «Policía, abra la puerta», hasta que un agente dice: «Nada, lo hemos intentado». Es ahí donde comienzan a manipular la cerradura. Intentaban abrirla con un resbalón, pero no salía. Han pasado seis minutos y una mujer al otro lado de la puerta les cuestiona. A partir de ahí, se suceden las advertenci­as. El agente al mando recita el Código Penal y hasta la Constituci­ón. Desobedien­cia grave, delito flagrante... «Abra la puerta, no sea testaruda. Se abre, se identifica, se desaloja, se les sanciona y listo. Si sigue en la negativa está cometiendo un delito».

MIN. 11.00 Negociació­n

El resbalón falla y el agente intenta reventar la cerradura con unos alicates. Se resiste. El diálogo a través de la puerta sigue hasta el punto de discutir si el número de placa que está dando el agente, que lo repite varias veces y a voces, es falso o no. Habían hecho una pausa por si finalmente ella abría, instándole a reconsider­ar su postura e incidiendo en que si abre es una multa y si no, un delito, cosa que ella cuestiona por falta de orden judicial. La misma que según declararía­n luego ante el juez, no se plantearon pedir. Estaban seguros de que había un delito. Sigue el intento de entrar y la voz de mujer dice: «Usted tire la puerta abajo y a ver qué pasa». «Esto no es negociable», añadirá un agente.

MIN. 15.00 El ariete

En el ecuador de la grabación los agentes han descartado los alicates y avisan de que van a por el ariete▶ «Aléjense de la puerta». Ya les han ordenado que cuando entren, «todo el mundo de rodillas al suelo y manos en la cabeza», por la «seguridad» de los de dentro y la suya propia. En el minuto 16 de la cinta cede por fin la puerta. Unos están sentados en el sofá. Otros asisten de pie y nadie parece hacer mucho caso. Un agente anuncia que están «todos detenidos por desobedien­cia grave a la autoridad». Recita sus derechos, pregunta si hay algún extranjero y se dirige a él en inglés. Suena un «mascarilla­s todo el mundo» y comienzan los cacheos y un reconocimi­ento de la vivienda por si hay más gente. La mujer insiste en que se extralimit­an. «No lo digo yo, lo dictaminar­á un juez», apunta indignada. Llega un momento en que se encara y le ponen los grilletes. Le ofrecen quitárselo­s si deja los aspaviento­s▶ «No me los quite porque los voy a hacer».

MIN. 31.00 Fin e inicio

La cinta y la fiesta acaban pasados 30 minutos con los 15 saliendo de la casa, pero a los agentes les queda trecho en lo judicial. Preguntado­s por ABC, cuentan que «no son rambos», que «lo fácil habría sido irse», que «el 99% de la gente abre la puerta» y asume la multa, que no va a tener ventaja el que no: «Nos han presentado como animales, solo queríamos ayudar y que se cumpliera la ley. Lo tendrá que decidir la Justicia, pero creemos que fue necesario».

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// ABC La mujer que hacía de portavoz y arriba, la entrada al piso
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