Media hora en el piso de la fiesta ilegal: «Usted tire la puerta abajo y a ver qué pasa»
► Un vídeo inédito revela toda la actuación policial por la que seis agentes van camino de juicio con jurado
Los seis policías que van camino de un tribunal del jurado por el presunto allanamiento de morada cometido el pasado 21 de marzo, cuando tiraron abajo la puerta de un piso donde se celebraba una fiesta prohibida por la pandemia en Madrid, alegarán ante el juez que la desobediencia a la autoridad con la que se toparon aquella noche llevaba produciéndose tres días: ninguna patrulla de policías municipales ni nacionales había conseguido traspasar el umbral o identificar a los responsables pese a las insistentes llamadas de los vecinos, alarmados por los ruidos a deshora y el riesgo de coronavirus por el trasiego.
Es una de las líneas argumentales a las que se aferrarán, de acuerdo a las fuentes jurídicas consultadas por este diario, para seguir insistiendo en que contra lo que concluyó la Audiencia Provincial de Madrid y lo que ahora aprecia el juez instructor, sí hubo un delito flagrante que justificaba quebrantar por la fuerza la inviolabilidad del domicilio.
Ese es, en realidad, el fondo del asunto. Si la negativa a identificarse, que es una falta administrativa, puede ser interpretada como desobeciencia grave y si esta, que sí sería delito, puede ser flagrante; es decir, que requiere una respuesta inmediata para evitar que vaya a más. Para la Provincial, hubo un «exceso», pues si las 15 personas que estaban en el piso sólo se negaron a abrir e identificarse, no había «progresión delictiva» o un mal derivado que atajar con urgencia. La Abogacía del Estado, que representa a una parte de los policías, y el letrado particular que lleva al resto discrepan: el mal era la problemática de los vecinos y sobre la marcha los agentes actuaron en la «creencia racional» de que debían abortar un delito de desobediencia grave y flagrante que impedía poner fin a la fiesta y desalojar.
A su favor, que la mujer que les gritaba al otro lado de la puerta pidió el habeas corpus y el juez avaló la detención y le advirtió de desobediencia grave. En su contra, que la denuncia contra el responsable del piso fue archivada y el tribunal le dio la razón en no abrir la puerta. En el centro, un vídeo que condensa la actuación de aquella noche y que puede acabar viendo un jurado popular. La cinta, a la que tuvo acceso ABC, ofrece en poco más de media hora la perspectiva de los agentes desde la llegada a la puerta hasta la salida de la vivienda y aporta una versión mucho más amplia que los dos minutos de ariete captados desde dentro que se viralizaron. Hubo negociación previa. Y mucho recitar de normativa antes de ese momento.
MIN. 01.00 ¡Policía, abra!
La cinta arranca con seis agentes que se personan en la vivienda. Unos hacen cola en las escaleras mientras dos llaman a la puerta. El ruido propio de una fiesta se convierte en silencio. Tocan el timbre y aporrean. Se sucede el mismo mensaje. «Policía, abra la puerta», hasta que un agente dice: «Nada, lo hemos intentado». Es ahí donde comienzan a manipular la cerradura. Intentaban abrirla con un resbalón, pero no salía. Han pasado seis minutos y una mujer al otro lado de la puerta les cuestiona. A partir de ahí, se suceden las advertencias. El agente al mando recita el Código Penal y hasta la Constitución. Desobediencia grave, delito flagrante... «Abra la puerta, no sea testaruda. Se abre, se identifica, se desaloja, se les sanciona y listo. Si sigue en la negativa está cometiendo un delito».
MIN. 11.00 Negociación
El resbalón falla y el agente intenta reventar la cerradura con unos alicates. Se resiste. El diálogo a través de la puerta sigue hasta el punto de discutir si el número de placa que está dando el agente, que lo repite varias veces y a voces, es falso o no. Habían hecho una pausa por si finalmente ella abría, instándole a reconsiderar su postura e incidiendo en que si abre es una multa y si no, un delito, cosa que ella cuestiona por falta de orden judicial. La misma que según declararían luego ante el juez, no se plantearon pedir. Estaban seguros de que había un delito. Sigue el intento de entrar y la voz de mujer dice: «Usted tire la puerta abajo y a ver qué pasa». «Esto no es negociable», añadirá un agente.
MIN. 15.00 El ariete
En el ecuador de la grabación los agentes han descartado los alicates y avisan de que van a por el ariete▶ «Aléjense de la puerta». Ya les han ordenado que cuando entren, «todo el mundo de rodillas al suelo y manos en la cabeza», por la «seguridad» de los de dentro y la suya propia. En el minuto 16 de la cinta cede por fin la puerta. Unos están sentados en el sofá. Otros asisten de pie y nadie parece hacer mucho caso. Un agente anuncia que están «todos detenidos por desobediencia grave a la autoridad». Recita sus derechos, pregunta si hay algún extranjero y se dirige a él en inglés. Suena un «mascarillas todo el mundo» y comienzan los cacheos y un reconocimiento de la vivienda por si hay más gente. La mujer insiste en que se extralimitan. «No lo digo yo, lo dictaminará un juez», apunta indignada. Llega un momento en que se encara y le ponen los grilletes. Le ofrecen quitárselos si deja los aspavientos▶ «No me los quite porque los voy a hacer».
MIN. 31.00 Fin e inicio
La cinta y la fiesta acaban pasados 30 minutos con los 15 saliendo de la casa, pero a los agentes les queda trecho en lo judicial. Preguntados por ABC, cuentan que «no son rambos», que «lo fácil habría sido irse», que «el 99% de la gente abre la puerta» y asume la multa, que no va a tener ventaja el que no: «Nos han presentado como animales, solo queríamos ayudar y que se cumpliera la ley. Lo tendrá que decidir la Justicia, pero creemos que fue necesario».