Calviño y los números
A la vicepresidenta económica, que el PIB crezca un 1,1% o un 2,8% le parece igual de fuerte o intenso
Lo más importante de la fuerte revisión a la baja de los datos de crecimiento de la economía española efectuada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) la semana pasada no sea la constatación de que nuestro rebote es más mediocre que lo que propalaban Nadia Calviño y Pedro Sánchez (y, peor aún, que tiene una forma más fea), o que el Gobierno deba corregir los supuestos de sus Presupuestos o que miles de analistas tengan que modificar sus hojas de excel, sino la fundada sospecha de que se juega con nuestras expectativas. No es necesario que el INE cambie su integridad ni sus métodos, verificados por Eurostat, para empezar a convertirlo en un remedo del CIS y que en vez de describir la realidad empiece a prescribirla. Basta con que las principales voces del poder canten en una nota más alta los datos del avance de la contabilidad que la rectificación misma. Nadie se ha acordado que la nota de prensa del INE del 30 de julio pasado ya traía un gran recuadro de advertencia que decía▶ «No obstante, la dificultad inherente a la medición estadística de los continuos cambios de coyuntura que vivimos hace prever que las futuras revisiones de los resultados hoy publicados puedan ser de una magnitud mayor que la habitual».
Calviño ha dicho que «la recuperación está en marcha y es muy intensa». Lo dijo el 30 de julio (entonces usó «fuerte»), cuando el INE anunciaba un crecimiento del 2,8%, y lo repitió el pasado jueves en el Congreso cuando el INE ha anunciado que los datos que llevaron a la ministra a afirmar eso en julio no eran reales porque el crecimiento apenas era del 1,1%. De intensa, nada. El efecto en la opinión pública es que el juicio de Calviño parece correcto en los dos instantes, cuando en uno de ellos estaba errado.
Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, se queja de que el Gobierno enreda con datos, mientras que los empresarios están en la vida real. Tiene cierta razón. El Gobierno maneja las estadísticas que cuentan el número de pollos consumidos y los divide por la población y sale que cada uno se come medio pollo. Con un aparato matemático complejo, hasta puede llegar a determinar que hay personas a las que no les ha tocado medio pollo. Incluso podría identificar a esas personas. Puede hasta dictar una ley para que dichos individuos reciban medio pollo, sólo para descubrir que… eran alérgicos al pollo.
«The data may not contain the answer» decía John Tukey, uno de los matemáticos más importantes del siglo XX. Tukey siempre advertía de la arrogancia que el conocimiento estadístico generaba en sus discípulos. «Es posible que los datos no contengan la respuesta. La combinación de algunos datos y el deseo acuciante de una verdad no garantiza que se pueda extraer una respuesta razonable de un conjunto de datos determinado». jmuller@abc.es
MÜLLER